Los anticuados exhortos y veladas advertencias para sancionar a quienes provoquen altos niveles de contaminación del aire, son insuficientes. En BC la contingencia se acentúa en noviembre, diciembre y enero
La mañana del 25 de diciembre de 2024 pasó algo que pocas veces se había registrado en la historia de Baja California en torno al fenómeno de la contaminación del aire: por primera vez, Tijuana superó a Mexicali en la mala calidad del aire durante las fiestas, lo que encendió las alarmas en torno al comportamiento de la comunidad tijuanense en el cuidado del medio ambiente.
Durante el periodo de fin de año que abarca los meses de noviembre y diciembre, BC recibió 56 alertas ambientales a causa de la mala calidad del aire en Mexicali y 17 para Tijuana. En el caso de la Capital bajacaliforniana, en un total de 14 momentos a lo largo de casi dos meses, las estaciones de monitoreo han documentado un nivel morado, considerado el más alto, lo que generaría daños a la salud para cualquier grupo etario.
En promedio, esto quiere decir que en Mexicali prácticamente una vez al día existe un periodo de tiempo donde los altos niveles de contaminación afectan a toda la población en niveles graves, mientras que, en Tijuana, una vez cada cuatro días, se tiene un aire peligroso para respirar.
Cada año, agrupaciones como Redspira en Mexicali han hecho reclamos sobre la falta de atención por parte de gobiernos y sectores productivos para atender las recomendaciones para reducir las emisiones y sancionar a quienes contaminan. La problemática se percibe desde hace más de 20 años, pero históricamente se ha ignorado, pese a que se trata de una crisis.
Al inicio de esta administración, según comentó la secretaria de Medio Ambiente, Mónica Vega, en el Estado sólo se contaba con dos estaciones de monitoreo para la medición de los niveles de contaminación y la problemática del aire no era tema dentro de la agenda gubernamental. Hoy día son siete las estaciones de monitoreo y se distribuyeron a los municipios de Mexicali (3), Tijuana (2) y Tecate (1). A partir de ese momento, el Estado se dio cuenta de algo que ya se sabía: Baja California tiene un severo problema en las emisiones, principalmente de partículas PM10 y PM2.5; la primera se relaciona con el polvo, y la segunda, a la combustión generada por pirotecnia, uso de automóviles e incluso empresas de diversos ramos.
Si bien, la Secretaría de Medio Ambiente ha emitido algunas sanciones contra empresas que no cuentan con licencia de emisiones o incumplen con la legislación correspondiente -como el caso de Zahori en Mexicali-, la problemática persiste por diversos factores.
Nadie revisa a otro tipo de empresas como Siderúrgica de Mexicali o la emisión de olores en la zona del Sauzal, o bien, empresas del ramo bovino que realizan emisiones sin contar con cortinas de árboles para reducir su impacto, tal y como marca la Ley.
A todos ellos se suman las imprudencias de la comunidad en general, principalmente en Tijuana, donde la pirotecnia ilegal -principalmente de origen chino- se vende con un muy bajo estándar de sanciones por parte de autoridades municipales.
¿Cómo entra a nuestro país esta pirotecnia?, ¿cómo se distribuye y llega al consumidor final, que es el ciudadano irresponsable? Son acciones que demuestran que las autoridades gubernamentales ofrecen soluciones populistas o banales a problemas mucho más estructurales.
Hay indicios -al menos en Mexicali- de sitios ubicados como tienditas de droga, que durante estas fechas también venden este tipo de artefactos explosivos, lo cual confirma que grupos delictivos lucran con este tipo de marcado negro.
Los bajacalifornianos ya aprendieron a vivir con los dañinos niveles de calidad del aire durante esta temporada, y de la misma forma, los gobiernos sólo lo consideran un problema de dos meses al año. Al menos en 2024, el problema se reconoció, pero el verdadero reto estará en saber qué hacer con la información y qué acciones se tomarán para prevenir la polución y sancionar a los responsables.