“También Dios permitió a Moisés elegir a los ancianos que éste conocía. Ciertamente, es necesaria mucha sabiduría en esta clase de administración. Y no penséis que al no confiar a una persona la palabra, no necesita sabiduría: la necesita y mucha”.
-San Juan Crisóstomo, siglo IV. Homilía XIV “A Hechos de los Apóstoles”.
De visita pastoral en Mexicali, al Cardenal Norberto Rivera Carrera, El Padre Beto le decían allá por Canelas, Durango, su tierra. Incomodándolo, un periodista le insistió en qué se “rumoraba” que él podría ser uno de los sucesores de Juan Pablo II; que si qué probabilidades tenía el Cardenal Norberto, preguntaba, arrebatando la palabra a otros comunicadores. El Cardenal sencillamente le contestó: “Al menos tengo más posibilidades que mi hermana de ser Papa”.
Y respetuosamente consideraba el Cardenal Rivera que “los que saben no dicen nada, y los que no saben son los que hablan”.
Uno pensaría que México ha tenido pocos cardenales pero en realidad son algunos varios: el primero de ellos fue José Garibi Rivera, arzobispo de Guadalajara; años después don Miguel Darío Miranda, de la Arquidiócesis de México.
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Arzobispo de Guadalajara
Una mirada al primer Cardenal mexicano, permite considerar lo difícil de una vida como la de él; era rector del Seminario de Guadalajara cuando tuvieron que huir y esconderse con don Francisco Orozco y Jiménez, el arzobispo (1926) de la Persecución, al menos en Jalisco y Zacatecas. En este sentido, el segundo obispo de Tijuana (que fue consagrado como tal en Morelia, y no en Tijuana), don Juan Jesús Posadas Ocampo, originario de Tarimoro, Guanajuato, vivió su infancia en medio de la persecución religiosa en tiempos de San José Sánchez del Río, y tantos mártires michoacanos y del Bajío.
Don José Garibi Rivera, por ejemplo, fue compañero en el Seminario de personajes como Agustín Yáñez y el beato Anacleto González Flores.
Los Cardenales son personas sumamente sencillas y admirables, como don Adolfo Suárez Rivera, un santo Arzobispo de Monterrey que, con mucha sabiduría y prudencia, defendió la persona del legendario obispo de Chiapas Samuel Ruíz García. El Cardenal Suárez era originario de san Cristóbal de las Casas, y conocía la entrega auténtica del Tatic.
Cardenal fue don Javier Lozano Barragán, sacerdote originario de Zamora, Michoacán, quien siendo obispo de Zacatecas fue llamado a Roma para dirigir el Pontificio Consejo para la Salud, a pedido del Papa Juan Pablo II. Es el primer obispo mexicano en lograrlo.
Felipe Arizmendi, mexiquense de Toluca, fue obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y como tal fue reconocido como Cardenal. Admirable comunicador social, don Felipe no ha dejado sus columnas semanales en los periódicos de la OEM.
Los Solideos (Solo Dios) son “gorritos” púrpuras para los obispos y arzobispos, y blanco el del Santo Padre; y rojo, como el copete de los pájaros cardenales. El significado de solideo cardenalicio es que está dispuesto a derramar su sangre por Cristo y su esposa la Iglesia.
Un admirable caso reciente de sacrificio, es el del obispo de san Diego, California, que Francisco creó Cardenal no sólo de San Diego, sino que antes de morir lo trasladó a la sede de la Capital de Estados Unidos (USA), Cardenal de Washington, D.C.

Cardenal Arzobispo de México
Cuando el Papa Francisco visitó felizmente México en 2016, fue recibido también por el Arzobispo de Morelia, don Alberto Suárez Inda, que, entre otras cosas, le facilitó al Papa usar el Báculo original usado en el siglo XVI, por Don Vasco de Quiroga, el admirable y prestigiado jurista español seglar, convertido en Obispo de Michoacán, quién enseño a los purépechas y tarascos a tallar imágenes de caña como las llamadas hermanas: La Virgen de San Juan de los Lagos, de Zapopan, y de Talpa. Que por cierto veneran de manera especial los dos cardenales mexicanos papables ahora en el Cónclave, porque el Cardenal Robles Ortega es de Mascota, Jalisco, devoto desde niño de Nuestra Señora de Talpa; tanto como don Carlos Aguiar Retes, originario de Tepic, Nayarit, diócesis que tiene la bendición de administrar el Santuario de Talpa de Allende.
Como el Cardenal Bergoglio, Francisco, distingue a los Cardenales su amor y devoción a la Madre de Cristo. Santa María La Mayor.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.