En la familia
encontramos la continuidad,
la sucesión,
y aunque los descendientes nos pertenecen
vamos viendo
cómo las nuevas costumbres,
las nuevas ideas,
los cambios,
van marcando nietos;
jóvenes
en la flor de la edad
cuyos destinos
esperamos alcanzar a ver
y quizás ayudar si es necesario.
Empiezan a aparecer bisnietos,
los hijos de los hijos de los hijos,
en su modernidad,
en la cultura cambiante de la humanidad,
en los gustos e ideas de niños que crecen en pavimento,
que no tragan tierra
y pululan enfermedades que antes no existían
o no eran entendidas como tales,
como el autismo.
Los retos del futuro
son duros:
el medio ambiente,
las guerras,
la contaminación,
el abuso de la tierra,
la falta de agua,
la carencia de comida (la ley de Malthus),
la proliferación de las armas atómicas,
el control técnico de las masas,
a través del algoritmo
y de la comercialización inducida.
Seamos optimistas:
el hombre será longevo,
con capacidad;
será cuidado con medicinas avanzadas;
y los retos de supervivencia
encontrarán caminos en la ciencia.
El futuro se presenta
con dos características:
lo ominoso de la decadencia natural
de sus causas y de sus cauces;
por otro lado, el futuro se presenta
optimista desde la alegría de los niños,
los conocimientos avanzados de la ciencia y la tecnología
y la búsqueda de soluciones a enfermedades perenes.
El ying yang siempre presente,
el bien y el mal
en su lucha eterna.
Dios cuida de la humanidad
para que siga su sino
de conquistar el universo
para ponerlo al servicio del bien.
José Galicot es empresario radicado en Tijuana.