Hugh Grant es un gran actor, pero aún está por verse hasta dónde puede llegar. La actuación en esta película con dos directores, Scott Beck y Bryan Woods, deja expuesta la versatilidad extraordinaria de este artista británico, pues lejos de la comedia romántica en la que tanto ha trabajado, ahora su papel tiene que, por obligación, dar miedo. Y la manera en que Grant logra su objetivo es simplemente fascinante.
La historia comienza cuando dos chicas, misioneras de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tocan la puerta del Señor Reed. La Hermana Barnes (Sophie Thatcher) y la Hermana Paxton (Chloe East) son muy distintas en el fondo: la primera aquí citada cuestiona más la fe mormona, mientras que la segunda cree a ciegas.
Reed, en sí, representa la duda que toda persona tiene por más religiosa que sea. Sin embargo, el personaje cuestiona con un dejo de sarcasmo y va a la yugular cuando les pregunta a las jóvenes sobre la controversial poligamia. Eso es sólo el inicio de una suerte de acertijos que cada vez se vuelven más profundos y terroríficos, pero la tensión que se logra es más psicológica que visual. Es decir, pensamos más y sentimos menos con este interesante filme.
Ayuda la mansión tétrica en la que vive este señor supuestamente acompañado de una esposa que no asoma la nariz. Por supuesto que al final esperamos “gore”… sangre, vaya, bastante, aunque más que un lugar común, que al final no parece evitarse, la película se sostiene gracias a un Hugh Grant genial, divertido, audaz y muy convincente. Su participación salvó a Beck y Woods de no caer en más de lo mismo. *** y media.
Punto final.- De vez en cuando se vale recomendar una serie corta. En este caso es el “Asalto al Banco Central” en Netflix.
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