En minutos escasos el mundo entero fue avisado noticiosamente con la quizás evitable tragedia del Boeing, vuelo 702216, de Jeju Airlines, que terminó mal su aterrizaje en la ciudad de Muan, Corea del Sur, el pasado 30 de diciembre de 2024. Tragedia que fue vista por muchos y que pone los sentimientos bajos al ver ese accidente.
Los sistemas hidráulicos trabajan con pistones que se someten a la presión con lubricante parecido a un aceite transparente, casi líquido. Mangueras de presión conducen el fluido; lo contraen o lo alargan y queda tenso, para soportar el peso del Boeing. Pero esos pistones necesitan fluido a presión para mantenerlos útiles, y esa presión de aceite la genera un sistema mecánico sobre una cámara de engranajes, que al ser sometidos a vueltas -y con su aceite- generan presión de empuje. Ese sistema de engranajes necesita un motor eléctrico o de combustible para generar las revoluciones necesarias y poner en marcha los engranajes de presión de aceite, que han de bajar o subir un pistón (como el tren de aterrizaje).
Un fallo eléctrico genera corto, se cae el suministro eléctrico o se funden los fusibles y se corta el sistema, impidiendo el funcionamiento del motor o cabeza hidráulica que transforma el aceite (sometido en cavidades de 5/8 o 1/2 en mangueras) para hacer funcionar los pistones, y así contraer o sacar las ruedas con su fuerte tren de aterrizaje de un Boeing comercial.
Los pilotos soportan estresantes tareas al pilotear, con los paneles en capacete y tablero de cabina de mando de un pájaro de acero. En casos muy extremos, el capitán de dicha nave es quien tiene la última palabra y mando, por lo que debe ser un piloto con inteligencia, capacitado para encaramase a la cabina de un aparato volador.
Inteligencia, mecánica y electromecánica, los tres pilares que mantienen en el aire a un Boeing (además de la turbosina). Estos tres factores en la aviación son básicos para mantener un avión en el aire tras dejar la plataforma de hormigón. Quién no se conmocionó con ese video, al ver al gigante volador sin llantas y sin frenos, terminando en segundos con 179 vidas, conmoviendo al mundo entero. En paz descansen esas víctimas.
Es una experiencia para la aeronáutica mundial, para mejorar en situaciones y aspectos que puedan evitar tragedias a futuro. Claro, el riesgo de volar está presente. El mantenimiento nulo o exceso de uso también generan fallas. Y tantas hipótesis se manifiestan sobre este caso, como si un ave fue succionada por una turbina. Lo que sí, debían tener una punta o cono, como un helado grandote conformado por el cono y la turbina, con la punta puntiaguda hacia delante, apuntando en trayecto a despegar; pero procurando aberturas pequeñas, donde no penetre un ave (que golpee, mas no entre a la turbina con aspas), y así evitar el fallo.
Si los abanicos de autos traen protección en sus aspas (con tolvas de plástico) para evitar tocarlas o que caiga un objeto extraño, y así evitar la destrucción del sistema de enfriamiento de un vehículo terrestre automotriz, los jets Boeing deberían de tener también una protección; quizás un cono de fibra, plástico, con aperturas de entrada de aire, pudiendo evitar fallas en turbinas.
Lamentable, doloroso, penoso, costoso y triste año viejo vivieron los consanguíneos de esos pasajeros en el continente asiático. En paz descansen, y resignación a sus familiares y tengan pronta y merecida paz.
Feliz año a todos.
Atentamente,
Leopoldo Durán Ramírez.
Tijuana, B.C.