Si hay un personaje oscuro en la política morenista, o antes en la panista en el Ayuntamiento de Rosarito, ese es Candelario Arceaga, mejor conocido como El Cande. Por allá en 2009, cuando los militares coordinaban los esfuerzos por la seguridad, fue detenido por el Ejército en Ensenada y relacionado con el narcotráfico, particularmente con la célula escindida del Cártel Arellano Félix y sumada al Cártel de Sinaloa, que comandaba Teodoro García Simental, El Teo. Al tiempo, como otros detenidos de la época, El Cande fue puesto en libertad y ahí le entró de lleno a la administración pública. No encabezando algún área, pero sí haciendo relaciones con la presidencia municipal de Rosarito, donde se le ha permitido no sólo crecer sus negocios, sino “controlar” áreas o poner afines en direcciones y otras posiciones. Particularmente en las alcaldías de la panista Mirna Rincón Vargas y de la morenista Araceli Brown Figueredo, El Cande presumía poder. Pero ahora que Rocío Adame tomó las riendas del quinto municipio, pues nada… ni lo conoce, ni le abrió la puerta. Pero sus alfiles han encontrado cobijo en otros ayuntamientos, por ejemplo, el alcalde de Tijuana, Ismael Burgueño, nombró como titular de la Dirección de Administración Urbana a Enrique Díaz Pérez, quien durante la alcaldía de Brown en el quinto municipio, fungió como secretario de Desarrollo y Servicios Urbanos, y a quien los empresarios, comerciantes, constructores y residentes de Rosarito recuerdan como “emisario del Cande”, que más que supervisar y buscar el ordenamiento, veía la manera de negociar. Ahora sí que Burgueño cedió la administración urbana de Tijuana al oscurantismo rosaritense. ¿Por qué sucedió eso? Es pregunta que no tiene precio.
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