Al no existir un genuino partido comunista que eduque, organice, anime y haga consciente de su tarea histórica al proletariado, éste será empujado por la masiva propaganda burguesa goebbeliana a votar “por el menos malo”.
Las recientes “Iniciativas de Reformas a la Constitución”, presentadas por el déspota de “rostro humano”, López Obrador, el pasado 5 de febrero, no son más que una lista de “buenas intenciones”.
Andrés Manuel sabe de historia y sabe cómo distorsionarla, sabe cómo ser parcial. Así, vanaglorió a Lázaro Cárdenas, un personaje que transitó sin pena ni gloria por la lucha revolucionaria de inicios del siglo XX; aun así, lo equiparó con Flores Magón, Francisco Villa, Emiliano Zapata, y Francisco I. Madero.
La gestión personal de las finanzas se considera frecuentemente un indicador de cómo uno podría manejar responsabilidades mayores. Ante los retos financieros actuales de Erick, es legítimo cuestionarnos acerca de su capacidad para liderar el progreso económico y el bienestar general de Tijuana.
Hace algún tiempo, el jefe del Ejecutivo dijo no estar de acuerdo que la situación económica del país sea medida a través del indicador denominado Producto Interno Bruto, aduciendo que ese indicador no refleja la realidad; y en su lugar propuso utilizar el nivel o grado de felicidad.
Creo que -al igual que un servidor- muchos de los Trabajadores de la Educación y de Burocracia desconocemos el “teje y maneje” de las situaciones relativas al SAT y a las retenciones que se nos hacen a los pensionados y/o jubilados en el concepto 51 (ISR) en nuestro talón de cheque.
Me besaste aquel febrero
con ansia de adolescente;
yo correspondí a tu beso,
enamorada y ardiente.
A los ojos me miraste
ofreciéndome tu amor;
era una mágica tarde
que estremeció el...
Hace falta la opción política de la clase obrera, la mujer trabajadora, la juventud trabajadora, los pueblos indígenas, los campesinos pobres, los migrantes, los desempleados, los que viven de su fuerza de trabajo.
La soberbia es, pues, todo lo opuesto a la “humildad”. Una bien llamada virtud que consiste “en el (re)conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento”. Algo que para los pseudopolíticos, resulta ajeno y que debería de ser una obligación, pues, al final, la naturaleza de la política radica en la colectividad.