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jueves, noviembre 21, 2024
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Todo cambia

Las cosas que eran indispensables y que ya no usamos. En cada bolsa había un pañuelo de tela; en el campo era indispensable el paliacate para secarse el sudor. Yo creo que, hoy día, uno de cada mil personas trae alguno de estos adminículos en la bolsa.

Los lápices, las plumas de cartucho y de tinta y bombita son cosas del pasado. Las medias de seda son hoy poco menos que obsoletas; las operadoras de teléfono sólo aparecen en emergencias; los autos de velocidades con palanca se van reduciendo y pronto quizás los de gasolina. Los relojes de cuerda se conservan como un lujo atávico, pero de que van a morir, van a morir.

No cabe duda que los tenis y los zapatos cómodos van sustituyendo a los de agujetas, y prácticamente la vestimenta se va volviendo “sport” y cómoda. Pareciera que todos los hombres se han uniformado con pantalones de mezclilla y chamarras de nylon en forma de cuadritos, que tienen plumas adentro que las hacen calientes y ligeras (por cierto, muy cómodas). Todos los personajes que conozco poseen esta vestimenta.

Un implemento que siempre ha sido inútil, pero que viste, es la corbata. Querido lector, ¿cuántas veces en este año te has vestido de corbata? Los ligueros quedan como un símbolo raro e inútil de sexualidad.

Por supuesto que los cerillos, encendedores y demás artilugios van desapareciendo con los cigarros y las pipas. Pero se mantienen por el uso de velas aromáticas que ocupa aún su pequeño espacio.

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Los periódicos batallan con las noticias por internet; y los cines, otrora atiborrados, sólo se llenan cuando aparece un blockbuster que requieren el espacio de la pantalla grande y que va siendo sustituido por Netflix, sus secuelas y competidores.

Los centros comerciales son atacados ferozmente por las compras de Amazon, Ali-baba, Mercado Libre, etcétera, y vemos cerrar cadenas y tiendas que nos fueron habituales. Como último bastión, quedan las tiendas de lujo y de marca, pues el consumidor quiere y requiere una experiencia personal de compra, y el vendedor se muestra especialmente amable y halagador. Sólo van quedando los espacios donde la mano de obra y el contacto personal son necesarios, como salones de belleza, masajes, etc., pues reciben comisiones de las ventas. Las compras por internet han rebasado las compras físicas.

¿Quién recuerda las fotos que requerían un rollo que debía revelarse? ¿Quién se acuerda de Kodak? Una delegación de jóvenes visito al Sr. Toyoda, de Toyota, y uno de los chicos se explayó hablando de productos de la empresa que fueron importantes. El Sr. Toyoda le comentó: “Una empresa hoy día que tiene pasado de éxitos, no necesariamente garantiza los triunfos del futuro. Por lo tanto, una empresa es importante por lo que es hoy en día y por el potencial de lo que va a ser”. Esta filosofía está impregnada en las empresas actuales.

Renovarse o morir; reinventarse, pues los gustos y necesidades de la gente se van transformando. ¿Quién escribe una carta? ¿Quién envía un telegrama? Casi me recuerda a las comunicaciones de los indios americanos a través de volutas de humo.

Una costumbre moderna e interesante que me sorprende es el exceso de carga que usan muchas damas, pues andan con bolsas, mochilas, computadoras y otros objetos que antaño no eran usuales. Me da la impresión de que pareciera que se están cambiando de casa.

Los costos de las llamadas de larga distancia han desaparecido, y los celulares se convierten cada día más en indispensables, pues tienen dispositivos que, además de comunicar ideas, constantemente están exigiendo la atención del usuario, ya sea por ruidos o por iluminaciones de pantalla.

Recordar números telefónicos era una necesidad y una virtud. El dinero mismo va perdiendo impacto en muchos lugares donde no lo reciben; exigen en compras tarjetas de crédito. Por ejemplo, en algunos cines americanos hay cajas para recibir pagos en efectivo y pagos en tarjetas. Claro que es más fácil manejar una tarjeta de crédito y no es tan caro si tenemos la atingencia de pagar antes de que se cumpla el mes sin que nos hagan cargos. Pero cuidado, lector, que se te ocurra pagar tus gastos de tarjeta a plazo, porque los intereses son excesivos.

La escuela clásica, de hecho, ya no existe; las tareas son en línea y muchos libros también. No puede faltar la computadora, que aún crean rezagos de escuelas que educan con sistemas del siglo XX a las nuevas generaciones del siglo XXI.

¿Qué niño juega con canicas, trompo, yoyo o valero? ¿Quién canta con Cri Cri?

No cabe duda, amigo lector, que lo único que no cambia en esta vida es que las cosas cambian. “O te aclimatas o te acli-mueres”; “renovarse o morir”. ¿Qué maravillas nos depara el destino con inteligencia artificial? ¿Qué maravillas hemos olvidado…? ¡Veremos!

 

José Galicot es empresario radicado en Tijuana.

Correo: jose.galicot@tijuanainnovadora.com

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