Las fundaciones de Estados Unidos han frenado la ayuda a organizaciones de atención al migrante, y en Tijuana hay espacios que corren el riesgo de desaparecer, ya que dependen de la caridad a través de donaciones en efectivo y en especie.
En mayo, la Casa del Migrante en Tijuana podría cerrar si no logra recaudar fondos para seguir operando y brindando atención a los repatriados y deportados que solicitan un espacio donde dormir y comer en la colonia La Postal.
“Si no entra un dólar entre hoy y mayo, cerramos definitivamente. Yo estoy seguro de que tenemos una cantidad de dinero y que la gente dona; no es que tengamos una cuenta de reserva grande, pero estamos usando poco a poco la reserva que tenemos. Hace cinco años estuvimos en la misma posición y salimos adelante con ayuda del gobierno, pero desde que entró AMLO, cortó todas las ayudas. Ahora, con todas las fundaciones congeladas, es más difícil”, explicó Pat Murphy, director de la Casa del Migrante en Tijuana.
Desde enero, el flujo de donativos provenientes de fundaciones y organizaciones de Estados Unidos se detuvo, principalmente aquellos que dependen de fondos gubernamentales. Esto se debe a la toma de posesión de Donald Trump como el 47.º presidente de Estados Unidos.
Ante la crisis económica, Pat Murphy ha optado por emprender una campaña de búsqueda de donativos económicos para poder operar, además de reforzar la eficiencia en la administración de los recursos para que sus reservas duren el mayor tiempo posible, especialmente para los gastos corrientes. “Más o menos son 40 mil dólares al mes, y la mayoría de este dinero se va en impuestos, sueldos y comida”, precisó el padre Murphy.
“Porque hubo recortes de parte de varias organizaciones como CRS, ACNUR y Unicef. Están evaluando sus entradas aquí y no sabemos qué va a pasar. Llevamos tres meses con los fondos congelados y no podemos esperar otros tres meses para ver qué sucede. Entonces, estamos tratando de ser más activos, más creativos, aplicando a otras fundaciones, por supuesto, pero también saliendo a hablar en diferentes eventos y parroquias para buscar más dinero y pagar los ‘billes’ que tenemos aquí”, agregó.
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Murphy ha conversado con otros líderes de albergues y organizaciones civiles y advierte que la crisis es generalizada. Se prevé que, a mediados de año, algunas organizaciones que dependen en más del 70 % de los fondos del gobierno de Estados Unidos o de organismos internacionales, como ACNUR, la sección de migración de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cierren sus puertas.
“Estamos más enfocados en conseguir dinero que en otra cosa, porque la gente es muy generosa y la comida llega. Aquí vienen iglesias, llegan personas que donan. Hay un señor que dona una cantidad de pollos cada mes. Pero lo que realmente necesitamos es lo que nadie quiere donar: dinero para pagar sueldos, para pagar gasolina, para pagar la luz, por ejemplo”, cuestionó.
Decepcionado por la crisis migratoria y presionado por la crisis económica, el padre Murphy también criticó las decisiones del gobierno de Claudia Sheinbaum, que decidió atender exclusivamente a los mexicanos deportados, sin considerar que la migración en Baja California es diversa, compleja e ignorada. “El gobierno no hace nada. Habla muy bonito de su obra de Flamingos, que es un desastre en mi opinión. Todos los Flamingos en la frontera son un desastre, con equipos de 200 personas. En lugar de donar el dinero a casas o albergues que ya existen, están gastando en este monumento que no tiene sentido”, dijo.
Con información de Yolanda Morales.