Con los pies descalzos
Al caminar por difíciles caminos,
siempre añoro saltar olas furiosas,
jugar en las ricas cálidas arenas,
admirando a lo lejos las gaviotas.
La noche en que el churrero llegó, supimos que esto sería un bucle interminable. Pasajeros lanzando líquidos por las ventanas. Hasta cinco carriles donde solo cabe uno. Google Maps ilusionando a los ciudadanos con pronósticos falsos de “máximo 20 minutos”.
Desde hace muchos años, recuerdo que las autoridades municipales siempre empujan, apuran, anuncian, instan, recuerdan y avisan que debemos pagar el impuesto sobre el predio donde habita uno: el predial. Como cada hay, hay descuentos (raquíticos, pero los hay).
Justificación: Año con año, la población de Tijuana crece a un ritmo sin precedentes y amén de sus dos ciudades satélites, Tecate y Playas de Rosarito, que juntas hacen una población de más de tres millones de habitantes; amén de la población flotante que requiere en el momento menos indicado un servicio de urgencia o emergencia.
¿Habrá persona reflexiva que considere que en la “consulta popular” para la “revocación de mandato” de López Obrador, que se llevará a cabo próximamente, el resultado de dicho “plebiscito” sea adverso a los designios del déspota?
A mis difuntos queridos que dicen
que ya partieron, los sigo sintiendo
cerca y brindándome consuelo; los
llevo en el pensamiento; los llevo en
el corazón; y mi alma al recordarlos,
no cabe de la emoción.
Por muchos años, la zona noroeste de México se caracterizó por tener un gusto apasionado por el béisbol. Por eso, no es de extrañarse que alguien que haya nacido en una ciudad fronteriza como Tijuana sienta ese frenesí por “el rey de los deportes”.