Corría el año de 1994. La voz tronante, firme y exaltada de Diego Fernández de Ceballos llenaba de manera impresionante el espacio del Palacio de los Deportes en Ciudad de México con aquel “¡Sí, protesto!”. Y salimos de aquel evento en que rindió protesta el candidato presidencial, inflados de entusiasmo y esperanza hacia una campaña en cuyo proceso electoral pasó de todo... hasta el homicidio del candidato oficial.