A escasos meses de llegar a la Casa Blanca, el presidente Donal Trump ruge como león devorador, como el pecado. Busca adeptos. Sacó sus garras el Sr. Donald John Trump. Desde hace meses está rasgando las cortinas que ocultaban a miles y miles de ilegales en tierras conquistadas por ingleses y otras del México viejo. Y ese rugir y rasgar apenas empezó.
El otro León, XIV (Robert Prevost), flamante guía papal mundial del catolicismo, trae bajo el brazo palabras de tranquilidad. Su elección es trotar por el mundo, un mundo inmundo y frágil. Trae paz, evangelio, reconciliación familiar, consolación, oración, piedad, penitencia, voz, petición. Todo lo que lleve a la paz y a anular el pecado. Mas no tiene poder para evitar las crueles deportaciones que hace la primera figura política de su país de nacimiento.
Nacido en Chicago, un Chicago viejísimo, con rezago evangélico, estado de pandillas, violencia. Illinois, la capital, ni qué decir. Los dos leones anglosajones rugirán frente a frente, uno blindando la Casa Blanca a su favor y todo el Partido Republicano. Y allá en el continente europeo, 133 cardenales apoyaron mundialmente a León XIV y lo sentaron en la ventana alta de la plaza de San Pedro (Roma). Una iglesia que va perdiendo adeptos por muchos motivos: falta de credibilidad, pederastia, abuso del clero en muchos lugares por parte de sacerdotes pedófilos, que quedan en el baúl de la injusticia.
Se enfrentarán dos leones en la vieja sabana africana, cada quien en su encomienda. Trump, a limpiar su país de criminales, ilegales, violadores… para volver a hacer grande otra vez a Estados Unidos. León XIV trae de agenda: santidad, credibilidad, frenar a las religiones derivadas o separadas de la católica, que ganan adeptos y son muchas. Estados Unidos tiene muchas sectas.
Ser mediador en conflictos que amenazan la pronta tercera guerra mundial, que está a la vuelta de la esquina. Los dos leones traen una lista enorme de quehaceres. Trump solo cuatro años, pero ya busca el tercer mandato. León XIV hasta que fallezca. Ambos blancos, güeros y de ojos azules. El destino los enfrenta política y religiosamente, pero ninguno cederá. Ya están en sus trincheras, una de partido y la otra eclesiástica. Será difícil, ninguno cederá, pues ya están en sus tareas. León XIV, lidiar contra el pecado, el abuso, cuidar su rebaño y llevarlo a la santidad.
El león político de la Casa Blanca, tiene todo a su favor: dinero, política, leyes, inmunidad en su perímetro y un vasto país (de las barras y las estrellas) para limpiar. No tiene planes de legalizar, se ve imposible en 2024-2028.
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A rugir, leones. El rugir de León XIV es fuerte, tiene de apoyo 1,406 millones de católicos; Trump apenas los que lo eligieron en noviembre de 2024. Trump, el león de la Casa Blanca, cuida los intereses de los estadounidenses con caros impuestos.
Esperemos que trabajen por el bien de una sociedad mejor.
Ambos colegas, ambos gringos, los dos dirigentes, uno político y el otro divino, cristiano, bíblico, religioso.
Faltan años y seguiremos oyendo el rugir de ambos leones.
Acá en la frontera, diario con las deportaciones. En el continente europeo, el rugir para un nuevo orden religioso que tanto nos hace falta.
Esperemos lo mejor para pacificar este mundo sumido en violencia y pecado.
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez
Tijuana, B.C.