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viernes, diciembre 19, 2025
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Vacaciones

Puedes tú, querido lector, estar inmerso en una vorágine de trabajo, en proyectos interesantes, importantes, pero… llegan los días de asueto y las vacaciones que paran todo. Habíamos prometido a los hijos llevarlos a Disneylandia, a la playa, a Europa a conocer el México interno y paramos en seco, haciendo una pausa que tiene sus ventajas y sus desventajas como tal; detenemos la velocidad de nuestro esfuerzo y nos damos un tiempo para pensar y meditar, quizás mejorando lo proyectado o simplemente perdemos la oportunidad que ya teníamos “enganchada”.

Probablemente uno de los mayores inventos del pueblo judío sea el haber creado un día de asueto, el séptimo, por aquello de que: “Dios descansó satisfecho del trabajo que había realizado al haber hecho la tierra, el cielo y al mismísimo hombre en seis días.”

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Las vacaciones bien planeadas y productivas, me encantan.

Voy a Punta Mita y hago un programa de actividades, desde el ir al gimnasio, al inevitable masaje, a las tres comidas con amigos. Aprovechando el mar hay que nadar, poco sol con cautela y cuidar que no haya desenfreno que pueda hacer que suframos consecuencias de excesos; charlar con la familia, dictar una serie de artículos y, por qué no, ratos de profunda meditación sobre planes (dietas, reencuentros con amigos, inicio/terminación de relaciones y recobrar la chamba “desde donde la dejamos”).

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En lo personal, a mí me desconciertan estas pausas, me sacan de ritmo y me exponen a perder la secuencia; por eso las vacaciones deben ser planeadas con cuidado para que al regreso encontremos las cosas como las dejamos o mejor, si se pudiera.

El sistema moderno de vacaciones, combinados con veteranía, hace que empleados que tienen largo tiempo con la empresa disfruten de 30 días o más de descansos, además de los consabidos días festivos, lo que hace que no se pueda aprovechar su experiencia, pues se diluye en un mar de tiempos libres, casi haciendo convenir a la empresa separarlos.

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El gobierno mexicano piensa reducir a 40 las horas de trabajo semanal, o sea, descansos de sábados y domingos, más vacaciones, más días festivos, impidiendo de alguna manera la competitividad de las empresas y la búsqueda de robots que vayan eliminando la presencia del hombre. ¿No nos estaremos dando un balazo en el zapato? Pues si el costo de los trabajadores, más sus vacaciones y días de descanso se exceden, es más barato sustituirlos por un robot, y quizás al regreso ya no haya chamba.

Mi abuela Sofía decía en su idioma ladino: “Todas las cosas hay que tomarlas con kadar, o sea con mesura”. Supongo que las vacaciones también. La necesaria tonificación de las vacaciones, más las constantes e innecesarias pausas en el año que son obligadas por la suma de los recreos obligatorios, más las fiestas cívicas, más sumadas a algún resfriado, caída, nacimiento en la familia; etcétera, van creando una ineficiencia que atora el “ser o no ser”. ¿Cuándo y cómo descansar? Supongo que mi abuela tenía razón; hay que tomar las cosas con kadar, con mesura y habrá tiempo para trabajar intensamente y descansar con el objeto de reponer fuerzas e ideas.

Así pues, revisemos con cuidado las decisiones que tomamos como personas y como país.

Como personas cumpliendo con nuestro trabajo que nos lleve a éxitos y reconocimientos, o teniendo las vacaciones adecuadas que también nos dé oportunidad de triunfar.

Lector amigo, me voy a Punta Mita, seguiré presente en mis artículos y te deseo feliz descanso.

 

José Galicot es empresario radicado en Tijuana.

Correo[email protected]

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