“Lo que no hacen las terapias, lo hace la literatura”, dijo a ZETA la autora del libro de relatos “Navaja verde o negra”
Escritora, editora y directora fundadora del proyecto cultural “La letra escarlata” en el Centro de Reinserción Social (CERESO) femenil de Cajeme, Sonora, Mara Romero da voz a las historias más crueles y crudas de muchas internas en “Navaja verde o negra”, libro de relatos recién publicado este año por el sello Suma de Penguin Random House Grupo Editorial.
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Bajo la pluma de la poeta y narradora sonorense Mara Romero, “Navaja verde o negra” reúne una colección de cuentos reales de homicidios, drogadicción, violaciones, venganzas, desapariciones y toda suerte de violencias propias de esta época cruenta, contados con un lenguaje brutal que rehúye a los eufemismos.
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EN EL CERESO
Todo empezó cuando la también coordinadora del Encuentro Internacional de Escritores “Bajo el asedio de los signos” que dirige desde 2003 el poeta Juan Manz en Ciudad Obregón, Sonora, acudió a impartir una lectura de poesía en el CERESO femenil de Cajeme, Sonora, como parte del programa del Encuentro.
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“En Ciudad Obregón, tenemos el Encuentro Internacional de Escritores ‘Bajo el asedio de los signos’, a cargo del poeta Juan Manz, el poeta mayor vivo de Sonora. Cuando él nos manda a que tengamos subsedes del Encuentro, yo llego al CERESO femenil de Cajeme a leer poesía. Estamos hablando, aproximadamente, de 2007”, rememora en entrevista para ZETA Mara Romero.
A diferencia de muchos autores que sólo van de paso y aprisa a leer a los internos de los CERESO para la foto, para cumplir algún requisito de alguna beca, a tomarse una selfie o para presumirlo en redes sociales, Mara Romero ya no pudo desprenderse de la tragedia y el dolor que viven las internas en el CERESO femenil de Cajeme, ya que no sólo continuó yendo a leerles, sino que fundó, primero, en 2013, el Taller de autobiografía, luego el Taller de Creación Literaria y, en 2016, el proyecto cultural “La letra escarlata”.
En los últimos 10 años, desde los diversos CERESO e Institutos de Tratamiento y Aplicación de Medidas para Adolescentes (ITAMA) de Sonora, ha editado más de 20 antologías; desde “Loquitas y loquitos del barrio” (2014), “Antología del proyecto cultural La letra escarlata 1” (2016), “Antología del proyecto cultural La letra escarlata 2” (2016), “Antología del proyecto cultural La letra escarlata 3” (2016), “Rojo 1” (2017), “Rojo 2” (2017), “Rojo 4” (2017), “Orquídea” (2017), “Fuga” (2017), “Canto indígena” (2017), “Cuentos infantiles” (2017), “Gritos del cuerpo” (2018), “Caja de Pandora” (2018), “Primer antología de cómic penitenciario sonorense” (2018), “La casa” (2020), “La vida está en otra parte” (2020), “Rumor de olvido” (2020), “3 Fabulosas fábulas en libertad” (2020), “…Y nos levantaron” (2022) y “Las otras que soy” (2023); todos bajo la voz de las internas e internos.
Pero después de que llegó en 2007 a leerles poesía a las internas del CERESO femenil de Cajeme y tras 18 años no sólo escuchando sus confesiones, sino prácticamente viviendo con ellas día a día a través de “La letra escarlata”, Mara Romero entrega su propio libro de historias brutales, con las internas como protagonistas.
LA REALIDAD EN EL CERESO FEMENIL
Durante los últimos 18 años, Mara Romero ha impartido talleres de literatura, y en general ha acercado actividades culturales a través del proyecto “La letra escarlata”, especialmente en el CERESO femenil e Institutos de Tratamiento y Aplicación de Medidas para Adolescentes (ITAMA) de Sonora.
“Las características de la gente que se encuentra en estas comunidades de los CERESOS femeniles e ITAMA son las mismas, con un porcentaje de abuso sexual que no tienes idea. He estado en espacios dando talleres con 30 mujeres, y 28 han sido violadas. O sea, yo no estoy justificando ni estoy hablando de inocentes; estoy hablando de que cuando tú conoces la historia atrás de esas almas, encuentras una razón para pelear más fuerte. Con ‘La letra escarlata’ la idea era hacer un trabajo de cultura organizado”, refirió Mara Romero a este Semanario.
“De 60 internas pasé a tener 140, 150, 167. Es un panorama deplorable. El 95 por ciento de mi población actual se dedica al narcomenudeo, es menor de 40 años, tiene adicciones serias, algunas desde los 12 años; eso no lo había visto, o lo veía de manera esporádica. Siempre había habido problemas de drogas, pero no así, ni tan jóvenes. Lo más trágico de todo es que estas chavas tienen mínimo uno o dos niños; la mayoría tiene tres o cuatro”, reveló.
Sensible e inmersa en una realidad escalofriante en el CERESO femenil de Cajeme (como un espejo del exterior), reconoció que buscó ayuda incluso psicológica, pero la literatura se impuso:
“A mí nadie me lo contó. Yo estoy viendo que esas muchachas ya vienen dañadas por la droga, pero empezaron sus adicciones a los 10 años, 11 años. Esto ya crea un daño porque también la droga como que cambió: llegan sin dientes, con escaso pelo, con la piel quemada y ya con un déficit de atención peor que el del autismo. Son casi 20 años; yo no me asusto tan fácilmente, pero lo que está pasando es realmente alarmante. Yo siento que pisé fondo y empecé a tratarme, porque tenía que ver cómo iba yo a sobrellevar esto, cómo podía seguir, porque era realmente muy pesado. Y fíjate que lo que ningún psicólogo pudo hacer, lo pudo hacer la literatura. No son cuentos de ellas, pero la mitad del libro, lo que habla de las muchachas, son historias que sucedieron. Yo no encontré mi lugar en ningún psicólogo. No encontraba una manera de encontrar tranquilidad y encontrar paz. Yo necesitaba estar bien, yo necesitaba estar fuerte y es muy afortunada que exista la literatura, hice lo mismo que yo les hago a las muchachas: yo las hago escribir para sanar y a mí el libro me ayudó a sanar”.
40 HISTORIAS DESDE EL ABISMO
En “Navaja verde o negra” (verso de Efraín Huerta), Mara Romero cuenta 40 historias desde el abismo del CERESO femenil e ITAMA de Sonora, donde abundan homicidios, drogadicción, violaciones, venganzas, desapariciones y otras violencias de esta época decadente en México.
“Los relatos de Mara Romero, en la línea salvaje del realismo trágico, son un estrangulamiento y una pesadilla. Los personajes -mujeres en su mayoría-, que habitan estas historias viven intoxicados por la violencia, el resentimiento y la fractura existencial, arrastran con sus miedos los recuerdos filosos de la violación sexual que soportaron desde la infancia, el balazo en el cuerpo desprotegido o el golpe brutal en el vientre, la boca, la memoria”, así presenta Suma la colección de relatos.
En entrevista para ZETA, Mara Romero aclaró que las historias y los personajes, que narran sus casos en primera persona del singular, no son ficción, sino que realmente sucedieron; a ella nadie se lo contó. Para empezar, aclaró que a diferencia de muchos autores que van al CERESO a cazar historias, ella ha vivido y trabajado en los CERESO de Sonora durante los últimos 18 años, a través del proyecto cultural “La letra escarlata”:
“Conozco muy buenas escritoras que tienen historias de la cárcel. Pero pienso que es muy distinto que tú llegues a la cárcel y platiques con las muchachas, graves y con tu facilidad literaria, con todas tus herramientas literarias que puedas tener, saques una historia que puede interesar. Pienso que lo diferente que tiene mi trabajo es que yo estoy contando una realidad. Yo no soy de esos escritores que van a cachar historias al CERESO; yo hablo como hablan ellas, siento como sienten ellas porque he sentido la tragedia muy de cerca. Por eso el libro es auténtico”.
Sobre el vocabulario sin eufemismos que los personajes de sus cuentos emplean, propio del norte de México y del ambiente de la drogadicción y violencia imperante, la narradora sonorense argumentó que “en ‘Navaja verde o negra’ el léxico es rudo, porque así hablan las plebes. Yo me espanto cuando leo los textos y digo: ‘¿No seré una asesina en serie en el clóset?’. Pero ésa es la realidad. Hice lo que me hubiera gustado o lo que cualquier madre hubiera hecho, les hice ese libro. Todo es verdad. Los casos fueron tristemente reales. La idea del libro no es tratar de pintar un panorama tan asqueroso como el que tenemos, pero es que alguien tiene que darse cuenta del origen del daño. No tengo por qué maquillar las palabras”.
En cualquier caso, reveló su proceso de escritura en las casi dos décadas trabajando en los CERESO de Sonora:
“Estos casos no son nuevos, yo nunca tomo notas ni nada de eso. De todos los casos, metí en el libro nada más unos cuantos. Eran casos que estaban anidados en mi cabeza, eran los casos que a mí no me dejaron dormir, no sucedieron ayer. Eran casos que yo traía, lo que más me ardía, lo que más soñaba, lo que me ponía mal nada más de acordarme. No me lo contaron, yo viví el proceso. Los personajes existen, desafortunadamente el daño es real, todo es real, pero es literatura. Me puse a escribir simplemente, nadie me dictó. Lo tenía en mi cabeza, es cuestión de sentarme y hacer todo lo que no se hizo y por lo que yo tenía rabia. No era sentarme a que alguien me ilumine, era una necesidad. Me senté por una necesidad y escribí el libro porque necesitaba hacerlo. El libro es tan real que asusta”.
Sentenció la poeta y narradora sonorense desde el abismo del CERESO femenil de Cajeme:
“‘Navaja verde o negra’ es literatura, pero los casos fueron reales. Lo que no hacen las terapias, lo hace la literatura; ese coraje ahí está en los cuentos groseros”.
moanuq