Tuve tres amigos que impactaron profundamente mi vida y fallecieron hace poco.
Lo que me asombra es que todos los días los recuerdo: sus acciones, sus consejos, sus abrazos, sus trabajos compartidos siguen llenando mi espacio de vida; por lo tanto, he decidido que no han muerto y te platicaré, amigo lector, de cada uno de ellos.
Tomás Perrín
El Papillón, preso en la Isla del Diablo, logra colar un mensaje en el New York Times diciendo que está solo y solicita una mujer valiente y audaz que lo venga a visitar. Como consecuencia, un avión pasa sobre la Isla del Diablo y una bella mujer se lanza en paracaídas, rompiéndose una pierna, con el deseo de conocer y convivir con este personaje -cuasi mítico- que ahí estaba preso. Henri muere en los brazos de la bella paracaidista y ella, al regresar a Nueva York por México, conoce por casualidad a un aprendiz de abogado, más joven que ella, descendiente de una familia francesa de abolengo: los Perrín. Se enamora y ella decide transformar al joven estudiante en actor, quien eventualmente llega a la fama por medio de una radionovela de detectives de nombre Carlos Lacroix, cuya legendaria entrada aún se recuerda: “Cuidado Carlos, cuidado”. Él replicaba: “Dispara Margot, dispara”, se oían tres balazos e iniciaba el capítulo.
Por supuesto, nuestra bella americana no hablaba bien español y en aquel tiempo era común que habláramos constantemente con un personaje, que fue la telefonista que conectaba las llamadas, y ella se inventó una figura que hablaba lentamente con flojera, que se llamó “Cuca la Telefonista”. En su breve carrera de cine, participa con actores como Tin Tan; además, organiza el primer grupo de dobladores de voz mexicanos para películas de la MGM en Nueva York. Cuca fue la favorita para doblar a Marlene Dietrich, entre otras estrellas de cine.
Más tarde Tomás Perrín padre, protagonizaría varias películas en la época de oro del cine mexicano, entre ellas un protagónico con María Félix que se llamó “El Monje Blanco” (1945) y “La Sombra del Caudillo” (1960), que estuvo censurada durante 30 años.
Cuca y Tomás padre, tienen varios hijos e incursionan en la incipiente televisión mexicana con un programa de niños catedráticos donde incluyen a su pequeño hijo Tomás y anuncian las granjas de los niños de Acolman. Viviendo una experiencia de familia a cuya mesa acudían los intelectuales del México de entonces, muchos de ellos expulsados de España por su guerra civil, como el poeta León Felipe, entre otros, ocurre la muerte súbita de Cuca.
Lo que hace que poco tiempo después Tomás padre se case con una joven y ésta se vuelve la típica madrastra. A los 14 años, Tomás escapa de su casa y empieza a trabajar redactando notas y críticas de cine en la revista Impacto.
Cuando Tomás quería comprar algo, acudía a las ferias de los pueblos donde había concursos de poesía -que inevitablemente ganaba-, con el consecuente premio en efectivo que le permitía adquirir lo que deseaba. Al “Che” Guevara de alguna manera le llegaron los poemas de Tomás, que lo impresionaron al grado tal que decidió leerlos él personalmente en Radio Habana Libre.
En 1968 hay una rebelión juvenil en las preparatorias y universidades de México que termina en la matazón de Tlatelolco, donde nuestro Tomás dirige grupos de estudiantes, lo que lo hace ganarse una buena paliza en el Campo Marte, propinada por el ejército mexicano. De ahí, Tomás escapa a Tijuana y se vuelve publicista del Hipódromo de Agua Caliente, recién adquirido por Díaz Lombardo y vendido posteriormente al Grupo Hank.
10 años más tarde -tomado- Tomás se estrella en su carro, acompañado de una chica americana, quien se marca la cara con el parabrisas, lo que hace reaccionar a Tomás. Se pregunta “¿Qué he hecho de mi vida?”. Decide dejar el Hipódromo e inicia una imprenta en sociedad conmigo. En aquel entonces yo estaba enfrascado en crear la discoteca Oh!, cuya publicidad él manejó magistralmente, haciendo concursos de belleza y competencias de bikinis. Tengo la suerte de presentarle a la que sería su esposa, Guadalupe Rivemar, talentosa periodista y escritora, formando una genial pareja, y con la que tienen dos hijos, Tomás y Barbarita.
Tomás Perrín es contratado por la compañía UETA de tiendas de perfumes inbond en San Ysidro, compañía que más tarde es adquirida por la compañía inglesa United Distilleries, que viendo el talento de Tomás, lo nombran director de publicidad de Latinoamérica de esa firma.
La compañía le presenta un problema a Tomás: en una bodega hay cantidades enormes de whisky que no se vende, y entonces él inventa la marca Buchanan’s, con un impacto nacional impresionante; aunque era totalmente desconocida en Inglaterra, supuesto origen del whisky, lo que obligó a Tomás a adelantarse a una delegación mexicana y sembrar botellas en los diferentes bares de Escocia y Londres para que los mexicanos sintieran que compraban un artículo de gran calidad y de gran historia.
Tomás regresa a Tijuana buscando sus orígenes, inventando “focus groups” y nuevas publicidades que le dan buenos éxitos locales. Escribe su famoso libro El agua de la presa y De amor y de fantasmas, cuentos de terror con una pluma formidable. Juntos soñamos con crear el concepto de Tijuana Innovadora para decirle al mundo que en Tijuana subyacía una cultura de trabajo, creatividad y esfuerzo. Este evento transformó a la ciudad. Más tarde, Tomás empezó a beber en exceso y murió de cirrosis.
¿Dónde quedó aquel talento creativo extraordinario que hoy día me falta? Quizás en una copa de Buchanan’s.
Tomás, genial amigo, te extraño.
José Galicot es empresario radicado en Tijuana