De Rusia a Guadalajara aparece el Sr. Wolf Modelevsky, que, sin un quinto, recibe ayuda de un correligionario que le da calcetines a vender en un puesto público y le enseña a decir: “Dos pares por 25 centavos”, “Cuatro pares por 50 centavos” y “Ocho pares por un peso”.
El Sr. Model (ya había recortado su nombre), pronunciaba con dejos guturales y extraños de ruso, lo que hacía que la gente se mofara de él. “Ocho pares por un peso”, “Cuatro pares por 50 centavos” y “Dos pares por 25 centavos”, y la gente le respondía: “¿Cuánto es por una peseta?”, “¿Cuántos me vendes por un tostón?”, “¿Cuántos por una bola?”… Bromas que no entendía Model y lo desesperaban; a pesar de eso seguía repitiendo con su extraño sonsonete: “Ocho por un peso”…
Harto de la burla y de la miseria, nos encontramos al Sr. Model unos meses después asaltando un banco, lo que lo lleva a ser capturado y enviado a la prisión de las Islas Marías. Ahí aprende a hacer colchones en el taller de la cárcel y cuando sale de ella viene a vivir a Tijuana, donde instala una pequeña fábrica de colchones en los entornos de la prisión local, negocio que lo hace extraordinariamente rico y lo convierte en un generoso donador de gente pobre a la que le obsequiaba, durante los helados meses del invierno, miles de colchonetas.
El Sr. Model tenía un amigo que se llamaba Mario Posnansky y venía de las mejores escuelas de filosofía y negocios de Varsovia, pero que no tenía recursos; lo mantenía su esposa, quien manejaba un pequeño restaurante donde, con frecuencia, se quejaba con alguno de los comensales y decía: “¿Cómo es posible que un hombre como yo, que tuve las mejores calificaciones de las universidades de Polonia, no tenga trabajo ni para comer y el Mujik (refiriéndose a Model) sea tan rico?”.
Meses después, En otra charla con Mario Posnansky, me dice: “Ya voy a ser rico: el Mujik se va a asociar conmigo y yo soy experto en telares; vamos a construir en sociedad una fábrica de medias que seguramente será un éxito porque hay monopolios en México que medran abusivamente en el mercado”.
Pasan los meses y Mario y el Mujik inauguran una fábrica extraordinaria denominada “Industrias Fronterizas S.A.”, con las mejores máquinas y están listos para invadir el mercado nacional. Al día siguiente de la inauguración, como una demostración de los poderes de los monopolios de la capital, les cae una dura auditoría fiscal sin que hubieran vendido una sola media.
Batallas van y batallas vienen, abogados defensores y amigos que apoyaban a Mario y al Sr. Model en sus luchas, que al final, después de dos años de estar la fábrica cerrada, se abre; dos días después, Mario muere por un ataque cardiaco.
La ironía del destino. Ya ante la oportunidad de tener un éxito, Don Mario, el culto erudito polaco, quien sabía de alta tecnología y quien hizo posible una fábrica competitiva a nivel nacional que generó grandes ganancias para su socio el Sr. Model, que se quejaba de la injusticia de la vida, terminó haciendo más rico al Sr. Model.
Model hereda sus negocios a sus hijos y eventualmente fallece, después de haber generado interesantes industrias para Baja California. Lo recordamos con cariño por su generosidad y altruismo.
José Galicot es empresario radicado en Tijuana
Comentario: jose.galicot@tijuanainnovadora.com