En entrevista exclusiva para ZETA, la activista Eufrosina Cruz Mendoza, originaria de Santa María Quiegolani, Oaxaca, mujer orgullosamente indígena zapoteca, ex diputada local y federal, habló de cómo nació su compromiso y lucha para lograr que los derechos de las mujeres y niñas sean respetados.
Como primer paso, intrigada por querer saber más allá de lo que había a su alrededor, Eufrosina estudió una Licenciatura en Contaduría Pública, en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, seguida de una Maestría en Ciencias Políticas, en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, conocimientos que la ayudaron a empezar a reconocer y señalar los tipos de violencia de los que eran objetos las mujeres de su comunidad y otros contextos, lo que motivó su lucha por conseguir un entorno más equitativo.
“El que no te permitan participar en la asamblea de tu pueblo se llama violencia política; el que no te den dinero y trabajas más, eso se llama violencia económica, ya le ibas dando un nombre a eso que habías normalizado y cuando empiezas a nombrarlo, denunciarlo, a visibilizarlo, pues incomoda, pero ahí es donde está el reto de nosotras como mujeres de qué tan dispuestas estamos en asumir esos señalamientos y cuestionamientos. Es muy fácil cuestionar, criticar, pero qué costos asumes tu para modificar eso que te duele”, comentó la activista.
El activismo se volvió su herramienta para rechazar, criticar y cuestionar el contexto adverso en el que nació siendo mujer indígena, pero sobre todo, para motivar el cambio, convirtiéndose en su causa de vida.
“Vas tomando decisiones a lo largo de tu vida, cuando atraviesas un montón de circunstancias, cuando naces en circunstancias adversas, cuando naces en contexto donde tu historia ya está escrita, eres mujer y eres indígena y pues ya te fregaste, ¿no?. Pero en ese camino vas entendiendo, con el poder de la palabra, o sea la educación, que nadie va a cambiar la narrativa de tu historia si no lo provocas, si no lo construyes, si no lo cambias, mucho menos si no lo arrebatas. Todas esas causas te van llevando a que se convierta en causa de vida”, compartió la ex diputada federal.
En sus palabras, su lucha la llevó a entender que si no “arrebataba” un espacio en la vida pública, nadie iba a buscar que una niña jamás se tenga que casar o que las mujeres puedan ejercer el derecho de votar y ser votadas en una comunidad indígena.
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“Sin esas decisiones, sin esa causas y sin esas dolencias, hoy no estuviera yo aquí contando que gracias a eso logré modificar la Constitución de mi estado (Oaxaca) y de mi país, que la ONU haya adoptado esa iniciativa: el que México se convierta en el primer país de América Latina en nombrar y tipificar los matrimonio infantiles o equiparables como delito grave, estaba prohibido en los códigos penales, pero no estaba sancionado, y lo que no está sancionado se permite todos los días en este país”, indicó Eufrosina Cruz.
No obstante, Cruz Mendoza, expusó que aún queda mucho por hacer por las mujeres indígenas, ya que sus espacios están siendo “usurpados”.
“¿Aquí han llegado de verdad mujeres indígenas?, van usurpados esos espacios. Nosotras hemos tenido que arrebatar nuestros espacios. Han hecho reformas sin nosotras, han hecho instituciones sin nosotras. Pero resulta que ya estamos despertando y estamos exigiendo nuestras instituciones, porque antes de ser indígenas somos mexicanas con derechos y responsabilidades”, expresó la activista.
Cuestionada sobre si espera un cambio favorable hacia las condiciones de las mujeres ahora que el país es dirigido por la primera mujer presidenta, en este caso Claudia Sheinbaum Pardo, Eufrosina manifestó sentirse orgullosa de que por primera vez una mujer ostente ese cargo.
Sin embargo, la ex diputada de Oaxaca aclaró que mientras todos los días en el país 12 mujeres son asesinadas, 36 niñas son obligadas a casarse, mientras México sea primer lugar en la industria de la pornografia infantil, y el 70 por ciento de esa industria sean niñas mexicanas, “no estamos llegando todas”, y por lo tanto, la lucha debe continuar.