El fantasma de los fracasos de “Kiko” Vega recorrió el Centro Cívico de Mexicali la tarde de este sábado 17 de mayo, cuando miles de personas sacudieron el corazón político de Baja California, con una pintoresca protesta revestida con un “norteñismo”, como lo es una carne asada. Sin embargo, la motivación de los mexicalenses para salir a la calle no fue el último gobernador panista, como ocurrió en 2017, sino Marina del Pilar Ávila Olmeda, la primera mandataria morenista que se dirige a cumplir su cuarto año de gobierno, en una de las peores crisis, una que sabe a declive.
En el Norte de México, el concepto de “carne asada” no tiene su valor en la comida como tal, sino en la convivencia íntima; la preparación se vuelve prácticamente un ritual familiar en la región. Así como los ciudadanos en Mexicali asocian los domingos de comida china como un concepto tradicional, la carne asada -al menos hoy- se volvió una antítesis del discurso oficial.
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La protesta, que vino a golpear al rostro de un gobierno que ha minimizado sus errores, su frivolidad y defectos, a través de espirales de silencio y de una caja de resonancia gubernamental, se sacudió la tarde de este sábado, mediante una peculiar manifestación que tuvo su inicio en punto de las 17:30 horas, pero que desde una hora antes ya se aglomeraban personas.
A diferencia de otras protestas opositoras al régimen donde se observaban camiones con letreros de PIMSA y vestimenta que hacía referencia a la agrupación político-empresarial OCUPA, en esta ocasión se pudieron observar familias, grupos de amigos jóvenes y mayores, los cuales tomaron la voz cantante de la protesta pacífica.
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Decenas de parrillas y asadores se colocaron en los alrededores de la explanada del Centro de Gobierno. Junto a ellas, algunos ciudadanos sentados en sillas de playa o plegables; mientras que otros picaban carne o preparaban salsas de diversos tipos.
En poco tiempo, el humo gris de cada cúmulo de carbón se fusionó en el cielo y esas decenas de personas que preparaban sus platillos, poco a poco se convirtieron en cientos, y luego en miles.
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Tal y como en cualquier reunión de carne asada, la mayoría convivía, protestaba y externaba sus gritos, mientras que uno o dos se encargaba de asar los cortes para el resto; la mayoría -era evidente- eran cortes trozos de carne especiales.
La protesta evidenciaba -en su mayoría- a una clase media inconforme, donde los gritos eran “Fuera Marina”, “Renuncia Marina”, pero también era despotricar contra el gobierno morenista.
Durante la protesta tampoco pudo faltar la creatividad de un sector de la ciudadanía para inconformarse, como el diseño de un cartón rectangular que asemejaba una visa estadounidense, en la que podías colocar tu cara, haciendo una referencia clara al génesis de la crisis política de la mandataria: la revocación de su pasaporte para cruzar al vecino país del Norte.
Otros llevaron piñatas con el rostro de la Gobernadora o incluso una pequeña estructura del Cocinero Chino, el cual no estaba terminado. Esto como una mofa hacia la estatua de 25 metros que se empecinó en construir el actual gobierno, con la intención de que los turistas pudieran “tomarse selfies”, pero que ha sido calificado racista por algunos miembros de la misma comunidad, al considerar a los chinos como hombres -o mujeres- de servicio, de cocina. La obra debía concluir en julio del 2024 y a la fecha sigue sin inaugurarse.
Mientras que unos comían, otros gritaban; algunos más se unían a la marcha contra la Diversifobia, un ejercicio de visibilización de la comunidad LGBTTTIQA, realizado cada año a nivel nacional, que coincidió en el día, hora y lugar, con la carne asada.
Al principio tenían una división marcada, pero poco a poco -principalmente los jóvenes- comenzaron a cambiar de lugar. A veces observaban el espectáculo de la comunidad LGBT y en otros momentos regresaban a la carne asada multitudinaria.
La voz se corrió rápidamente y mientras unos se iban, otros llegaban y se instalaban en algún rincón del Centro de Gobierno; ofrecían comida y cruzaban palabras con otros grupos.
Algunos tenían definidos los motivos por los que acudieron a la protesta, pues tienen familiares desaparecidos; o bien, son profesores a quienes no les han pagado sus interinatos. Otros, referían que la inseguridad estaba en su peor momento, e incluso se animaban a decir que la mandataria, pero sobre todo su esposo, era investigado por el gobierno de Estados Unidos.
Los grupos vinculados al sector empresarial también se hicieron presentes a través de una camiseta donde solicitaban reformas legales para emprender la revocación de mandato en contra de Ávila Olmeda.
Poco a poco el ocaso comenzó a despedir a las personas, pero antes de retirarse, un considerable grupo se aglomeró a un costado del Centro de Gobierno y comenzó a quemar una piñata con el rostro de la gobernadora.
El círculo de ciudadanos y canciones del grupo Molotov, cambiaron el estilo de la protesta que inicialmente se hizo con carne y grupos norteños que tocaban melodías clásicas del género regional mexicano.
Una piñata de la Gobernadora fue colocada en el centro y le prendieron fuego, ante el asombro de un gran número de personas. Por curioso que parezca, la idea de encender la figura de la Gobernadora se dio a raíz de que -por motivos no claros- se apagaron las luces de la explanada, dejando a cientos de manifestantes en la oscuridad.
“No nos vamos, no nos vamos”, comenzó a escucharse hasta que finalmente quemaron la piñata y la arrojaron de un lado a otro, mientras que cerraban el sábado de protesta entonando el himno nacional.
