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jueves, noviembre 21, 2024
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4 pasajeros en un tren

Iban cuatro personas que en un vagón de un tren: una gorda, una rubia guapísima, un madrileño y un mexicano. Al rato el tren pasaba por debajo de un túnel, y se escucha… Plasss…

Sale el tren del túnel y la gorda piensa:

“Creo que el mexicano le quería meter mano a la rubia y ella le dio un tremendo guantazo”.

La rubia piensa:

“El mexicano intentó meterme mano y se equivocó, entonces la gorda le dio un buen guantazo”.

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El madrileño piensa:

“El mexicano le quiso meter mano a la rubia… y la rubia me ha dado el guantazo a mí”.

Y el mexicano piensa:

“A ver si pasamos por debajo de otro túnel para meterle otro guantazo al madrileño sangrón”.

Autor: Pasajero del Tren Maya.

La suegra y el yerno

La señora llega a casa de su hija y encuentra a su yerno furioso preparando una maleta.

— ¿Qué pasa?” —pregunta ella.

— ¿Que qué pasa? ¡Le voy a decir exactamente lo que pasa, señora! Le mandé un e-mail a Catalina diciéndole que hoy regresaba a casa de mi viaje de trabajo. Llegué a casa y ¿puede adivinar lo que me encontré…? A mi esposa, sí, ¡su hija!, con un hombre desnudo en nuestra cama. Este es el fin de nuestro matrimonio. ¡Yo me largo de aquí para siempre!

— ¡Cálmate! —dice la suegra—. Hay algo que no me cuadra. Catalina nunca haría una cosa de esas. Yo la eduqué muy bien y la conozco bien. Espera un momento mientras averiguo qué fue lo que pasó.

Un momento después regresa la suegra con una sonrisa enorme.

— Ya ves, te dije que tenía que haber una explicación lógica y la hay, lo que pasa es que ¡Catalina no recibió tu e-mail!

Autor: Una suegra, por supuesto.

La suerte del tío

Dos amigos se encuentran por la calle:

— ¿Qué tal te va?

— Fatal, el otro día enterramos a mi tío.

— ¡No me digas! ¿Cómo pasó?

— Pues nada, estaba en el balcón haciendo una carnita asada y de pronto se acercó demasiado al fuego y…

— Ya, se quemó vivo, ¿no?

— No, qué va. Del susto se echó para atrás y tropezó con la barandilla del balcón…

— Sí, y se cayó por el balcón y se mató, ¿no?

— No. Resulta que en la caída se pudo agarrar a la cornisa, pero se empezó a resbalar y…

— Ya, se dio contra el suelo, ¿no?

— Qué va. Alguien llamó a los bomberos, que habían puesto debajo una lona, pero tuvo tan mala pata que rebotó y…

— Por fin se pegó, ¿no?

(El amigo empieza a ponerse nervioso).

— No, en el rebote se pudo agarrar a un cable de alta tensión…

— ¡Se electrocutó!

— No, como estaba asando carne llevaba guantes, pero el cable cedió y se rompió…

— ¿Y por fin se pegó?

— No, los bomberos habían corrido la lona bajo él, pero aún rebotó, y antes de caer se pepenó de una cornisa…

— ¿PERO ME QUIERES DECIR CÓMO MURIÓ TU TÍO?

— Verás… al final los bomberos llamaron a la policía y tuvieron que abatirlo a tiros…

Autor: Alguien con puro humor negro.

El mejor empleado

Un individuo se presenta en una gran tienda departamental famosa para buscar trabajo de vendedor.

— ¿Es usted buen vendedor?

— De primera.

— Tendré que hacerle previamente unas pruebas.

— Lo que usted considere.

— De momento lo pondré en la sección de ferretería.

Al tío lo pasan a la sección de ferretería. Al día siguiente todo vendido, incluidos los mostradores y la caja registradora.

— Usted se ha pasado un poco, ¿eh?

— Sí, es que cuando me pongo a vender me animo, ¿sabe?

— Ahora lo pondré en la sección de sastrería; si me vende este traje queda usted admitido.

El traje tenía delito: La chaqueta era verde, con las mangas amarillas; el pantalón rojo con lunares negros. Al día siguiente el traje vendido.

— ¿Se lo habrá vendido a un familiar?

— No, a un cliente.

— A un cliente… y ¿qué dijo el cliente?

— Nada, el cliente no dijo nada; eso sí, su perro de soporte visual me quería morder.

Autor: Mejor así lo dejamos.

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Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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