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miércoles, mayo 1, 2024
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“Toda mi escritura es un monólogo”: Estela Alicia López Lomas “Esalí”

“No soy una escritora académica. Soy lo que la vida hizo de mí y lo que sale de mí, en poema o prosa, cuento, novela o ensayo, es como un grande soliloquio”, expresó a ZETA la autora, a propósito de sus 80 años de vida

Un lugar en la historia de la literatura tijuanense ocupa la poeta, narradora, ensayista y traductora Estela Alicia López Lomas, que firma como “Esalí”, quien el 31 de marzo de 2024 celebró 80 años de vida (Tlaquepaque, Jalisco, 31 de marzo de 1944).


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A la fecha, es la escritora tijuanense más laureada, con por lo menos 26 premios y reconocimientos literarios por concurso en géneros como poesía, cuento, ensayo y novela, obtenidos en las décadas de los 80, 90 y 2000.

Radicada actualmente en Zapopan, Jalisco, desde donde se mantiene escribiendo y leyendo, vivió por 50 años en Tijuana, entre 1957 y 2007. Y a propósito de su onomástico número 80, en entrevista para ZETA, revela algunos secretos de su obra.

ME MUEVO DE LO ERÓTICO A LO MÍSTICO, QUE ES LO MISMO


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Aunque primero publica los poemarios “Esalí” (Tequila Cuervo, 1985) y “Aprendiz de humano” (Instituto Tecnológico de Tijuana, 1987), con “Visitación de Eros” (Instituto Tecnológico de Tijuana, 1989) Estela Alicia López Lomas inicia la cuenta de sus numerosos reconocimientos literarios al obtener el Premio Nacional de Poesía Centenario de Tijuana 1889-1989, certamen con el que Tijuana celebra sus primeros 100 años.

Al igual que el poemario “La visitación de Eros” (ITT, 1989), el cuento “El árbol dividido (Tamoanchán)” (Premio Nacional de Poesía de los Juegos Florales de Mérida, 1990) y la novela “El hombre de la lluvia” (Edamex, 1991), tienen también algunos pasajes eróticos y místicos.

¿Por qué en tu obra el erotismo tiene una dimensión mística?

“Me muevo de lo erótico a lo místico, que es lo mismo, no hay separación, no hay bifurcación. La misma mujer que dice amar a Dios es la misma al palabrar acto amatorio en una obra de ficción, me concibo a mí misma como un ser sin tronco dividido. Creo tanto en el amor físico como en el amor espiritual, en ese péndulo armonioso me columpio”.

Foto: Enrique Mendoza Hernández

Y reconoce:

“Sé que gocé y sufrí escribir ‘Visitación de Eros,’ y que montada en el péndulo del amor humano al amor divino mi alma se vació enteramente. No es un libro trampeado, imitación de sentires o pensares. La Estela Alicia que a los 30 años descubrió a Concha Urquiza en sus poemas y en lo atormentado de su vida, ciertamente tenía y tiene mucho que ver conmigo: ella que descubría su sexualidad, yo no  digo que en experiencias carnales porque no me consta, escrituró lo que es amar a un dios divino con un corazón muy humano, como es el mío”.

“SOY RABIOSAMENTE FEMENINA Y FEMINISTA”

Siendo que el erotismo abunda en su obra, la idea es saber sobre la escritura erótica y su recepción del público hacia finales del Siglo XX, ya que no es lo mismo para las mujeres escribir en las décadas de los 80 y 90 que en 2024, momento actual en que la apertura es diferente.

¿Cómo era escribir poesía erótica en la década de los 80 y 90 del Siglo XX en Tijuana? ¿Te consideras feminista?

“Soy rabiosamente femenina y feminista, no se dude, desde nacer a la diaria erradicación de ese valor de valores que entraña nacer mujer pero devaluada, maltratada, pisoteada, ignorada, violada y todas esas ‘hadas’ que no vinieron con invitación al baile ni al rescate de una más de la legión creciente de desaparecidas”, contesta contundente para posteriormente ejemplificar cómo es recibida su novela “El hombre de la lluvia” a principios de la década de los 90, incluso entre instituciones y escritores fronterizos:

“Cuando escribí ‘El hombre de la lluvia’ sufrí como dolores de parto anímico que me hacían arrepentir y querer borrar esa última página, y esa única escena de verdadero amor entre hombre y mujer, sin violencias, sin fiebres de poseer por desahogo carnal, sino como culmen de la entrega que no es posesión, sino recepción, acto el más puro y sagrado cuando la unión realiza aquello que amor de verdadero propone no dañar, no avasallar, no lastimar, no herir por satisfacer una calentura que en segundos se evapora y queda el cuerpo como en el campo de batalla, desangrado”.

De hecho, recuerda haber sido expulsada del Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Tijuana:

“Pagué un altísimo costo por ello. Fui llevada a juicio por algunas almas ofendidas del Seminario de Cultura Mexicana, de donde fui expulsada por el pecado de ser ‘una escritora pornográfica’ que no tenía derecho de pertenecer a una asociación tan digna y honorable, por ese específico párrafo de amor limpio y bueno. Y la otrora señora a la cual se conociera antes de rebelarse, de rebeldía, al romperse el mito que otros tejieron en torno mío, de ser una escritora mística, religiosa, mi valentía de alzar mi voz para querer dignificar el acto sexual como un acto cumbre en la experiencia humana, no pecaminoso, sino dotado de toda la hermosura que con amor quiere revestir el ser amado, por tal ofensa imperdonable fui acusada de ser una ‘escritora pornográfica’”.

“LA BRAVURA DEL FIL DISPENSA LAS EXQUISITECES DEL LENGUAJE”

Un cuento emblemático de la obra de “Esalí” y del corredor fronterizo de México con Estados Unidos es “Artichoke Music” (UABC, 1994), cuento con el que la narradora tijuanense obtiene el primer lugar del Concurso Literario de Noroeste 1994, organizado por la Universidad Autónoma de Sonora, Universidad Autónoma de Sinaloa, Universidad Autónoma de Baja California y Universidad Autónoma de Baja California Sur, en colaboración con la Coordinación Nacional de Descentralización, el Programa Cultural de las Fronteras y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

Además del tono humorístico en medio de las condiciones laborales desfavorables de los trabajadores agrícolas en el “otro lado”, en “Artichoke Music” la escritora adopta una voz masculina de un trabajador del fil en California y explora el spanglish a través del protagonista inmigrante, Juan Perezjuárez.

A diferencia de tus demás libros, escritos principalmente desde la voz de una mujer, ¿por qué escribiste “Artichoke Music” desde una voz masculina?

“Concebí ‘Artichoke Music’ como novela y fuertes personajes femeninos, pero tras el asesinato en San Ysidro de un indocumentado -asfixiado con bolsa de plástico y atado a un poste por skinhead-, y luego el encuentro del Baby Moses que conmovió a las dos fronteras con ofertas de adoptar al pequeño que puso de cabeza con su resistencia la problemática fronteriza, de secuestrar las criaturas a los padres que pagarían el rescate en cuanto consiguieran los dólares hallando chamba en Los Ángeles, decidí iniciar un capítulo uniendo dos escenas de dos maestros amigos que apuestan escribir una novela de su aventura y puesta a concurso, quien ganara, pagaría la parranda celebratoria entre charros cantores”, rememora “Esalí”.

“Mi idea original era acompañarme de mi hermana para conocer a mi héroe, César Chávez, y trabajar yo en el campo para vivir lo que mi hermana y miles de nuestros hermanos fumigados por avionetas mientras piscan lechugas, cebollas, rábanos o alcachofas. Entonces cambié mi voz para dar voz no sólo a los miles de maestros descreídos, sino a un par en honor a la decena de valientes profesores, unos de primaria otros de secundaria, en un afortunado encuentro que tuve con ellos, en mi estancia en una clínica naturista en El Grullo, Jalisco”.

“Entonces, maté la futura novela de piscadoras, con toda la problemática y lenguaje femenino de intercambio en el fil, de surco a surco, lo que las mujeres van dejando de su vida, hasta la salud, como mi hermana Lourdes, desde hace más de 50 años en Stockton, California. Cambié un racimo de pequeñas historias de aguerridas mujeres piscadoras, por la de los maestros escritores haciéndole al indocumentado. Me pareció más importante usar esa voz de hombre, ese lenguaje de hombre y que fueran maestros los indocumentados educados que igual sufren aunque con más conciencia, como el que renunció al póster del Che Guevara, por el de César Chávez. Así fue como archivé el proyecto de hacer de ‘Artichoke Music’ una historia de piscadoras mujeres”.

¿Por qué te pareció importante reflejar el spanglish de la frontera en tu cuento “Artichoke Music”?

“La bravura del fil dispensa las exquisiteces del lenguaje, invita a transgredir las buenas costumbres rompiendo reglas; en el fil, un maestro es uno más del montón. No como el común del trabajador agrícola, este maestro sabe inglés y lo usa, por eso el uso de algunas palabras en inglés, y porque ‘en la tierra que fueres, haz lo que vieres u oyeres’. En las conversaciones se intercalan modismos, barbarismos y spanglishismos, dado que el inglés es lo usual, lenguaje de opción en toda transacción humana, el intercambio de palabras comunes de un lenguaje a otro; no es el ruso ni el alemán mezclado al español, es el inglés que se ha injertado como moneda de uso”.

DE “EL FUEGO TRAS EL ESPEJO” Y “TERRAMARA”

Desde la frontera de México con Estados Unidos, Estela Alicia López Lomas también ha escrito sobre los niños en el holocausto judío durante la II Guerra Mundial en “El fuego tras el espejo” (IMAC, 2002), con el que obtiene el Premio Nacional de Poesía Tijuana 2000, y sobre la guerra en Irak en “Terramara” (Editorial Vandalay, 2004), con la que gana el Primer Premio Regional de Novela Vandalay 2004, en Culiacán, Sinaloa.

– ¿Por qué como poeta y narradora no has sido indiferente a la guerra en tu obra?

“Porque la muerte no me es indiferente y ‘War and peace’ (Lev N. Tolstói) a los 13 años no me fue indiferente, ni me fue indiferente crecer en la frontera con las visitas domingueras al puerto de San Diego a ver partir los barcos de guerra hacia la muerte y ver a mi hijo recién adolescente, rapado, trepándose a un avión militar con otros niños igual disfrazados de soldados rumbo a una mejor educación si firmaba por 4 años y que ‘quizá, mom, de cada 5 que vayamos al Medio Oriente, 4 no vamos a volver y yo voy a ser uno de esos 4’”.

“Crecí en la frontera en los sesentas hippie condenando la guerra de Vietnam, hice pancartas de protesta y las guardé entre mis cuadernos con poemas en inglés, mientras grité de rabia a media calle cuando asesinaron a John Kennedy y luego a Robertt Kennedy y luego a Martin Luther King y Rosa Parks es mi heroína de heroínas”.

“Cuando escribí ‘Terramara’ aún no salía del trauma de creer perdido a mi hijo, fueron meses de no saber nada de él, hasta que un día volvió, lo vi bajar del avión y juro que no lo reconocí, estaba rapado, flaco, duro, muy duro, pero vivo. Cuando escribo lo hago desde mi trinchera, hay cosas que viví y que no digo porque mi carne no las suelta, son como pedazos de metralla cual tumorcitos en el hígado, unreachable, no me matan pero están allí, como la guerra dinamitando en las noticias la paz del mundo”.

“Traigo injertado en el costado y la garganta el holocausto. Soy una mujer marcada, fui una niña marcada, mi mente jamás ha tolerado la violencia en ninguna de sus formas, sigo siendo la misma y voy a morir tal cual me nació la vida. Jamás he sido indiferente al sufrimiento ajeno, la injusticia me obnubila y la rabia me consume, por eso escribí decenas de años después ya enterada de las atrocidades de las que el odio es capaz. No cabe aquí ni en ningún lado la visión de los niñitos judíos marchando a su muerte sin saberlo mientras cantaban, el espanto se aposentó en mi alma y allí sigue”.

“MI FUENTE ES LA FRONTERA”

Desde Tijuana, la frontera de México con Estados Unidos, habita en la obra de “Esalí”.

¿Cómo consideras que la frontera ha influido en tu obra?

“En la frontera me y nos plantó la vida: cruzando la línea divisoria al encuentro del Swap Meet en San Ysidro y a la vendimia de libros usados en la acera y más libros usados en las vendimias de las bibliotecas. Hechura de frontera, made in Tijuana, troquelada a pasión por las canciones en inglés, una doceañera cruzando la línea cuando la oferta de un pavo por 88 centavos en San Ysidro nos regalara la más increíble y fría navidad”, contesta la autora oriunda de Jalisco, evocando los cruces de la línea desde que llega a Tijuana en 1957, a la edad de 12 años.

“Adicta a estas vendimias, creció mi magra inteligencia con un extraño amor por el spanglish, cosa mía, mis revolturas, mis hallazgos, eterna lectora y entre más usado más amado. El inglés fue el lado desconocido de la vida y la frontera mi ‘ábrete sésamo’, las puertas de la gloria, garabatear para saber y conocer quién es esta extraña que no termina de aprehender el misterio de la vida. La frontera es la mejor compañera de camino para amigar al otro cruzando el bordo, la línea, el alambre, el cerro, el mar”, rememora.

De hecho, reconoce que tras publicar el poemario “Visitación de Eros” (ITT, 1989), escribe su primer libro de cuentos, “Chomolungma” (UABC, 1991), en honor a Tijuana:

“Ya  bien avecindada en Tijuana en ‘La Chapu’, en mi casa y en el Taller Imagen, mi estudio de aprendiz palabrera bajo la tutela y batuta de Francisco Morales, pintor y poeta, fue que en 1988 y 1989 armé ese rosario de cuentos, mi ‘Chomolungma’, como agradecimiento a mi madre partera, mi Tijuana, la mía, no la horrible, sino la hermosa y maternal Tiita Juana”.

Desde el retiro en Zapopan donde se mantiene ajena a cualquier actividad pública, trae a la memoria cómo en la década de los 90 y 2000 era invitada asidua en las universidades estadounidenses:

“Viví en la frontera, fronterizada hasta las cachas diría Annie Oakely. Todos los años que viví en Baja California, más de medio siglo, fui como escritora invitada en universidades de San Diego, Los Ángeles, Fullerton y Arizona, se estudiaba allí en posgrado mi novela ‘Terramara’, me cuestionaron, contesté preguntas como lo que soy: una escritora fronteriza. Charlé varias veces con ellos en inglés y español, regresaba a Cal State, Los Ángeles, invitada por Chicano Studies & English Studies y Jewish Studies por el doctor  Roberto Cantú y el decano y jefe de Jewish Studies, el doctor Peter Bryer; y Thomas Peale en Fullerton. Y este mundo fronterizo si no poliglota, bilingüe, porque así me recibió mi señora partera, la frontera de Tijuana, no me ha partido en dos, me sé entera, fusionada por el alma de dos lenguas que no elegí”.

Tras una reconocida trayectoria, la poeta y narradora tijuanense también comparte su idea de la frontera literaria más allá de la turística: “La frontera, sin su Avenida Revolución no se comprende. La frontera: esa tierra de promisión al norte, esa metáfora. Parí fronterizada, soy tan fronteriza en habla y en costumbres como el más tijuanense o cachanilla y elijo mi pasado jalisquillo como vía de la memoria al agradecimiento a quien me injertó aquí y al agua de la presa. Desde la frontera escribo; ergo, mi fuente es la frontera, la uso y se refleja en mi obra. Considerada escritora fronteriza, soy fronteriza y mi obra está permeada no sólo por ‘La Revu’ y sus antros y galgódromo y su ensalada Caesar’s y burritos del Bol Corona, sino por las dos atmósferas, tijuanense y sandieguina, saturada de acentos y lenguas. Tijuana tenía muchas sorpresas y siguen en aumento. La ciudad sorpresa: lo que busca, aquí lo encuentra. Y en esta frontera me encontré con la vida y la vida conmigo”.

YO SOY ESTE MONÓLOGO”

Un clásico de la literatura tijuanense de los 90 es “Chomolungma” (ICBC, 1991), título con el que Estela Alicia López Lomas obtiene el Primer Premio Estatal de Literatura 1990 en la categoría de Cuento, con el que el Instituto de Cultura de Baja California (ICBC) inaugura el certamen literario estatal que se celebra bianualmente; en esta categoría fungieron como Jurado, Horacio Costa, Nedda G. de Anhlt y el reconocido periodista y narrador Ignacio Trejo Fuentes.

Autodidacta y original, participante de los talleres literarios de Roberto Castillo y Francisco Morales y de las clases extramuros de filosofía con el filósofo Horst Matthai Quelle en la década de los 80, a “Esalí” quizá le favoreció no haber estudiado Letras o Literatura Hispanoamericana como la mayoría de los escritores tijuanenses de su generación nacidos en las décadas de los 40 y 50.

Por ejemplo, por la forma es que están escritos los relatos de “Chomolungma”, pareciera que es un libro muy experimental, para nada académico o tradicional al escribir con maestría  sus cuentos que son como un monólogo que es posible imaginar o representar; incluso, en ocasiones prescinde de puntuación, mezcla tiempos verbales y diálogos en un solo párrafo de manera legible y contundente que define su estilo.

Este estilo caracteriza en general no sólo a su obra de narrativa sino también poética, como por ejemplo, “Alicia en la cárcel de las maravillas”, una obra cumbre en la poesía bajacaliforniana con el que “Esalí” obtiene el Premio Latinoamericano de Poesía “Claudia Lars” 1993 en El Salvador, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA) del Ministerio de Cultura de El Salvador en 1994; reeditado por Cuadernos de la Nave de Papel/1 en Quintana Roo; y reeditado por tercera ocasión por el Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Tijuana en 2006.

Cuando Estela Alicia López Lomas gana el Premio Latinoamericano de Poesía “Claudia Lars” 1993, cuenta con 49 años; es decir, “Alicia en la cárcel de las maravillas” es un libro escrito en plena madurez literaria de su autora, es quizá su mejor logrado poemario. Escrito sin puntuación, con una combinación de la primera y tercera persona del singular propio del monólogo, frases cortas y en verso libre, “Alicia en la cárcel de las maravillas” tiene un ritmo poderoso, desbordado pero a la vez controlado, imponente.

— ¿Por qué casi siempre escribes como un monólogo?

“Precisamente por eso: porque toda mi escritura es un monologo. Para escribir no me anduve en búsqueda de formas tradicionales o de nueva inventiva, para mí escribir es soltar el alma, sin comas, sin puntos, sin signos de interrogación. Elegí, si no la libertad, el libertinaje de ser yo, a mi estilo. Si tal puedo decir, la libertad de ser yo, como yo hablo. Yo soy este monólogo; así, sin trabas. No busco ni busqué experimentar o inaugurar una nueva forma de escribir y de decir. Escribo como sale, lo que sale ya trae su ritmo y su forma. Esto mismo sorprendió a Roberto Castillo en la Ibero, en las tareas de taller, que yo no recurriese a puntuación usual. Rebelde como soy, yo me fio de mi voz, y a mí, me basta. No me pregunto si gusta o no, ni siquiera si está bien escrito o no, viva la libertad de ser yo. Y yo enviaba mis textos a concursos y nadie cuestionaba al otorgar un premio ni que cambiase tal o cual cosa, y así se publicaba”.

“Tampoco apuesto a que no me entiendan para ganarle a los lectores, ni ando en busca de lectores tan inteligentes que no logren entenderme y me divierta jugando al gato y al ratón con su inteligencia; obvio, no citar nombres de renombre que tal hacen al aplauso general y yo igual les aplaudo esa nueva e inteligente literatura. Pero lo mío es como yo, arcaico, tras el origen, y a cada quien su pan y su aire. No hay explicación posible a por qué escribí como larguísimo soliloquio o monologo, sin altos ni signos por el camino, para frenar a tiempo, imagino, o cambiar de ruta. No experimentaba, era yo, mi yo, mi rebelde yo, a no seguir reglas, era mi escritura y mi modo de decirme, tal cual. Libertina, desobediente, me supe, me sé, me gustó serlo, los ojos allá, siempre allá, más allá de las cosas, de la literatura y otras cosas, travesía hacia el nostos de una mística erótica, si ya me lo echaron en cara, por qué no asumirlo”.

Finalmente, tras 80 años de vida y medio siglo en la frontera, “Esalí” sentencia: “No soy una escritora académica, no escribo devanando grandes o pequeñas verdades de antemano que lleven a conclusiones futuras. En mi pasado está mi presente. Soy lo que la vida hizo de mí y lo que sale de mí, en poema o prosa, cuento, novela o ensayo, es como un grande soliloquio”.

Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Estudió Comunicación en UABC Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en Baja California en la categoría de Periodismo Cultural. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”. Periodista cultural en Semanario ZETA de 2004 a la fecha.
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