“Te aseguro que he hecho más por los mexicanos y en obsequio de la Virgen Guadalupana, que por los italianos en honor de la Santa Casa de Loreto”.
-Benedicto XIV (1740-58)
Cuando los superiores de la Compañía de Jesús llamaron al misionero Juan María Salvatierra en la Tarahumara, Chihuahua, para servir en el Noviciado de Tepotzotlán, casi 200 rarámuris a pie, desde la sierra, caminaron hasta exigir en México, que les devolvieran a su sacerdote, el padre Salvatierra.
Milanés de Italia, y huérfano de padres, creció con su hermana mayor, bajo la protección del Ducado o nobleza; de ahí su nombre: Salvatierra Visconti.
El inolvidable mexicano eminente historiador, Miguel León Portilla, con motivo del Tricentenario de la Fundación de la misión sudcaliforniana de Nuestra Señora de Loreto (1697), reproduce en su obra Loreto, Capital de las Californias, las cartas originales y fundacionales del misionero en Chihuahua y fundador prácticamente del Cristianismo en Baja California.
Revela León Portilla en la edición facsimilar de las Cartas de Salvatierra, que el jesuita acostumbraba en su estancia en la Ciudad de México y Tepotzotlán, “pasar su día de descanso en la Villa de Guadalupe”.
De hecho el espeleólogo explorador Carlos Lazcano Sahagún (Ensenada, BC), un chihuahuense por adopción que ha escrito varios libros sobre Chihuahua, fue quien descubrió con equipo de colaboradores, que la cascada más grande de México no es la de Basaseachi, sino la de la Piedra Volada, con 453 metros de caída libre (207 más que Basaseachi).
Lazcano, antiguo colaborador de México Desconocido, entre sus locuras juveniles, como geólogo (UNAM), en cuatro-cinco meses a pie con un par de amigos cruzó el Camino Real Misionero, desde Cabo San Lucas hasta Ensenada; conoció las antiguas misiones jesuíticas, pinturas rupestres, el Valle de los Cirios y muchos ranchos centenarios.
En fecha reciente, Carlos Lazcano, profesional en los mapas, ha documentado que la primera misión del jesuita italiano Eusebio Francisco Kino fue la de Nuestra Señora de Guadalupe de las Californias en abril de 1683. Kino llegaría a Sonora en 1685 con los seris, y hasta 1687 con los pimas. Primero atenderá a los cochimíes y guaycuras, como el padre Salvatierra a los tarahumaras.
Con ser italianos y devotos de la Virgen de Loreto, los jesuitas italianos fundadores de Chihuahua, Sonora, y Baja California, son, pues, devotos guadalupanos; y no de la virgen española, sino de la Inmaculada del Tepeyac. La Mexicana. La Madre de Dios por quien se vive; la que, sostiene Octavio Paz, ha hecho más por los mexicanos que todos los políticos juntos.
El jesuita Salvador de la Vega en su libro Italia Guadalupana (1936), menciona 14 Pontífices Guadalupanos, destacando Benedicto XVI (1740-58); León XIII (1873-1903); San Pío X (1903-1914); Benedicto XV (1914-1922); y Pío XI (1922-1939).
Indudablemente los mexicanos somos privilegiados por Dios, en cuanto a la Virgen de Guadalupe, no sólo porque es el santuario más visitado del Mundo Mariano, sino por las apariciones al indio San Juan Diego, y quedarse plasmada su imagen sagrada en la memorable tilma o ayate de Juan Diego; que no hay que olvidar mandó dinamitar el cruel general y presidente Álvaro Obregón (1926).
La Iglesia Católica es muy cuidadosa canónicamente para reconocer las apariciones marianas; en el caso de la Guadalupana, bastaron 91 años para conseguir la confirmación apostólica del culto tributado a la Virgen del Tepeyac; en comparación a más de 500 años en el caso de la Traslación de la Santa Casa de Loreto, y más de 1,700 años para la Aparición de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza, España.
A los 14Pontífices Guadalupanos, habrá que agregar a Pío XII, San Juan XXIII, San Pablo VI, Juan Pablo I, y San Juan Pablo II; además del Papa Benedicto XVI, y Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco. Tan sólo el polaco Karol Wojtyla quiso consagrar su pontificado a la Inmaculada del Tepeyac, haciéndolo en su primer viaje internacional en enero de 1979.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.