“No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo.”
-Evelyn Beatrice Hall
Cada 16 de noviembre, el mundo celebra el Día Internacional para la Tolerancia, una fecha instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1996 para recordar la importancia de la convivencia pacífica entre distintas culturas y naciones. Este día nos recuerda que, en un mundo cada vez más interconectado, la tolerancia es esencial no sólo como valor, sino como un pilar para el desarrollo humano y la paz duradera.
La tolerancia implica reconocer los derechos y libertades de las demás personas y exige asumir un compromiso activo hacia la justicia social. En el contexto actual, donde la intolerancia a menudo se manifiesta como injusticia, discriminación y violencia, esta fecha adquiere un nuevo significado. Combatir estas formas de exclusión exige una respuesta integral: desde un marco legal sólido hasta una educación que fomente la comprensión y el respeto.
La educación en tolerancia es fundamental. Frecuentemente, la intolerancia surge de la ignorancia y el miedo a lo diferente. Es por ello que la UNESCO hace hincapié en la necesidad de una educación inclusiva que aborde estos temas y enseñe el respeto a los derechos humanos. El acceso a la información juega un papel crucial en esta lucha: en un mundo donde los discursos de odio y la desinformación pueden proliferar fácilmente, garantizar un acceso igualitario a información veraz es una herramienta vital contra la manipulación de hechos y prejuicios que alimentan la intolerancia.
Es aquí donde el papel del INAI adquiere relevancia. En la democracia, el derecho a la información y la protección de datos personales son fundamentales para empoderar a la ciudadanía, promoviendo un entorno de transparencia y responsabilidad gubernamental. Estos derechos permiten que las personas se involucren activamente en la vida pública, lo que fomenta una sociedad más informada y, por ende, menos susceptible a la intolerancia. La transparencia y la protección de datos personales son, en esencia, derechos humanos que sostienen la participación democrática y el ejercicio de una ciudadanía consciente y responsable.
Sin embargo, ser tolerantes no basta; necesitamos dar un paso más allá y aspirar a una sociedad que no solo tolere, sino que acepte y celebre las diferencias. La tolerancia es el punto de partida, pero el objetivo final es alcanzar una verdadera integración que reconozca y valore la diversidad como una fuente de riqueza. Esto implica promover políticas inclusivas y proteger los derechos de las minorías. Un entorno democrático robusto se construye sobre la base de la aceptación y el respeto mutuo, y es responsabilidad de todos, tanto ciudadanía como instituciones, trabajar hacia esta meta.
La ONU, en su labor por promover la paz y los derechos humanos, ha subrayado que la intolerancia no se combate sólo con leyes, sino que requiere una toma de conciencia individual. Todas y todos debemos asumir un papel activo y examinar nuestras propias actitudes y prejuicios. Sólo así podremos romper el círculo vicioso de desconfianza y confrontación que genera conflictos y divide a las comunidades.
Para luchar contra la intolerancia y avanzar hacia una sociedad inclusiva, no basta con una política gubernamental o una declaración internacional; necesitamos de un esfuerzo colectivo que abarque todos los niveles de la sociedad. La empatía es una herramienta poderosa para crear una cultura de paz y respeto. En un contexto global marcado por la interdependencia, la solidaridad y el diálogo son fundamentales para abordar los problemas comunes.
Al reflexionar sobre el Día Internacional para la Tolerancia, recordamos que el respeto por los demás es la base de cualquier sociedad democrática. Las palabras Evelyn Beatrice Hall, emulando al pensamiento de Voltaire, resuenan en este contexto: tal vez no compartamos las ideas o creencias de los demás, pero en una sociedad justa y democrática, defenderemos siempre su derecho a expresarse. Porque es en este acto de defensa mutua donde se encuentran la esencia de la tolerancia y el principio de un verdadero respeto a la diversidad.
Adrián Alcalá Méndez es bajacaliforniano, comisionado presidente del INAI (Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información, y Protección de Datos Personales).