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lunes, junio 2, 2025
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Era nuestro orgullo

Vivimos una época en la que algunas personas se consideran dueñas de vidas y haciendas. Que todo lo que abarque su mirada, forma parte de sus propiedades, por eso puede disponer a su antojo de todo lo que le plazca. Esas personas dan la impresión de que sus vidas salieron de un cascarón.

Desde infantes recibimos consejos sobre el respeto a los demás. Y el orgullo de pertenecer a una familia, que es el cimiento mismo de la sociedad.  Es indispensable para el pleno desarrollo de los seres humanos, equivale al disfrute de la felicidad. Esa información era nuestra aspiración desde los estudios escolares y tratábamos de ser dignos de nuestras familias.

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Y en las pláticas infantiles cuando nos preguntábamos lo que queríamos ser de “grandes”: avanzar, superarnos, alcanzar niveles de bienestar y ser buenas personas para orgullo de nuestras familias. Difícilmente en los grupos de amiguitos, alguien aspiraba a ser “bandido”, “ladrón” o “asesino”.  Pero la sociedad va sufriendo deterioro moral que se manifiesta en vicios, egoísmos, inseguridad pública y privada, corrupción y violencia.

¿Cómo se transformaron las inquietudes infantiles y de adolescentes? ¿En qué época se produce la descomposición de la fibra moral de las personas, que a su vez ocasiona la destrucción misma del tejido social? ¿Acaso la necesidad de ganar el sustento, propició el descuido de la educación y protección de los hijos? Deberíamos reflexionar sobre la situación actual y hacer cada quien su parte para fortalecer los valores familiares. No necesitamos de fuerzas externas para hacer nuestra parte.

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Ahora resulta que quien trabaja, se compromete con los valores de su profesión, como es el periodismo, se le amenaza desde la clandestinidad para evitar que haga las cosas bien y en favor de la sociedad. ¿Qué quieren lograr, una sociedad sin futuro para la juventud, para sus propios hijos: dinero, poder, respeto? Con inteligencia y trabajo pueden obtenerlo y sin necesidad de destruir vidas y propiedades.

Nuestra solidaridad y respeto por Adela Navarro Bello, Co-directora de ZETA. No es justo que por hacer bien su trabajo, incluso reconocido a nivel internacional, reciba amenazas y agresiones. Todos deberían sentir orgullo por su profesionalismo y arroparla para que siga con tranquilidad cumpliendo su misión.

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Nota 1.  Malecón de Playas de Tijuana, mala planeación en su rehabilitación.

Nota 2.  Gracias al Secretario General de Gobierno de Tijuana Arnulfo “Fufo” Guerrero, ya quitaron la placa colocada indebidamente en la estructura principal del Malecón. Falta limpiar el piso con la inadecuada leyenda de que en Tijuana empieza el amor. Aquí empieza la Patria.

Nota 3. La ley castiga a quienes obstruyen las vialidades. Por lo menos a los líderes deberían encarcelar.

 

Luz Elena Picos es directora de Red Social de Tijuana.

Correo electrónico: [email protected] 

www.lagacetaredsocial.com

 

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Luz Elena Picos
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