Hay 200 millas desde donde estoy en El Cairo hasta el cruce fronterizo de Rafah hacia Gaza. Estacionados en las arenas áridas del norte del Sinaí en Egipto hay 2,000 camiones llenos de sacos de harina, tanques de agua, alimentos enlatados, suministros médicos, lonas y combustible. Los camiones permanecen al sol abrasador, con temperaturas que superan los 35°C.
El gobierno israelí, respaldado por la administración de Trump, está sentando las bases para la expulsión total de los palestinos de Gaza, un movimiento que podría desencadenar un conflicto regional.
El secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth, quien argumenta que “el sionismo y el americanismo son las primeras líneas de la civilización occidental y la libertad en nuestro mundo hoy”, promueve la absurda idea habitual de que la Biblia hebrea, escrita hace 4,000 años, puede usarse para trazar fronteras nacionales contemporáneas.
Tomas agua salada y sucia que te enferma mucho; te duele el estómago, estás hambriento. Las panaderías están destruidas, no hay pan, comes una vez al día: pasta, un pepino que pronto parecerán un festín