Un gobierno “transparente” fue el que el alcalde de Tijuana, Ismael Burgueño Ruiz, se comprometió a encabezar al asumir el cargo. Sin embargo, a 53 días de gestión, ese compromiso no se ha cumplido. Si durante el trienio de Montserrat Caballero el acceso y flujo de información fue complicado, con Burgueño al frente, parece haberse convertido en una misión imposible. Sus funcionarios no conceden entrevistas a medios de comunicación ni se quedan al término de la conferencia semanal -realizada los jueves- para responder cuestionamientos y dudas. Peor aún, durante las conferencias matutinas, ahora ni siquiera se permite a los reporteros formular preguntas relacionadas con temas de interés para la ciudadanía. El director de Comunicación Social, Luis Palafox, quien en su anterior gestión al frente del área en la Fiscalía General del Estado restringió el acceso a la información, ha implementado nuevas limitaciones. En las conferencias matutinas sólo se permiten tres preguntas por tema. El que alcanzó, alcanzó… ¡uf! La razón detrás de estas restricciones, que dificultan aún más el acceso a la información y entorpecen el ejercicio de transparencia gubernamental, es que los funcionarios tienen instrucciones directas del alcalde de no atender a los medios hasta que “estén listos” con los temas que se les solicitan, lo cual genera una pregunta lógica: ¿No se supone que los funcionarios deben estar informados y preparados para responder sobre su área de competencia desde el momento en que asumen el cargo? ¿Han transcurrido más de 50 días de la nueva administración y aún no están listos? ¿Cuánto tiempo más necesitan? No se puede considerar transparente a un gobierno cuyos funcionarios no rinden cuentas. Que alguien explique a Burgueño, a sus funcionarios y a su director de Comunicación Social que eso no es transparencia. Y de paso, que les recuerden el compromiso adquirido y la palabra empeñada.