“Ferromex es malo” es la expresión llana de Guillermina, una señora de 80 años de edad que la primera vez que abrió los ojos lo hizo en Pascualitos. Sumamente lúcida y apenada porque no estaba “preparada” para recibir visitas, abrió las puertas de su hogar a ZETA para exponer sus atesorados recuerdos en su comunidad de origen ferrocarrilera, una de las más antiguas de Mexicali.
Guillermina Verdugo es una de las personas de mayor edad que reside en la colonia Pascualitos, junto con alrededor de 200 familias, se fundó y desarrolló alrededor del crecimiento del sector ferroviario de la región, pues la entonces empresa pública Ferrocarriles de México (Ferromex) ofreció vivienda y servicios a todos los trabajadores, con el objetivo de atender las urgencias y necesidades alrededor de la Estación Pascualitos hace poco menos de 100 años.
“Todo esto era monte”, refiere Guillermina mientras apunta con su dedo anular hacia donde se ubican las vías del ferrocarril, a unos 100 metros de su vivienda, la cual tiene pegada en una de sus ventanas un logo de la Secretaría del Bienestar, que confirma, fue censada para recibir los apoyos de adultos mayores del Gobierno de México.
Nacida gracias a la partera de Pascualitos en Mexicali, la señora asegura que su padre trabajó en labores aledañas a la empresa pública Ferrocarriles Nacionales de México, misma que hace más de 20 años pasó a manos de la iniciativa privada, convirtiéndose en Ferromex.
Hoy, ese nombre le genera repudio al enterarse que la empresa pretende realizar una reestructura de lo que antes fue la Estación Pascualitos, con la cual -según vecinos- dejaría a 14 familias sin hogar, pues requerirían la demolición total de las estructuras, afectando a otras poco más de 90 viviendas, además de reducir y encapsular los accesos de la demarcación; sin mencionar que dos escuelas sufrirían consecuencias por la obra.
ZETA tuvo acceso a información general sobre el proyecto de Ferromex, el cual ya fue presentado a autoridades locales y federales. El objetivo es invertir 582 millones de pesos para la construcción de un patio de confinamiento de 9 kilómetros para aumentar la capacidad a 529 vías ferroviarias como parte de los requisitos de cumplimiento exigidos por el Gobierno de Estados Unidos, por lo que también se pretende trasladar parte de las maniobras ordinarias del patio, donde actualmente se ubican las instalaciones de Ferromex, en los alrededores del Centro Cívico de Mexicali, hacia la parte Sur de Mexicali. Específicamente en Pascualitos, donde también se construirán 12.4 kilómetros de nuevas vías.
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El proyecto de Ferromex ha sido cabildeado con todos los organismos gubernamentales, menos con los residentes de la comunidad que se identifica como una de las fundadoras de la Capital bajacaliforniana.
PASCUALITOS NO QUIERE DESAPARECER
Para Guillermina, Pascualitos está “más bonito que nunca”, pues además de contar con pavimentación y construcciones, tienen todos los servicios de alumbrado, recolección de basura, agua, drenaje y energía.
Dista mucho de lo que se podía ver en 1936, cuando inició la construcción de la conexión ferroviaria Pascualitos Punta Peñasco, misma que sufrió varias etapas hasta 1947, cuando se renovó el proyecto de la mano del entonces Presidente de México, Miguel Alemán.
En una narrativa, la cronista de la ciudad María Isabel Verdugo Fimbres aseveró que la construcción costó vidas humanas por el intenso calor, aunado a que, para delimitar las vías, se utilizaron vehículos regulares que eran destrozados por el intenso calor.
Carmen Ramírez, una de las líderes del movimiento y residente de Pascualitos por 36 años, declaró que durante este tiempo, Ferromex nunca tuvo interés en la comunidad, al grado de que les quitó algunos materiales con los que podían acceder a agua y otros servicios. En 2004, los residentes de la comunidad tuvieron acceso a cuentas de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Mexicali (CESPM) y cubren todos los servicios.
En una conversación con ZETA sostenida a las afueras del edificio de la “nueva” Estación Pascualitos, fundada en los años 60, Verdugo Fimbres comentó que destruir Pascualitos es borrar una importante pieza histórica de Mexicali, y es lo que pretende hacer Ferromex.
Mientras que José Héctor García, quien desde 2018 es jubilado de Ferromex, pero inició sus labores cuando todavía pertenecía al Estado mexicano, comentó que durante más de 30 años ha residido en su domicilio. Explicó que Pascualitos se fundó como una necesidad de la propia empresa gubernamental de tener personal disponible a cualquier hora y en todo momento, por lo que se construyeron asentamientos aledaños a la Estación Pascualitos.
Cuando se dio el cambio a Ferromex, dijo, algunos trabajadores fueron despedidos, pero otros tuvieron mejores ingresos y continuaron ascendiendo, al grado que él se jubiló como jefe de patio de la empresa.
Las viviendas no eran de su propiedad, sino un derecho para los trabajadores, por lo que tenían que abandonarlas cuando llegaban a su jubilación, a menos que pagaran una renta módica.
En junio de 2001, después de varios años, se extinguió formalmente la empresa Ferrocarriles de México y se abrogó su Ley Orgánica, por lo que todos los activos pasaron a manos de particulares. Sin embargo, una parte del decreto hecho público en el Diario Oficial del Estado, refería una concesión especial para los activos de trabajadores de dicha empresa. En dicho decreto se establece que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) se hará cargo de cumplir con todas las responsabilidades, entre éstas:
“IV. Llevará a cabo la regularización y tramitará la desincorporación de los activos remanentes, inclusive las casas habitación que han estado en posesión legítima de jubilados y pensionados de la empresa o sus sucesores para que, en su caso, se realice la donación correspondiente a Entidades Federativas, Municipios, pensionados y jubilados, instituciones públicas o privadas y asociaciones que no persigan fines de lucro, a fin de que sean utilizados para beneficio social, incluida la de asentamientos humanos con la intervención de las autoridades competentes, o bien, se proceda a su reversión al Gobierno Federal, o a su enajenación, sujetándose a lo previsto por la Ley General de Bienes Nacionales y la Ley General de Asentamientos Humanos”.
Uno de los artículos establece además que los derechos laborales de los trabajadores de Ferrocarriles Nacionales de México, “… generados conforme al Contrato Colectivo de Trabajo aplicable y a la Ley, serán respetados. En toda época, el Gobierno Federal garantizará complementariamente el pago vitalicio de las pensiones otorgadas a los trabajadores jubilados y pensionados, de Ferrocarriles Nacionales de México, en el caso de que el fondo de jubilaciones sea insuficiente”.
Bajo estos puntos, los residentes de Pascualitos aseguran que intentaron solicitar el título de propiedad de los inmuebles, pero la SCT nunca llevó a cabo los trámites, pese a los constantes intentos por parte de los residentes de la comunidad.
“El decreto nos lo dieron con Fox, a partir de esa fecha, empezamos con los trámites peor la SCT nunca le da trámite. Nunca nos dieron respuesta, nos acercamos a la SCT porque ahí en el decreto dice porque ellos dicen que la SCT debería hacer los trámites, yo me acerqué con Víctor Flores, líder nacional de ferrocarrileros, la SCT tampoco nos recibió”, refirió Carmen, a la vez de advertir que no aceptarán indemnización ni reubicación.
TEMEN SER DESALOJADOS
La diputada federal Laura Ruiz aseveró que intentaron sostener reuniones de trabajo con el delegado de la SCT, Rigoberto Villegas, pero éste se negó a recibirlos, por lo que tuvieron que acudir ante las oficinas centrales en Ciudad de México, donde se comprometieron a que no permitirían un desalojo.
“Los ciudadanos fueron a las oficinas de Ferromex, pero les dijeron que no les van a dar nada; es su patrimonio, llevan ahí toda su vida, es una colonia bien hecha, tiene escuelas, parques, primaria, kínder, la antigua estación la están haciendo un museo, llevan años ahí.
Así fuera una casa o fueran cien, es una persona, son personas con derecho a la vivienda”, afirmó la legisladora.
Asimismo, expuso que el proyecto de Ferromex es muy importante, pero realmente no ofrece aportaciones a la comunidad en general, sólo beneficio para unos pocos.
Al igual que los residentes de la comunidad, la diputada reconoció que las viviendas se encuentran en la concesión de Ferromex, por lo que jurídicamente hablando, hay elementos para realizar un desalojo, pero también es una realidad -dijo- que los ciudadanos tienen más de 30 años viviendo ahí, por lo que adquieren derechos.
Por otro lado, una concesión “no significa que sean dueños de las propiedades, pues bien puede llevarse a cabo una expropiación para proteger a los residentes de la comunidad pionera de Mexicali”.
Según Carmen y Héctor, Ferromex nunca ha visto por ellos ni se ha interesado en los terrenos, pese a que -en teoría- tienen 25 años operando en las instalaciones ferroviarias.
Agregaron que si bien, 200 viviendas serán afectadas en total, comunidades aledañas también sufrirán con la inversión de Ferromex, pues uno de los puntos es la construcción de una enorme barda perimetral que recorrerá todo Pascualitos y prácticamente cerrará el acceso a uno de los complejos más grandes y de mayores carencias en el municipio: Valle de Puebla.
Dicha construcción impediría el flujo de ciudadanos y de sus hijos a los planteles escolares ubicados en Pascualitos, además de cerrar las vías de acceso para ellos e incluso para un parque industrial y una recicladora que se ubican cerca de donde pretenden realizar la construcción.
Para concluir, los residentes de la comunidad señalaron que directivos de Ferromex con los que tuvieron oportunidad de platicar, les indicaron que deberían agradecerles por permitirles vivir por más de 20 años en dichas instalaciones sin pagar un peso y que los decretos emitidos en 2001 ya se extinguieron, por lo que no respetarán dichos acuerdos y de un momento a otro podrían iniciar con los desalojos.
ZETA sostuvo comunicación con un directivo de Ferromex, Jorge Beltrán, quien aseguró vía WhatsApp que canalizaría la petición con alguna persona adecuada, sin que al cierre de edición hubiera respuesta.