Encabritados por las recientes declaraciones e iniciativas de Donald Trump, los habitantes de Guasave deciden hacer algo para llamar la atención del mundo contra el país más poderoso y bélico del planeta.
El presidente municipal llama a los funcionarios del municipio y al comandante de las fuerzas de seguridad locales y les ordena enviar un WhatsApp a Washington DC, declarando la guerra.
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Se recibe el WhatsApp, y Trump pregunta a sus generales:
“Guasave nos declara la guerra … ¿Dónde rayos está Guasave?”.
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Después de 16 horas localizando al atrevido municipio, encuentran que Guasave es una pequeña localidad en la región centro del Estado de Sinaloa, además es Pueblo Mágico y tiene la primera fábrica de pozole fundada en el Continente Americano, y como antecedente del carácter guerrero del pequeño poblado, es la cuna de los algodoneros.
Analizando el riesgo de semejante conflicto armado, las autoridades militares estadounidenses deciden aceptar la guerra.
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El Presidente llama a su secretario de Defensa y ordena a su asistente:
“Contéstele al Gobierno de Guasave y dígale que aceptamos la guerra, y que además, nos digan con qué potencial militar cuentan”.
Se recibe el WhatsApp en Guasave, y después de leerlo, los habitantes deciden contestarle a los vecinos del norte:
“Contamos con 20 polis locales, 10 pistolas, 4 escopetas de caza, 8 camionetas municipales, 2 patrullas de policía, 20 bueyes (algunos más de 2 patas) además, la defensa civil, la cual está compuesta por el presidente municipal, la junta de vecinos, y como reserva el escuadrón de la muerte de los bares y cantinas del pueblo”.
El alcalde de Guasave dice a su gente:
“Envíeselos y que nos digan ellos con qué cuentan para hacernos frente”.
La respuesta de Estados Unidos no tarda en llegar:
“Contamos con 27 millones de soldados, 180 mil oficiales, 64 generales y 16 Almirantes, 200 mil cañones, 25 mil tanques, 36 mil aviones, 750 submarinos, 130 portaaviones, 180 buques cisternas, todo dirigido por satélite”.
Se recibe el WhatsApp en Guasave… respuesta de Guasave:
“¡Retiramos la declaración de guerra por no tener espacio para tantos prisioneros!”.
Autor: Un asesor de la Sedena.
El alcohol mata
Un borracho está bebiendo copa tras copa, se le acerca un amigo y le dice:
“¿No sabes que el alcohol mata a un millón de americanos cada año?”.
El borracho responde:
“¿Y qué? ¡Bien sabes que soy mexicano!”.
Autor: Un español.
Problema de aprendizaje
En una escuela de Kung Fu:
– Maestro, ¿por qué no avanzo en mi técnica?
“¿Has visto el atardecer, cuando las gaviotas vuelan libres por el inmenso cielo?”.
– Sí, lo he visto, maestro.
“¿Y has visto la cascada de agua golpeando la roca sin conseguir aparentemente nada?”.
– Sí, maestro.
“¿Y la Luna Llena que se refleja en el agua cristalina del lago?”.
– Sí, maestro.
“Ah, ya veo el problema; te pasas todo el día viendo babosadas en lugar de practicar”.
Autor: Un entrenador de karate.
Lógica y Matemática
Dos monjas salieron del convento a vender galletas. Una era la Hermana Matemática (M), y otra la Hermana Lógica (L).
M: “Está empezando a caer la noche, y aún estamos muy lejos del convento”.
L: “Hermana, ¿ya se dio cuenta de que nos sigue un hombre hace media hora?”.
M: “Sí, ¿qué será lo que quiere?”.
L: “Es lógico. Nos quiere agredir ya se imaginará cómo”.
M: “¡Dios mío! Calculo que si continuamos caminando a este ritmo, nos alcanzará dentro de 15 minutos. ¿Qué hacemos?”.
L: “La única cosa lógica que podemos hacer es caminar más rápido”.
M: “¡No está funcionando!”.
L: “¡Claro que no! Él hizo la única cosa lógica que se podía hacer: ¡caminar más rápido!”.
M: “Y ahora, ¿qué vamos a hacer? ¡Nos alcanzará en un minuto!
L: “La única cosa lógica que podemos hacer es separarnos. Usted vaya por aquel lado, y yo para este otro. ¡No podrá seguirnos a las dos!”.
El hombre decide seguir a la Hermana Lógica. La Hermana Matemática llegó al convento, preocupada de lo que pudiera haberle ocurrido a la Hermana Lógica. Al cabo de un rato, aparece la Hermana Lógica.
M: “¡Hermana Lógica! Gracias a Dios que llegó usted. Cuénteme qué ocurrió”.
L: “Ocurrió lo lógico. El hombre no podía seguir a las dos, por lo que optó por seguirme a mí”.
M: “¿Y después?”.
L: “¡Lo lógico!. Yo comencé a correr lo más rápido que pude, y él también”.
M: “¿Y…?”.
L: “De nuevo lo lógico. Me alcanzó”.
M: “¡Dios mío! ¿Y qué hizo usted?”.
L: “Hice lo lógico. ¡Me levanté el hábito!”.
M: “¡Dios mío, Hermana! ¿Y qué hizo el hombre?”.
L: “Él también hizo lo lógico. ¡Se bajó los pantalones!”.
M: “¡Ay, no!¿Qué ocurrió después?”.
L: ¿Acaso no es obvio, Hermana? ¡Una monja con el hábito levantado corre mucho más de prisa que un hombre con los pantalones abajo!”.
Autora: Una feminista, lógico…
