Los mensajes a favor de la gobernadora Marina Ávila, han sido débiles y forzados. Marinistas en BC se pusieron la camiseta, pero figuras notorias de Morena no la han respaldado
Le pasaba al ex presidente Andrés Manuel López Obrador y le ocurre a la mayoría de los gobernadores morenistas, entre ellos, Marina del Pilar Ávila Olmeda: tienen una capacidad tremenda para escabullirse de cualquier escenario político adverso, pero son tremendamente incapaces de enfrentar verdaderas crisis de Estado, de gobierno, de esas que son definitorias de legado y memoria de un (o una) regente.
Al equipo de la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda le faltó capacidad para afrontar una crisis real, una que no tiene intereses políticos corrientes o que no forma parte de la “grilla” que tanto disfruta el oficialismo, pues ahí es donde mejor se desplazan. No, esta crisis se perfila para convertirse en el preámbulo del declive de la primera Gobernadora de Baja California, uno que es natural por encontrarse en la segunda parte de su mandato.
El pasado 10 de mayo, su esposo, Carlos Torres Torres, anunció en sus redes sociales que el gobierno de Estados Unidos le había retirado la visa para internarse en aquel país, diciendo que no le brindaron mayores detalles. Horas después, la misma gobernadora anunció que tuvo el mismo destino.
La codirectora de ZETA, Adela Navarro, confirmó -por medio de fuentes gubernamentales estadounidenses- que la revocación no fue ese día, sino semanas atrás, y que se dio cuando intentó cruzar la frontera; a Marina Ávila le notificaron directamente, vía consular, para evitar la exposición.
El hueco informativo generado por la desinformación gubernamental se ha llenado con versiones, rumores, chismes, verdades extraoficiales y noticias falsas, lo que ha provocado que se cuestione desde el parto de su hijo, Diego José, en Estados Unidos; una residencia en San Diego; y hasta lavado de dinero proveniente de huachicol. Lo único claro es que el gobierno estadounidense cambió su perspectiva sobre la mandataria y su esposo desde que asumieron el poder.
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La incertidumbre llegó hasta a la presidencia, donde la mandataria nacional, Claudia Sheinbaum Pardo, fue cuestionada por los medios de comunicación nacionales sobre el caso. En los primeros dos días no hubo respaldo y en el tercero hubo una negativa sobre retirarla de las mesas de seguridad, hecho que algunos marinistas consideran respaldo; la realidad es que es una postura tibia de la Jefa de Estado hacia una gobernadora de su partido que unos días atrás -ya sin visa- acudió al consejo político de Morena.
Hasta a Rubén Rocha Moya, el polémico gobernador de Sinaloa, quien incluso fue mencionado por el narcotraficante detenido en Estados Unidos, Ismael Zambada García, como una de las personas con las que se iba a reunir cuando fue “secuestrado” por su ahijado Joaquín Guzmán López, la cúpula morenista lo respaldó más que a la mandataria bajacaliforniana, quien ha sido avalada por diputados locales, federales de Baja California y una carta sin firmas del Senado de la República.
Ni Claudia Sheinbaum, ni Luisa María Alcalde, dirigente nacional de Morena; ni Andrés Manuel López Beltrán; ni Adán Augusto López Hernández, coordinador de la bancada del Senado; ni su proyecto político y ex secretaria particular, la senadora Julieta Ramírez Padilla; o Ricardo Monreal, coordinador de la bancada morenista en la Cámara de Diputados, tuvieron interés en unirse a la causa de Ávila Olmeda, al menos en el discurso.
Tampoco la Comisión Nacional de Gobernadores (Conago), que por cierto dirige la bajacaliforniana, mostró el apoyo con una de las típicas cartas que suelen firmar todos los mandatarios de ese partido.
Mientras la gobernadora, después de haber emitido información en su página de Facebook, convocó a una “atención a medios” para el lunes 12 mayo, donde leyó un posicionamiento en el cual ya no incluyó el nombre de su esposo, no aceptó preguntas de los representantes de los medios de comunicación, y aseveró que con eso daba por concluido el tema.
Sin embargo, al día siguiente, en medio de los rumores de cancelaciones de cuentas bancarias a su nombre en instituciones financieras de los Estados Unidos, una vez más hubo de salir a informar que ello no era verdadero, e incluso la Presidenta de la República refirió que habló con la de Baja California y confirmó que no tenía cuentas en bancos de California.
A pesar de haber “cerrado” el tema, de nueva cuenta el miércoles 13 de mayo la gobernadora abordó otros dos hechos relacionados a la revocación de su visa: primero, que no se requiere de visa de Estados Unidos para gobernar Baja California; y segundo, que su esposo, Carlos Torres Torres, seguirá siendo coordinador de proyectos estratégicos en su administración.
Ciertamente tener una visa de no migrante para acceder a territorio norteamericano no es un requisito para gobernar, pero la realidad es que la gobernadora Ávila Olmeda sí la tenía, pero se la revocaron, y esa situación es insólita no sólo en Baja California, sino en el país: que a un gobernador en funciones, el gobierno del vecino país le revoque el permiso que le había concedido para adentrarse en sus tierras.
Definitivamente, la crisis de la revocación de la visa de turista por parte del gobierno de los Estados Unidos es algo que la gobernadora y su equipo no han sabido cómo atender y salir adelante, debido, en parte, a que esto no había sucedido nunca antes, y además, a que el respaldo nacional para la mandataria bajacaliforniana no ha llegado.
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