Inició la acción en los Ángeles, California, con protestas debido a que el presidente estadounidense solicitó la detención de migrantes de América desde México a sur América. Todo eso es América. Se les trata de forma agresiva como delincuentes, se les colocan esposas y hasta se les encadena, incluso son ofendidos, y ahora ese señor ordena enviar soldados. El delito que cometen es dinamizar la economía de ese país, trabajar en actividades que los estadounidenses no desean realizar por el esfuerzo que implican y, por si fuera poco, reciben salarios por debajo de lo estipulado en la ley laboral de aquel país.
El silencio y la pasividad de los gobernantes mexicanos y del resto de América indignan y alarman. El secretario de Relaciones Exteriores brilla por su ausencia y silencio; de igual modo la secretaria de Gobernación, los presidentes de los partidos políticos de derecha muy dados a molestar y ofender por cualquier motivo. Hoy no se les escucha; ningún senador alza la voz y se pronuncia en protestar, tampoco el secretario de la Defensa Nacional, debido a que ellos están enviando militares tal cual fuera una guerra.
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La presidenta se pronuncia con la misma estrategia de siempre: cautela y moderación. ¿Por qué no responder del mismo modo que ellos? Es decir, con aranceles a sus productos, que ya un grupo de economistas asesores tengan identificados, y que al hacerlo impacten.
Otra forma es dirigirse al país vía cadena nacional seria solicitando no comprar en Wall Mart, no comprar Coca Cola, ningún producto estadounidense, o siendo extremoso para llamar la atención expulsando al embajador; claro, calculando y previendo las posibles consecuencias y estar preparados para entonces, para cuando reaccionen sin negociar una reforma integral migratoria que reconozca el valor del trabajador, como lo está sugiriendo tímidamente la mandataria. El mandatario estadounidense lo dijo fuerte y claro en su primer periodo: “a los débiles los someto, con los fuertes negocio”.
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Indudablemente es difícil por la diferencia de fuerzas de ambos países, las consecuencias pudieran ser incómodas, no obstante, si no se arriesga operando variedad de estrategias, no se aprende ni se gana, incluso pudiera ser que adquiriera respeto y admiración internacional. Ambos presidentes hasta hora llevan repitiendo la misma estrategia, por un lado, imponer impuestos a productos, amenaza según él con el fin de intimidar y después solicitar negociar. La mexicana, a su vez, cautela y moderación.
Lo importante es implementar una estrategia para cada situación y así obtener mejores respuestas.
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Atentamente,
Luis Rosas Oaxaca
Ciudad de México
