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viernes, julio 26, 2024
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¿De qué ríen?

Baja California se encuentra entre los cinco estados más violentos del país. En algún momento fue el primero, recientemente fue el tercero; pero en este sexenio a punto de acabar, nuestro Estado nuca salió de los primeros de dicha lista, destacando entre los más sangrientos, los del fracaso, del desgobierno, de la impunidad como regla absoluta. En esta esquina norte, la sangre de tantos es conciencia de pocos y la normalización resulta absoluta. Hasta que, de vez en cuando, recordamos que en el séptimo círculo del infierno de Dante, está también nuestra tierra.

La atroz ejecución de los hermanos australianos Jake y Callum Robinson, así como del estadounidense Jack Carter en Ensenada, turistas en la Baja California, es de una gravedad quizás mayor a la tragedia que implica. Porque extranjeros visitando nuestras playas para llevar a cabo la práctica del surf, no sólo es un acontecimiento diario en dicho municipio; es parte de un estilo de vida, de una subcultura que implica mística y unión con la naturaleza, fraternidad entre locales y extranjeros, una comunidad que se abraza, compartiendo el amor por nuestro océano.

Y así, con ese noble perfil, fueron cobardemente asesinados con la huella indeleble de la delincuencia organizada: acabados con un tiro de gracia, y kilómetros después, arrojados a un pozo donde ya los esperaba un cadáver adicional. Sin importar dicha radiografía criminal, la Fiscalía General del Estado vergonzantemente señaló que el móvil fue el de un robo con violencia por una camioneta que, en el colmo de la narrativa absurda, terminaron incendiando los “simples” ladrones. Así quedó sellado el inverosímil control de daños gubernamental.

Pero manipular la realidad que rebasa a las ruedas de prensa, no es la mayor amenaza. Lo que quizás debemos de reconocer como sociedad es que la reacción y condena internacional por este crimen, nos recordó que vivimos en un estado donde el tejido social está desecho, en el que la protección y seguridad ciudadana no existen y donde no son sólo extranjeros los que son asesinados y desaparecidos diariamente.

De vuelta a este “Welcome to Baja” (el verdadero, no el de “Times Square”), deberíamos preguntarnos: ¿De qué ríen?

¿De qué sonríe nuestra gobernadora hablando de desayunos escolares 24 horas después de que los padres identificaron los cuerpos de sus hijos asesinados, o bailando en un festival  momentos después de una conferencia mañanera supuestamente enlutada por la tragedia? ¿De qué se carcajea y se graba haciendo ejercicio el candidato al Senado por Morena y alcalde con licencia de Ensenada? ¿Qué manos levantan y que niños y viejos abrazan los candidatos a diputados oficialistas? ¿Qué jingle y que pasos muestran en Tik Tok los aspirantes a munícipes del poder? ¿En qué parte de la República están haciendo campaña? Porque ésta es la Península de Baja California, la más violenta; no la Península de Yucatán, la más segura.

La tragedia de los jóvenes surfistas forma parte de la transmisión, en tiempo real, de las condiciones verdaderas en las que se encuentra el Estado que quieren olvidar aquellos que piden el voto en las calles, para que cuando lleguen al cargo, nos protejan de la violencia con selfies, sonrisas y abrazos; o prometiendo -como el extraño del Palacio- que la Guardia Nacional nos protegerá con sus miles de millones de pesos de presupuesto y su nulo resultado en detenciones, patrullando sólo para mostrar armas y consumir gasolina, cuando día con día aumentan las zonas bajo dominio de la delincuencia, ante policías municipales sin recursos y expuestas.

Y es que, para ellos, la muerte en Baja California no importa; porque en esta contienda electoral nadie quiere verla a los ojos y mucho menos enfrentarla. Pero ésta no se irá; seguirá presente y no únicamente como afiche de santería en camisetas promovidas por el régimen. Ocupará los espacios que su frivolidad está ensanchando. Hoy, nuestras candidatas y candidatos disfrutan la fiesta de sus egos en una California irreal, como aquella que Cortez imaginaba era una isla llena de tesoros y amazonas.

Baja California está a punto de salirse del único control existente: el mismo que se da el crimen organizado; con la impunidad, complicidad y corrupción del orden público. Por eso es momento de preguntarles a los candidatos de Morena, de sus partidos satélites como el PES, el pseudo Verde o el PT: ¿De qué ríen?

La respuesta es: de nosotros, en las urnas.

Héctor R. Ibarra Calvo es mexicalense, abogado postulante y catedrático de Amparo en Cetys Universidad. Regidor en el XXII y XXIII Ayuntamiento de Mexicali.

Correo: hectoribarra@idlegal.com.mx Twitter: @ibarracalvo

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