aya que esta secuela de Todd Phillips sobre otro de los archienemigos de Batman crea conflicto y es por su ambivalencia. Por un lado, tenemos de nuevo a Arthur Fleck, una vez más interpretado por el aquí insuperable Joaquin Phoenix, y por el otro, un exceso de números musicales que se antojan forzados, aunque tal vez la intención fue lucir a Lady Gaga en el rol de Harlee “Lee” Quinzel, quien termina siendo la pareja del alocado villano.
Brendan Gleeson aparece como el odioso custodio del hospital psiquiátrico en el que ambos personajes se encuentran. Sabemos que el Guasón está recluido ahí porque debe cuatro vidas o tal vez cinco, incluyendo la de su madre, que siempre lo mantuvo bajo su yugo.
Phoenix es un genio y aquí deja una vez más en claro por qué merecía el Óscar. Su caracterización es verosímil, aunque el personaje no lo sea y aterra, aunque el género de esta película no sea terror, y, al mismo tiempo, sabrá Dios cómo, humaniza al Guasón, mejor dicho, lo hace terrenal, como si de pronto pudiéramos cruzarnos en el camino con alguien así. Tal vez porque conocemos sus motivaciones.
Sin embargo, en esta historia lo que destaca es lo que se planteó, aunque no se desarrolló a cabalidad y eso es una pena: la celebridad es tóxica, destruye vidas, hace añicos a la gente en esta sociedad posmoderna más atenta a lo que se dice que a lo que se puede probar, mucho menos comprender. Estos símbolos que debieron cimentar una dura crítica al mundo del entretenimiento no están ahí, se pierden entre tanto número musical, no encuentran una narración lógica y termina por destruir el punto de vida. A final de cuentas a la pregunta de si vale la pena ver o no este filme, digamos que la respuesta es sí, no obstante más por curiosidad, una muy buena actuación de Phoenix y… es todo. ** y media.
Punto final. – ¿Entonces será “Longlegs” lo mejor para esta temporada de Halloween? Quienes no la vieron, espérenla pronto en plataformas.