El ojo es el mejor de los artistas. Y así como el ojo es el mejor compositor, así la luz es el primero de los pintores. No hay objeto alguno tan vulgar que una luz intensa no haga hermoso. Y el estímulo que la luz presta a los sentidos y la especie de infinitud que en sí tiene, como el espacio y el tiempo, hace todas las cosas agradables.
La naturaleza llena una necesidad más imperiosa del hombre, es decir, el amor a la belleza. Primeramente, la simple percepción de las formas naturales es ya en sí un placer. La naturaleza es medicinal y restaura el cuerpo y la inteligencia cuando se encuentran cansadas por el trabajo o la compañía. El negociante y el procurador se desentienden del ruido y del tráfico de la calle y marchan a ver el cielo y los bosques y vuelven a ser hombres; en esta eterna calma se encuentran a sí mismos. La salud de los ojos parece exigir un horizonte. Mientras podamos ver hasta largas distancias, nunca nos sentiremos cansados.
¡Cómo nos deifica la naturaleza con unos pocos y baratos elementos! A mí me alegran extraordinariamente las gracias del escenario del invierno y las tengo por más impresionantes que las geniales influencias del verano. Para el ojo observador, cada momento del año tiene su propia belleza, y aun el mismo campo ofrece a cada hora un aspecto nuevo que nunca se ha visto y que nunca se volverá a ver semejante; el aspecto de los cielos cambia a cada momento, reflejando sobre las llanuras su gloria o tristeza. El estado de la cosecha en los campos de cultivo cambia el paisaje de una semana a otra.
Un hombre bueno está siempre en unión con sus obras y constituye la figura central de la esfera visible. Los cielos visibles y la tierra simpatizaron con Jesucristo. Y en la vida común, cualquiera que haya visto a una persona de gran genio y de carácter enérgico habrá observado cuán fácilmente se apropia todas las cosas: las personas, las opiniones, el día y la naturaleza se constituyen en siervos del hombre.
Nada divino muere. Todo bien es eternamente reproductivo. Este amor a la belleza constituye el gusto. La creación de la belleza constituye el arte. Dios es todo belleza.
(Ensayos. Ralph Waldo Emerson, Boston, USA 1803-1882; SEP, México, 1943).
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.