Pedro María Gasparotto, profesor de filosofía y misionero comboniano, conocedor del pensamiento griego y admirador de Sócrates no sólo por su pensamiento, sino por encarnarlo en su vida; Cicerón, y Séneca (Sobre la Brevedad de la Vida) hacia el vivir bien encaminaban sus letras y pensar.
“Quien no piensa como vive, acaba viviendo como piensa”. Han cambiado muchas cosas en nuestro mundo, pero el ser humano sigue siendo receptivo al buen pensamiento descrito en buenos libros, buenos discursos, y en especial en las buenas personas.
Hace poco el Papa Francisco proponía a las instituciones religiosas y eclesiásticas o de inspiración católica incluir en sus asignaturas a los grandes literatos de la humanidad.
Seguro que detrás de grandes obras literarias hay buenos pensadores, buenas personas.
El mundo, a partir del cristianismo, no sólo inició una nueva consideración del tiempo (antes y después de Cristo); la vida y la humanidad tienen una idea a veces no tan clara de lo que es bueno y de lo que es malo. Y el pensamiento influye en todas las actividades: derecho, medicina, artes, educación…
Habría que descubrir en estadistas, como José Mujica, o el pensamiento de Mario Benedetti, también uruguayo. Admirables ambos porque no siendo personalidades muy religiosas, su pensar y vivir lo enfocaron a las personas necesitadas o marginados. “Sólo Dios sabe quiénes estando dentro están fuera, y quienes estando fuera, en realidad están dentro”, expresara San Agustín en La Ciudad de Dios.
Publicidad
En los recientes procesos electorales, por ejemplo de México y Estados Unidos (2024), como en los imperios griegos, o en las dictaduras, o en las democracias, había para escoger biografías bien logradas con textos e imágenes que hacen saber cosas inverosímiles sobre los candidatos (Sheinbaum, Gálvez, Harris y Trump); cosas que, ya en el poder, no se ven en sus discursos y manera de vivir. Fue puro marketing. Dirían la gente sencilla que no rebuznan porque no se saben la tonada.
José Vasconcelos, quien acuñó el lema de la UNAM “Por mi raza hablará el Espíritu” (Santo) (UNAM), después de haber sido una de las inteligencias más grandes de América, terminaría sus días como Terciario Franciscano, y solía expresar que lo más difícil es poner de acuerdo las palabras con los hechos. A diferencia del dicho popular: Obras son amores, no buenas razones.
El judío Pablo de Tarso, de quien se dice es una de las inteligencias más grandes que han existido, se dolía de sus limitaciones personales a grado de decir que “Hago el mal que no quiero, y no puedo hacer el bien que quiero”.
Sí, dirían los alteños que muchos políticos son como los zopilotes estreñidos: planean, pero no obran.
Como para los chihuahuenses fue don José Fuentes Mares, un periodista y escritor que vivió conforme a su vivir; hay que descubrir en las letras el sentido de la vida. Periodistas, poetas y escritores deben pasar en ocasiones por la prisión y persecución, no como una maldición, sino como prueba de la grandeza de su vida y fortaleza de que Dios está con él; es el caso del poeta Miguel Hernández quien, víctima de la intolerancia franquista, redactara en prisión como San Pablo, sus mejores poemas y cartas. Eso hizo Nelson Mandela de quien ahora han editado cientos de sus cartas desde la prisión.
Nota: Octavio Paz (Nobel de Literatura 1990), renunció a la embajada de México (1968) en la India por la matanza de Tlatelolco. Y fue su padre, Octavio Paz Solórzano, quien vivió en Ensenada, B.C.
Germán Orozco reside en Mexicali, B.C.