Esta tarde de septiembre
me acordé de mi niñez:
era yo la abanderada,
un orgullo al que soy fiel.
Al redoble de tambores
paso a paso erguida voy,
la bandera al viento ondea,
feliz late el corazón.
Marchamos con gran donaire,
la gente nos ve pasar;
privilegiada me siento
por el emblema portar.
Mi escolta va parejita
pues aprendimos muy bien;
la sargento es diligente,
brillar es nuestro deber.
Llegó septiembre, el mes patrio,
las campanas tañerán
anunciando a todo el mundo
que en el alma hay libertad.
Son mágicos los recuerdos
que septiembre trajo a mí;
aunque ya ha pasado el tiempo,
como niña hoy me sentí.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California.