A cuentagotas, los escándalos de opulencia y excentricidades millonarias comenzaron a golpear la estructura del Partido del Trabajo. Alberto Anaya, el inamovible dirigente partidista, se encuentra en el centro de los escándalos protagonizados por Gerardo Fernández Noroña. Sin embargo, el silencio cómplice lo arrastra entre el discurso falsario de austeridad y la veleidad de ser el partido cuatroté.
Hasta hace unos meses, Anaya Gutiérrez consideraba a Fernández Noroña como un hombre progresista. Ahora, es un lastre. Su viaje en “taxi aéreo” rebotó entre el escándalo y la burla. Sin embargo, el senador adelantó que volverá a tomar ese tipo de vuelos cada que sea necesario por la falta de conectividad en el país. El reto ya está, y Anaya tiene que soportar lo que en su momento validó.
El primer escándalo que pisoteó la austeridad y que le estalló a Anaya fue el de los diputados Sergio Gutiérrez Luna, de Morena, y Diana Karina Barreras, del PT, que fueron denunciados por tener relojes, joyas y obras con un presunto valor superior a dos millones de pesos. Guardó silencio y “tragó sapos” por no respetar la austeridad.
También el reciente caso de Gerardo Fernández Noroña y su casa de 12 millones de pesos, en Tepoztlán, se convierte en el punto de inflexión entre el petismo y el morenismo. Aunque ha causado más reacciones contra Morena, el partido que le dio cobijo a Fernández Noroña es el partido de Alberto Anaya. Pero en la dirigencia se vuelven complacientes.
Y es que en el PT se concentran los personajes polémicos simpatizantes de la cuatroté y cuando revienta el escándalo pega en Morena. Alberto Anaya esquiva el golpe y deja que pegue en el centro de Morena. Esa es su estrategia y la manera de controlar los daños que le pueden hacer a su partido.
Anaya tiene la mira puesta en las elecciones de 2027 y en la pesca de morenistas discrepantes con las medidas de antinepotismo y de reelección pese a resultados mediocres.
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La rebelión petista la permite Anaya Gutiérrez, pero evita dar la cara. Usa la maniobra de pegar, pero a través de interpósita persona. Y los escándalos millonarios no son la excepción.
Alberto Anaya tiene un partido dividido en un tema sensible como es la austeridad. Su espacio de negociación con Morena se cierra y en el interior tiene a Fernández Noroña que jala al partido a los escándalos innecesarios.
Noroña queda como un advenedizo del PT. Quedó probado cuando los petistas lo abuchearon. Su salto del PRD al Partido del Trabajo pareció un paso normal; sin embargo, no es militante y es, a decir de sus críticos internos, un personaje incómodo que a estas alturas trae negativos como nombre y sus críticas escurren sobre las siglas del PT, y esas señales se traducen en una separación inevitable.
Atentamente,
Israel Mendoza Pérez.
Correo: [email protected]
@imendozape