Japón sigue batallando con sus aguas litorales contaminadas. Europa cerró instalaciones por su peligrosidad y para buscar energía debemos extraerla de la luz y del sol. Quizás de las olas del mar o de los vientos. Sin embargo, hay nueve países que poseen bombas atómicas.
Estaba yo haciendo ejercicio en el Gimnasio Silvestre y, vive Dios, me entrenaba el mismísimo Mr. Universo: alto, con una gentil sonrisa, el simpático Eduardo Silvestre. Había sido ya Mr. México, Mr. América y finalmente Mr. Universo.
China derroca al corrupto régimen de Chiang Kai-shek, quien se apoltrona en Formosa (Taiwan) y Mao convierte al país oriental en un estado comunista. Se desencadenan las guerras de Corea y Vietnam, y las fichas de dominó caen en manos del comunismo.
Yo, Josepho Flavio (Josef ben Matityahu), historiador del siglo I, desertor de mi pueblo y arrepentido narré la primer guerra judeo-romana para hablar de la lucha de mi gente, me volví historiador. Hoy dos mil años después retomo la pluma para contar las nuevas guerras del siglo XXI.
Volodimir Zelenski nació en 1978 en la República Socialista Soviética de Ucrania. Un cómico, simpático y alegre, que ganó el campeonato de baile de su país, intenta hacer una telenovela en la que él aparece como el presidente de Ucrania, una novela exitosa: “Servidor del Pueblo”.
Han pasado los años, y recuerdo con cariño la preciosa hospitalidad brindada por la familia Rosenfelt hacia mí y la amistad que siempre me ha unido con mi amigo Jorge. Algunos de los personajes de esta historia, que tiene resabios de lo acontecido en la funesta Segunda Guerra Mundial, ya han fallecido.
Recuerdo con especial cariño a mi compañero de escuela Luis Nieto, cuyo papá trabajaba de plomero y que me invitaba a su casa impecablemente limpia, donde la señora Nieto guardaba la colección del Tesoro de la Juventud.
Recibí un cargamento de tenis cafés que habían sido destinados para el ejército de Uganda y que finalmente fueron adquiridos por mí. Envié a Gabo a vender tenis y uniformamos a todos los que se dejaron con los largos tenis cafés, lo que se volvió una broma constante y una leyenda entre nosotros.
Mi casa era pequeñita y estaba en la encrucijada de la calle Segunda y Avenida F, punto céntrico de la ciudad a donde acudían los más pobres correligionarios, que prácticamente no tenían para comer y acudían a recibir gratuitamente los experimentos de la comida de mi madre.
Durante esas cuatro décadas han pasado los siguientes directores, extraordinarios todos, quienes han logrado generosas oportunidades y apoyos de la Secretaría de Cultura a nivel federal: Rodolfo Pataki, Alfredo Álvarez, Pedro Ochoa (dos periodos), Teresa Vicencio, Guillermo Arreola, Virgilio Muñoz, y hoy día Vianka Santana.