No cabe duda que la agenda del mundo la maneja día a día el presidente Trump. Empezando por la guerra de Ucrania, donde está pactando una paz inconveniente para Ucrania, pero que no tiene de otra porque Trump amenaza con no enviarle más armamento y de alguna manera los insultos que utiliza han mermado la imagen del presidente Volodímir Zelenski. Putin no se la ha puesto fácil, pues exige y exige condiciones súper ventajosas en una guerra que no ha podido ganar en lo militar y quiere conseguir las victorias en lo político.
Entre Israel y Hamas, Trump ha metido su poderosa mano negociando directamente con el último y ha enredado en mucho, las de por sí turbias aguas del Medio Oriente. En pláticas con Irán está presionando para llegar a una negociación que evite el armamento atómico de este último, pero consolidando una relación; porque a Trump no le molestan los tiranos, pacta con ellos sin presionar por la democracia como en el caso de Venezuela y quizás Cuba, sin olvidar la cercanía -combativa- con el presidente de China.
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A México y a Canadá los tiene en la cuerda floja y constantemente en vilo, no se puede predecir en qué va a acabar el intento de sus confusas manifestaciones que podrán a largo plazo afectar a Estados Unidos tanto como a los dos países de la alianza. Nos damos por satisfechos con aranceles que son lesivos y hacemos un Plan México que tardará años en realizarse con apoyo a la agricultura; se tendrá que dar garantías a los empresarios mexicanos y extranjeros para que inviertan. No cabe duda que es folclórico y que sus expresiones groseras y violentas, incomodan, divierten y entretienen al mundo.
Se ve simpático vendiendo Teslas en la Casa Blanca, pero desde luego crea una imagen presidencial poco seria, pero respetable por la violencia que puede ejercer. Amenaza con reelegirse en cuatro años, o sea, convertirse en un dictador.
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Si señaláramos a Trump como uno de los emperadores romanos, me gustaría equipararlo con Calígula por deschavetado, pero el poder es tan grande que va dejando su huella y su marca indudablemente en la política del mundo occidental. Los recortes internos del personal de educación y de otras áreas quizás le van a servir para bajar los gastos y el presupuesto federal, así como los donativos a organizaciones mundiales que ha eliminado.
Esperamos que continúe la diversión, aunque nos preocupan las consecuencias.
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Larga vida a Nerón, Calígula, en su semejante Trump.
La inestabilidad que ha causado en el mundo y el potencial de desbalances económicos por sus “puntadas” hace que las bolsas de valores caigan y que sea difícil invertir pues la inversión exige seguridad.
Long Live to great America. Si a ellos les va bien, quizás al mundo también, que ya necesitaba una sacudidita.
José Galicot es empresario radicado en Tijuana.
Correo: [email protected]
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