Recuerdo allá por 1970-1980, aquí en Tijuana, la antigua y urbana, que proliferaban los cines sobre ruedas bajo carpas de nylon y plástico. Se ponían en varios predios en la vieja Tijuana: ponían sus cinitos e iba el público. No había riesgo de violencia.
Sus palomitas en bolsa de papel, que eran hechas allí mismo (nada de microondas), los refrescos y a divertirse. No había temor de que estos cines se robaran los predios o los prescribieran como hoy, con las leyes fáciles. Nada de eso. Muchos terrenos eran de los Múzquiz, de los Bustamante, de los Calette, por nombrar algunos. Se respetaba lo ajeno.
Los cines ambulantes se iban por dondequiera y andaban por todo Tijuana. Se veían muy bien las carpas por las calles polvorosas de Tijuana. Algo como matiné, cortos y diversión. Recuerdo que también en las escuelas daban cinito en el salón y se atiborraba de alumnos.
Era interesante ese vivir. El cine sobre ruedas que ya no se vio jamás. Sólo los recuerdos quedan.
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Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez.
Tijuana, B.C.