Nomás no llega a Baja California la tan publicitada Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador. Se prometió una dignificación de la carrera de Maestros y Maestras, pero esto en la práctica no se ha dado.
Los mexicanos hemos sido obligados a radicar en una burbuja aterrorizada de violencia. Sin embargo, nosotros la alimentamos a través de las diferentes manifestaciones culturales en las que se expone y manifiesta el narcotráfico: cine, música, literatura, etc.
¿Qué está pasando con la energía en Baja California? Es una pregunta que se escucha cada vez más seguido. Como en muchos otros temas, nadie preguntaría si lo podríamos ignorar, si todo marchara sin mayor problema.
Si bien han sido los inmigrantes chinos los primeros en sentar los pilares del comercio de la droga en México, a partir de los años treinta las bandas criminales mexicanas comenzaron a tener un rol fundamental en dicha nueva actividad económica, aprovechándose de la ley seca impuesta por Estados Unidos y de sus relaciones con las autoridades locales.
La economía nacional tiene un importante soporte en las remesas que envían los paisanos que residen en el extranjero. También, en la estabilidad de los precios de los hidrocarburos, de lo que poseemos buena cantidad.
Es bien conocido que el partido que el ex reo del penal de El Hongo, Jorge Hank Rhon, compró a sus hijos, Encuentro Solidario (PES), carece por completo de una visión ideológica o de una perspectiva de hacer gobierno.
De un tiempo para acá, lo atípico ha adquirido gran presencia en nuestra cotidianidad. Se han roto muchos moldes en la política, en la democracia y en la sociedad en general. Eso habla de la pluralidad que ha alcanzado un gran país llamado México.
Los emigrantes en Estados Unidos envían 70 mil millones de dólares al año a México. Generalmente lo polvorean por todo el país, pues tienen parientes, sobre todo padres y hermanos a los que apoyan sin cesar.