La aplastante derrota de la oposición el 2 de junio, sólo confirma que el sector conservador de Baja California sigue creyendo saber lo que la gente vive y necesita, creyendo…
El discurso unísono de todos los que no simpatizan con los gobiernos de Morena es que “se acabó la democracia” por el aplastante resultado de la pasada jornada electoral del 2 de junio; o reclamar a una sociedad que emitió su voto en favor de un proyecto político que más allá de sus fracasos, e incluso actos de corrupción, es evidente que la sociedad aprueba su gestión, ya sea porque creen en la figura de Andrés Manuel López Obrador, porque no quieren que vuelva el PRIAN; o bien, porque reciben apoyos sociales y no desean perderlos.
Para la oposición, la abrumadora victoria de Morena no debe tener consuelos ni justificaciones, como el ridículo que hizo el dirigente estatal del PAN, Mario Osuna Jiménez, el lunes 3 de junio en Mexicali, cuando presumió que la votación para el PAN creció conforme a la elección anterior en un -según dijo- 190%. Pese a ello, perdieron todos los distritos, e incluso, en San Felipe estuvieron a punto de quedarse sin prerrogativas por su baja votación (serán la cuarta fuerza política en ese municipio, por debajo de Movimiento Ciudadano).
Esto quiere decir que, como marca, panistas y priistas no han tenido la capacidad de al menos ganar un distrito desde 2018 en Baja California, ni federal, ni local; todos, absolutamente todos los espacios, han sido perdidos de forma estrepitosa, pero aun así, intentan culpar por sus resultados al actual gobierno, al Presidente y al Instituto Nacional Electoral (INE), al que juraron defender y hasta salieron a las calles para protestar ante una reforma electoral.
Los resultados ofrecidos principalmente por Francisco Fiorentini Cañedo y Maricarmen Flores, son lamentables para dos perfiles políticos que, aunque se digan ciudadanos, se envolvieron en una bandera blanquiazul para defender sus colores; ninguno logró la hazaña.
Fiorentini perdió contra Norma Alicia Bustamante, una mujer de más de 70 años -no lo digo como una característica peyorativa-, que tuvo un gobierno gris y cuyos funcionarios registran acusaciones de corrupción, pero que además hizo campaña sólo tres o cuatro horas al día y sin la necesidad de acudir a los debates. Mientras que Maricarmen, con todo y su popularidad como comunicadora, fue vencida por Ismael Burgueño, candidato que inició el año sin imaginar que competiría por la presidencia municipal de Tijuana.
No parecería justo, pero la realidad es que no hubo un mensaje disruptivo ni una campaña original, propositiva o agresiva. Panistas y priistas no entienden que no entienden; tampoco la clase social y política que todavía los usa o participa con ellos para obtener algunos beneficios.
Están tan alejados de la ciudadanía y tan preocupados por sobrevivir y pelear migajas, que no han asumido su responsabilidad como oposición. Le piden a la ciudadanía que vote en contra Morena, pero ellos mismos votan por sus gobiernos en los cabildos y el Congreso del Estado; ellos mismos otorgan gobernabilidad e incluso se pelean por la aceptación y reconocimiento de los apoyos de la Secretaría de Bienestar, para regalarlos en sus distritos.
El sector conservador no entiende que no entiende a la ciudadanía que quieren representar y gobernar, prefieren culparlos por su inactividad y no se cuestionan los motivos que orillaron a los ciudadanos a no votar, en vez de sufragar en favor de la oposición. El “voto oculto” que tanto presumió Xóchitl Gálvez, candidata a la Presidencia de la República por la coalición Fuerza y Corazón por México salió a la calle y les refrendó que no los quieren de nuevo en el poder.
Los panistas y priistas se están quedando sin militantes, y los supuestos “opositores” del régimen morenista que aseguraban que financiarían las campañas, como Juan Ignacio Guajardo, ya se sientan a negociar temas en la oficina de Marco Antonio Moreno, secretario de Hacienda.
De seguir así, se quedarán también sin financieros (no es que Guajardo aporte mucho a Mexicali en realidad), ni posiciones de representación proporcional donde puedan obtener recursos y competir en los próximos procesos electorales.
PAN y PRI deben entender que sí la gente dio el respaldo abrumador de más de 30 votos de diferencia a Claudia Sheinbaum y a la mayoría de los candidatos de Morena, es por culpa de sus pésimos gobiernos y de sus acciones a lo largo de estos seis años, donde no construyeron proyecto político.
Baja California y el país no se merecen una oposición tan simplona, ratonera y cobarde, que no asuma el rol de la defensa de sus ideales, que sus desplantes no sean sólo para sentarse a negociar beneficios personales, ni que acuerden los “golpes” al gobierno para que no se enoje la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda.
El PRIAN no ha ganado nada desde 2018 en una elección en BC. De continuar con la postura timorata y gobiernista, será mejor que se acostumbren a vivir fuera del presupuesto, pues si la tendencia se mantiene, el PRI perdería el registro nacional en la próxima contienda.