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jueves, noviembre 21, 2024
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El México violento que mató a Dante

En México no es necesario magnificar la violencia y la inseguridad, el fenómeno delictivo ya es grande y notorio por sí solo, ante la impunidad que sigue prevaleciendo en el país para los criminales, narcotraficantes, delincuentes y asesinos, entre otros.

A escasos meses que finalice su administración, el Presidente Andrés Manuel López Obrador no cumplió en materia de seguridad. Ni logró bajar los homicidios en los primeros seis meses de su gobierno, como lo prometió, ni castigó de manera ejemplar a quienes cometen delitos en territorio nacional.

Basado en su simplonada de campaña de Abrazos, no balazos, AMLO dejó pasar la oportunidad de proveer de seguridad y certeza jurídica a los mexicanos, al no perseguir, investigar y encarcelar a quienes todos los días asesinan en México. En el país suceden un promedio de 90 homicidios dolosos al día. De acuerdo a cifras de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, en 66 meses de gobierno de López Obrador, han asesinado a 187 mil 617 personas en la República Mexicana. Muchos más de los muertos en la guerra contra las drogas de Felipe Calderón Hinojosa, o durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Pero Andrés Manuel intenta, de cualquier forma y con cualquier narrativa, liberarse del título del sexenio con más ejecutados que ya le pertenece.

En su mandato, México se volvió más inseguro, más violento y más impune. Con toda libertad, los cárteles ganaron terreno a fuerza de balazos al no ser perseguidos desde el Poder Ejecutivo, y en la guerra de sangre y plomo que se vive en prácticamente todas las regiones del país, han sido asesinados muchos inocentes. Jóvenes, mujeres, niños, que tuvieron la mala fortuna de vivir en un territorio que no es de los mexicanos, sino de los narcotraficantes.

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Los cinco estudiantes de Medicina de Celaya, los más de  once que cayeron ante las balas de los criminales cuando celebraban una posada y, recientemente, el niño Dante Emiliano.

Mientras el caso del niño de 12 años que fue abatido a las puertas de casa de su abuela en Paraíso, Tabasco, duele a gran parte de la sociedad por lo injusto, por lo cruel, por lo doloroso de ver caer un menor con tres disparos en su cuerpo, López Obrador se enoja y arremete contra sus adversarios, a los que culpa de todo, liberándose -según él- de la responsabilidad que tiene como mandatario nacional.

Lo más triste, lo más terrible y desgarrador en el caso de Dante Emiliano, es que suplicó por su vida. A quienes le brindaron los primeros auxilios sin tener capacidad para ello, ciudadanos que corrieron a apoyarlo cuando cayó derribado por el impacto de tres balas, el niño les dijo en medio de su dolor y cuando la vida se le iba: “No me quiero morir”.

El caso de Dante Emiliano, atacado a balazos, suplicando no querer morirse, trascendió el 23 de mayo, un día después de su ataque y muerte, debido a que los ciudadanos que le apoyaron, videograbaron el momento en que auxiliaban al menor. En esa demarcación de Tabasco no hay un hospital para atender casos de extrema gravedad como el del niño de secundaria, por lo que fue trasladado al Hospital Regional de Petróleos Mexicanos en Villahermosa, a unos 70 kilómetros de donde asesinos aún no identificados le dispararon.

A sus 12 años, Dante Emiliano no quería morir y deseaba ser ingeniero como su hermano. Falleció en el hospital de Pemex y la información que hasta el momento se ha dado a conocer indica que los médicos aseguraron que las balas dañaron los órganos del niño y no pudieron salvarle la vida a la que con gritos se aferraba.

Pero este indignante caso para gran parte de la sociedad mexicana, es para López Obrador, un ataque de sus adversarios. Aunque de entrada lamentó el hecho (hubiese sido terriblemente irresponsable que no lo hiciera), aprovechó para criticar y calificar la indignación ciudadana como un ataque a su persona.

Insensible, politizado y a la defensiva, expresó sobre el asesinato de Dante Emiliano: “Y aunque se enojen, como estamos en temporada electoral, y todo lo que sea para perjudicarme a mí, más que es mi Estado, pues los corruptos están muy enojados, magnifican mucho todo lo relacionado con violencia. Antes callaban como momias y ahora gritan como pregoneros, hay que entender eso también”.

En la distorsionada realidad que percibe el Presidente, olvida la lucha de muchos ciudadanos, colectivos y sociedades que por años han sostenido contra la criminalidad y exigiendo a los gobiernos soluciones. Como las autodefensas que se armaron para defenderse de los narcotraficantes y extorsionadores; las madres buscadoras que tienen decenas de año buscando a los desaparecido; o las víctimas de la violencia en los dos anteriores sexenios. No callaron como momias entonces, y no lo hacen ahora.

Mientras en el pasado, AMLO aprovechó estos temas de inseguridad y violencia para ganar adeptos, hoy reniega y se dice atacado, como si el cruel asesinato de Dante Emilio lo hubiesen cometido políticos para afectarlo a él y a su candidata, y no fuese producto del estado de abandono y vulnerabilidad en que se encuentra la sociedad ante su fallida estrategia de seguridad basada exclusivamente en patrullajes de la Guardia Nacional, sin el acompañamiento de inteligencia, investigación, combate a la inseguridad, a la corrupción y a la impunidad.

López Obrador deja un México más violento, más inseguro, con más narcotraficantes y con más muertos, entre ellos inocentes como Dante Emiliano, quien no quería morir, pero no hubo país seguro que le protegiera su derecho a ser niño, a ser feliz, a soñar con ser ingeniero y convertirse en uno.

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Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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