La noche del 30 de diciembre de 2024, en la víspera de Año Nuevo, una narcomanta fue colgada en la colonia Libertad haciendo referencia a Semanario ZETA. El acto de terrorismo, que se supone es investigado tanto por la Fiscalía General del Estado como por la de la República, sigue impune. A saber, quienes colocaron el mensaje criminal en una campaña mafiosa para deslindarse de actos delictivos publicados en esta casa editorial y escindirse de pactos con el Cártel de Sinaloa, son cómplices de Brayan Corona alias El Apache, narcotraficante mexicoamericano asociado al Cártel Arellano Félix. Como la mayoría de las amenazas realizadas contra ZETA y los atentados que arrebataron la vida a nuestros compañeros y fundadores del Semanario, el hecho criminal no es investigado para llevar a los responsables ante la justicia, vulnerando aún más el ejercicio de la libre expresión en Baja California y en México. Sin embargo, en esta redacción no cejamos en nuestro derecho y libertad a continuar ejerciendo el periodismo de investigación, con el compromiso de las palabras del fundador, quien sobrevivió a un atentado, también impune, en 1997, J. Jesús Blancornelas: “No puedo permitir que los narcos piensen que pudieron quebrar el espíritu de ZETA, ni que los lectores crean que tuvimos miedo”. Hace unos días, el lunes 20 de enero, a menos de un mes de la narcomanta, esta casa editorial registró otro ataque. Uno digital. Esa tarde, personas no identificadas protagonizaron un ataque masivo en un intento por derribar el sitio electrónico del semanario, www.zetatijuana.com, con la intención de que las historias periodísticas ahí publicadas no fuesen vistas por los cientos de miles de lectores digitales que diariamente consultan la página. El ataque fue orquestado a partir de servidores en el extranjero, que, utilizando programas virulentos, comenzaron a enviar millones de solicitudes automatizadas al sitio, agotando los recursos del servidor hasta derribarlo; en promedio, enviaron 100 millones de solicitudes cada hora. La página de ZETA que fue de manera inmediata protegida contra el ataque, registró sin embargo algunas limitaciones durante algunas horas: no se desplegaba el sitio en celulares o computadoras, no se podía actualizar la información, o era difícil acceder a los archivos y notas. Para el martes 21 se había logrado estabilizar el sitio electrónico del Semanario, pero los ataques no cesaban, los estaba realizando “alguien” con conocimiento y motivación para derribar la página electrónica, ya sea a través de la contratación de extranjeros para bombardear con solicitudes la página, o a través de una agencia de bots y trolls, tan comunes hoy día en México. El miércoles 22 pudimos tener control de la página electrónica pero los ataques no se detuvieron, aun para el jueves 23 de enero, se registraron más bombardeos: 6 mil 750 solicitudes por segundo, 24 millones 300 mil por hora, 583 millones 200 mil al día. Aunque para el momento, el sitio electrónico ya había sido protegido. Al final de la semana, ZETA sobrevivió al ataque digital para censurar sus contenidos en la internet, y los lectores pueden seguir consultando la página y lo que ahí se publica tanto en el día a día como en la edición impresa. A pesar de los ataques, las amenazas, los intentos de censura, continuaremos haciendo periodismo, libre como el viento.