La muerte súbita del Papa Francisco nos hizo reflexionar acerca de su trayectoria. Argentino, fanático del futbol, buen hombre cuyas encíclicas cimbraron al mundo, pues por primera vez la iglesia católica atendía con preocupación los problemas ambientales; también inició una apertura hacia la comunidad homosexual diciendo: “quién soy yo para juzgarlos”.
Hace poco vimos la película “Cónclave”, donde nos presentan el protocolo que se requiere para elegir al Papa. Las tomas dramáticas del Vaticano y de los espacios utilizados por los cardenales nos hacen pensar en lo dramático del evento y en las costumbres de la iglesia que logran elegir al Papa lanzando una cantidad de “humo blanco” y, aunque el final de la película se vuelve incómodo para el público, mereció haber ganado “óscares” por muchos de sus aciertos. No podemos dejar de pensar en la coincidencia.
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Francisco abre áreas de libertad e intenta adaptar la iglesia a las tecnologías modernas como la inteligencia artificial y logra una unidad dentro de la iglesia que se estaba perdiendo en una franca división entre los liberales y conservadores que hoy no se percibe con igual violencia. El Papa Francisco, aparte, un hombre bueno, inteligente, noble, argentino que amaba el futbol y que llevó el viento fresco de Sudamérica a los lóbregos pasillos del Vaticano. Su relación con el Papa anterior que se jubiló, Benedicto XVI, y que hizo que en algún momento hubiera dos Papas, fue francamente amistosa y generosa.
88 años no son tantos, pienso que aún había Papa Francisco para rato, como lo quiso demostrar en su paseo con el papamóvil y las ceremonias en las que participó durante la Semana Santa.
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Su intento de paz en Ucrania no fue escuchado, lo que ha causado muchas muertes innecesarias. Su influencia y la influencia de la iglesia católica es menor, pero no menos importante.
El Papa ha muerto…¡Viva el Papa!
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José Galicot es empresario radicado en Tijuana.
Correo: [email protected]
