De Trez en Trez
El anterior, el actual Gobierno Federal y, por imitación, todo el oficialismo de Morena ha aprendido cómo evadir sus responsabilidades en los diversos problemas y situaciones que se padecen en el país, y en ese afán de invisibilizarlos, se llega incluso a echar mano de ilegalidades que en otros países serían sin duda causa suficiente para su caída; pero no en México.
Se niega lo evidente, tejen su propia historia con sus “otros datos”, ocultan información (dizque por seguridad nacional), crea distractores para desviar la atención, culpan al pasado, minimizan los hechos, los ignoran y hacen “como que la virgen les habla”; descalifican movimientos, personas o grupos, acusan sin pruebas, adjetivan y etiquetan.
Hacen de todo menos asumir sus responsabilidades y trabajar en serio.
Así, los excesos de personajes morenistas, legisladores, gobernadores estatales, funcionarios de diversos niveles y alcaldes, quedan en simple anécdota; quienes levantan su voz para exigir sus derechos son tachados de golpistas, adversarios pagados por “la derecha”, “conservadores”, los que señalan lo indebido son “bots”, no son jóvenes o son “priistas”, panistas o perredistas”; como si tal cosa los descalificara automáticamente.
Se sigue aprovechando el foco de “las mañaneras” (sólo que ahora se le agregó “del pueblo”), para ello, repite sus secciones, aunque con diferentes nombres, persiste en su negativa para dialogar con la oposición, se reúnen sólo con los suyos, a la menor provocación acusan “campañas en su contra”.
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“Hipócritas, racistas, clasistas, corruptos, aspiracionistas, déspotas, rateros, deshonestos, simuladores, ladinos, sabiondos, neoliberales; conservadores, golpeadores, traidores, alcahuetes; blanquitos, cínicos, farsantes, payasos; ladrones, vendidos, intolerantes, lambiscones, maleantes, oportunistas, rufianes, peleles, títeres, señoritingos, zopilotes; carroñeros” y muchos adjetivos calificativos más, son los que se profieren desde la gestión de López Obrador y en el de Claudia Sheinbaum a todo aquel que discrepe con sus acciones.
Para Morena, sólo las concentraciones y las marchas organizadas por Morena son las que valen, las genuinas, las verdaderas; las demás son movimientos “sin razón y con motivaciones políticas”, como si las propias no lo tuvieran.
Además, Morena se olvida de cómo fue que llegó al poder: encabezando la inconformidad ciudadana en contra de los gobiernos priistas y panistas, haciendo uso de la protesta y las marchas aquí, allá y en la misma CDMX de la que se apoderaron por varios meses, expresando en cuanto foro pudieran sus ideas, sus planes, sus propósitos de hacer un cambio en la forma de gobernar.
Pero sólo ha quedado en eso: promesas, propósitos y planes… poco; muy poco se ha concretado porque no es lo mismo “ser borracho que ser cantinero”. Es decir, no es lo mismo criticar desde la oposición que ser responsable de un cargo público. Y así siguen pateando el bote que contiene la problemática del país.
P.D.- El martes regresaron las vallas metálicas a Palacio Nacional, pero no estarán ahí el sábado 7 de diciembre para la “celebración” de siete años de la 4T. Lo dicho…
Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana.
Correo: [email protected]







