Aguas, falta poco pa’ que llegue. “¡Corran! ¡Escóndanse!”, dicen los migrantes, debido a que el 20 de enero llegará al poder el “gigante egoísta”. Sí, ese que parece salido del cuento de Oscar Wilde. Sí, el constructor de muros. Obviamente me refiero a Donald Trump, pues regresará a la Casa Blanca como presidente de los Estados Unidos.
Y como era de esperarse, los migrantes están preocupados, ya que todo su gobierno se está preparando para cumplir con las promesas de campaña en materia de política migratoria. Recordemos que en el 2016, la propuesta de la construcción del muro fue una de las principales razones que lo llevaron al triunfo. Ahora, para este 2025, su idea sigue vigente, pero va acompañada con la amenaza de llevar a cabo la mayor operación de deportaciones en la historia de Estados Unidos.
Pero, ¿qué ocurrirá si Trump cumple con su promesa de llevar a cabo las deportaciones masivas? Lo más probable es que existan repercusiones económicas significativas, especialmente en sectores que dependen en gran medida de la mano de obra migrante. La industria agrícola, de la construcción, hotelería y otros sectores que emplean a migrantes irregulares, podrían verse afectados, lo que generaría una falta de trabajadores en áreas clave de la economía estadounidense. Así que muchas empresas podrían enfrentar dificultades al tratar de sustituir una parte considerable de su fuerza laboral.
Es obvio que Trump sabe las consecuencias de cumplir aquella amenaza y que su discurso lleno de xenofobia, racismo y criminalización en contra de los migrantes no tiene sustento en informes, datos o cifras verificables. Es mentira eso de que “todos son criminales o asesinos y que le quitan el trabajo a los ciudadanos americanos”. Muchos de ellos cruzan la frontera con la intención de encontrar un empleo digno, e incluso realizan labores pesadas o peligrosas que nadie quiere hacer en Estados Unidos. Por ello, no se debe generalizar, sino que se debe analizar la problemática migratoria de manera integral, porque cada migrante es diferente.
Donald Trump y su gabinete deberían ponerse el sombrero blanco del que tanto habla Edward de Bono en su libro Seis sombreros para pensar y tomar decisiones basados en hechos objetivos y cifras.
Para quienes no han leído el libro, les cuento que el autor sugiere la estrategia de usar seis sombreros de colores, principalmente como técnica creativa para pensar de una manera diferente a la habitual, pero también ayuda para afrontar la toma de decisiones o la resolución de conflictos. Cada sombrero representa seis enfoques de pensamiento distintos. En el caso del sombrero blanco, representa neutralidad, de modo que la persona que lo utilice deberá encargarse del pensamiento objetivo y únicamente podrá basarse en hechos, cifras o estadísticas verificadas para la toma de decisiones.
Así que, al portar el sombrero blanco, Trump y su gobierno tendrían que resolver parte de la problemática migratoria con base en hechos y cifras verificables. Y con esta sencilla dinámica, se darían cuenta que su discurso no tiene sustento en la realidad.
Sin embargo, es probable que Trump jamás se ponga el sombrero blanco y, por el contrario, se mantenga firme en su amenaza, porque le hizo ganar popularidad y además, le seguirá ayudando a dar un espectáculo mediático. No obstante, este no es el mejor momento para que cumpla con su promesa de campaña, ya que después de lo sucedido con los incendios forestales en California, necesitará mano de obra para la reconstrucción de las viviendas destruidas.
Atentamente,
Iris Marlen.