Parece que uno de los que muy seguramente quedará fuera de la administración estatal en las próximas semanas, es el director del Instituto de Movilidad Sustentable, Jorge Alberto Gutiérrez Topete. Como es sabido, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda tiene fecha límite para cumplir con un gabinete paritario. Esto en virtud de las reformas constitucionales impulsadas por la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, que obligan a los gobiernos a tener un esquema dividido para hombres y mujeres en los espacios de poder. En estos momentos, Ávila y su equipo más cercano se encuentran evaluando a los perfiles a los que le darán salida debido a un tema exclusivamente constitucional; pero el que ya está metiendo sus cosas en una caja y que ya está cantando la canción de José Luis Perales, “Un Velero Llamado Libertad”, es el conocido como Bibi, pues la gobernadora ya le retiró el apoyo absoluto, al grado de que no le contesta los llamados ni los mensajes. El motivo de la ruptura entre la mandataria y el Bibi se da específicamente por el desastroso proceso de credencialización y las consecuencias del alza a la tarifa de transporte. Y es que -como es sabido- en los municipios de Tijuana y Ensenada se generó un incremento sustancial en el precio del transporte público, bajo el argumento de una homologación del precio a nivel estatal, además de que -según dijo- existe un incentivo para que las personas puedan pagar menos si cuentan con las credenciales ofertadas por el mismo Estado. El problema es que el incremento a la tarifa se dio en Ensenada y Tijuana sin entregar credenciales, lo que provocó que la ciudadanía se viera severamente afectada por los nuevos precios. Pero el colmo fue cuando se dieron cuenta que en el incremento -en Ensenada- incluyó el retiro del apoyo social a personas con discapacidad, los cuales podían abordar el transporte público de manera gratuita, pero que a partir del 1 de enero se instauró una cuota de 7.50 pesos. Este incidente empeoró la ira de la ciudadanía y desencadenó una serie de manifestaciones que culminaron con un reconocimiento del error por parte de la mandataria estatal. Los platos rotos los va a pagar el Bibi y ahora se espera que sea uno de los sacrificados para cumplir con la paridad en el gabinete, pero la realidad es que ya no lo toleran en la oficina de la Gubernatura.