Jorge Ramos Hernández se desplaza frente a decenas de personas haciendo ademanes y pausas dramáticas mientras utiliza frases de superación. Vestido de traje negro y camisa blanca, camina seguro y observa fijamente a uno de los asistentes por unos segundos, pero luego cambia hacia otro y otro, mientras concatena frases motivacionales con un toque de entusiasmo.
“Si me salgo del no sé, que no sé, voy a saber, y entonces mi espectro aumenta, se expande; es considerar que todo lo que sabes, y que sabes que no sabes, no lo es todo. Quiere decir que puedes sacar todo el entendimiento y lo pongas a un lado, pero que el entendimiento viejo no impida ver el entendimiento nuevo”, es una de las frases captadas en un video hecho público en la red social Quantum: Maestría del Ser, donde el hoy candidato a una diputación local por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), pero militante del Partido Acción Nacional (PAN) durante 33 años, es la estrella principal, pero no el dueño de la idea; Ramos Hernández es uno de los más destacados instructores certificados del proyecto promovido e impulsado por John Halney, estadounidense que ha impulsado su proyecto de “transformación cuántica”.
Lo difundido en sus propias redes, es un fragmento de tres días de intensa jornada de capacitación, que para especialistas es considerado una especie de adoctrinamiento, donde los participantes son sometidos a una serie de episodios intensos, ofensivos, denigrantes, en los que algunos otros pierden el control y se destruyen emocionalmente.
Andrea López Luna es la primera joven que se atreve a denunciar y señalar las consecuencias que le generó su estadía en Quantum Recruit, la cual utiliza muchos nombres, dependiendo la entidad o el país. Sin embargo, el marco legal vigente carece de elementos o de disposición para sancionar a este tipo de grupos coercitivos, por lo que la denuncia ante la Fiscalía General del Estado (FGE) sellada con el número 0202-2023-41670, sólo considera el fraude.
Para el psiquiatra Manuel Vargas, se trata de sectas que aprovechan los momentos de vulnerabilidad de las personas, las cuales deberían ser reguladas debido a que carecen de un sustento científico que avale sus prácticas, pero lo más grave es que no analiza las consecuencias de someter a personas a escenarios de grandes momentos de estrés o de violencia psicológica.
El especialista en salud mental comentó que este tipo de grupos tienen componentes que pueden desembocar en otro tipo de situaciones, incluso ilícitas, como lo que pasó con el grupo Nexium, donde en el fondo de una instrucción de superación personal, se detectó una red de trata de personas.
ZETA sostuvo contacto con el candidato Jorge Ramos Hernández, quien es la cara visible de Quantum Recruit, quien aseguró que el abogado de la empresa se encargaría de atender la petición. Sin embargo, al cierre de la edición, jueves 18 de abril, no se recibió la llamada.
SECTAS RELIGIOSAS Y ESPIRITUALES CARECEN DE SUSTENTO JURÍDICO
Andrea, profesionista dedicada a la arquitectura, ha ido descubriendo las secuelas que le dejó ingresar a una capacitación de Quantum, donde fue “enrolada”, palabra comúnmente utilizada por los miembros para invitar a las personas.
En octubre de 2023 se inscribió al primer curso a invitación de una amiga que le aseguró se trataba de una experiencia grata que le cambiaría la vida. Andrea, quien tenía un diagnóstico de depresión, se mostró renuente, pero ante la insistencia y su necesidad de encontrar resultados para su bienestar, decidió solicitar información.
Mediante redes sociales contactó a Quantum. No había mucha información en sus perfiles sobre las actividades y, al pedir detalles, le refirieron que no querían arruinarle la experiencia. En un primer momento le pidieron 5 mil pesos para ingresar al proyecto, lo que tuvo complicaciones para conseguir, pero ante la presión, se inscribió y decidió participar.
Las oficinas de Quantum se ubican en Plaza Fimbres, junto al salón de eventos Florencia; de hecho, prácticamente comparten inmueble. Allí tuvo su primer acercamiento con Ramos Hernández, quien rindió la primera charla en la que su labor de convencimiento y su habilidad para desenvolverse en público, le generaron una sensación de confort, pero aún se decía renuente.
Durante la primera práctica de tres días, que comprende el curso básico, fueron sometidos a jornadas extensas, donde los hicieron responsables de un compañero del grupo a quien tenían que motivar para asistir a las reuniones, haciendo una especie de red de apoyo.
Andrea no tenía interés en continuar en el segundo curso, cuyo costo ascendía a 25 mil pesos, pero mediante una táctica de engaño, la hicieron firmar un documento en el que inicialmente indicaron que sería para otra capacitación más sencilla de 10 mil pesos, pero cuando regresó, se dio cuenta que el documento era para la capacitación de segundo nivel.
Acudió de nuevo, sin embargo, en esa ocasión fue sometida a un episodio de tortura psicológica, donde fue calificada de “inservible” de “victimizarse” y una serie de reclamos y acusaciones en las que los otros compañeros se veían obligados a participar.
En varias de las actividades la hicieron llorar e incluso entrar en episodios de crisis, pero a nadie le importó, pues -referían- era parte del proceso de desaprender. Andrea salió del lugar intentando controlar su episodio de crisis, entendiendo que estaba diagnosticada con depresión, tuvo severos y constantes pensamientos suicidas.
Durante toda la charla narró detalles del nivel de hostigamiento en su contra y la de otros compañeros. Ofensas, gritos, burlas hacia ellos y sus familiares, e incluso intentar revisarles los teléfonos por hacer un grupo de WhatsApp ajeno a los que tenía Quantum.
La dinámica final consistía en encerrarlos en una habitación y presionarlos -mediante el hostigamiento- para “enrolar” a familiares y amigos; la única forma de salir de ese inmueble era comprometiéndose a que familiares y amigos se unieran a la comunidad Quantum
Comentarios como que sus familiares continuarían en la miseria o que no tenían interés en ver a su familia mejorar eran recurrentes. Chantaje emocional, hostigamiento, todo es permitido con tal de hacerlos vender paquetes de Quantum.
En esos grupos no había distinción de edad ni de necesidades específicas, todos entraban en un sólo lugar, les controlaban las visitas al baño, les vendían comida, los presionaban para seguir asistiendo.
En una ocasión, uno de sus compañeros la siguió hasta su casa para obligarla a tomar el dinero y regresar para pagar el curso, cuando lo que ella quería era escapar del sitio.
Para el doctor Manuel Vargas, este tipo de grupos y prácticas sí tienen la capacidad de afectar tanto a una persona que la manipulan para hacer o tomar conductas que no desean, debido a los episodios de violencia que vivieron. Misma práctica ocurre en otros ámbitos, como en el religioso, donde la presión social o del grupo, impactan de manera importante en las personas.
Así, hacemos referencia a otro caso, el de una joven madre de familia que sostiene una batalla legal contra su ex pareja, pero también una lucha moral contra el grupo religioso Testigos de Jehová.
El caso de Sayuri Arrevilla es simbólico, debido a que presentó una denuncia contra su ex pareja por violencia vicaria, al utilizar a su hijo para cometer actos violentos en su contra.
“Durante ese tiempo se presentó la violencia sexual, me quebré, intenté suicidarme, caí en psiquiatría, hasta que empecé a tomar medicamentos me sentí mejor y entonces abandono la religión. Los ancianos de la congregación estaban encima de mí, pidiéndome que no denunciara, que perdonara a mi agresor”. Y es que requerían dos testigos para confiar en su palabra y tomar acciones. Mientras tanto, ella tenía que aguantar y perdonar.
Comentó que tras salirse del círculo de violencia -normalizado por la congregación- intentó volver a ver a su hijo, pero le fue negada esta posibilidad a menos que volviera. Luego de contratar un abogado que posteriormente la estafó, inició una batalla legal. Tras 18 meses de no ver a su hijo, la jueza dictó convivencia de dos horas, los días domingo, en la casa de su agresor, lo que evidentemente la pone en una situación de vulnerabilidad.
El grupo religioso sostiene una influencia sustancial en la opinión de su hijo, a quien le dicen que ella no quiere verlo, que abandonó el camino de Dios con la intención de vivir otro tipo de vida. Esto ha afectado la relación y convivencia con su hijo en momentos tan cruciales como lo es su infancia.
Aun con las afectaciones psicológicas que pueden causar o desencadenar, este tipo de grupos carecen de regulación.
Otro ejemplo, el de Rafael Rivera Molina y su madre, Martha Molina, de 63 años, quien desapareció -precisamente- tras acudir a un retiro de supuesto corte espiritual para resolver sus problemas de depresión.
La señora Martha acudió al retiro luego que había descuidado sus negocios, su casa y su vida en general. El centro de retiro está en las inmediaciones del Cerro del Coronel, en la carretera a Rosarito, fue el último lugar donde se tuvo conocimiento del paradero de la mujer.
“Haz de cuenta que mi mamá se presentó al retiro, a mí me hablan el domingo a las 10:30 de la mañana, me habla un vecino y me hablaba del número de mi amiga que porque estaba en shock y dice que mi mamá se escapó, estamos en el Cerro Coronel, en el puente al Pescador para arriba, como a 40 minutos en carro, tres horas caminando”, refirió Rafael enojado, reclamando que las autoridades han atendido el caso, pero no le han brindado justicia, a pesar de las declaraciones del grupo Nuevo Amanecer en Ti, que sigue operando por parte de su propietaria, Angélica Teresa Sánchez Ugalde, quien prometió atención, se hizo pasar como especialista en salud mental, pero después se enteraron de que carece de credenciales que la acrediten como especialista.
“Estas prácticas son peligrosas porque las realizan personas sin conocimiento en salud mental y no es terapéutica y de ayuda, tienen un riesgo muy alto, donde no sólo no resolverá su problema, sino que saldrá con más problemáticas”, refirió Gastelo.
CONGRESO PREPARA LEY ANTICOACHING
El grupo anterior a Quantum, presidido por el estadounidense John Hanley, de nombre Lifespring, tuvo un gran número de juicios en Estados Unidos por prácticas coercitivas que generaron afectaciones psicológicas en varias personas.
ZETA logró documentar en los archivos de cortes de Estados Unidos, al menos tres casos donde se denuncian estas prácticas:
“Todas las prácticas violentas deben prohibirse, estas personas que se atreven a denunciar se enfrentan a muchos retos porque la mayoría no lo percibe como violencia, ese es un problema, incluso lo perciben como ayuda, pero es violencia y esto no se debe de promover y cuando se realice se debe penar. Es posible en el caso de Andrea que da su testimonio, por las prácticas que sufrió, podría considerarse una secta, que tiene un aprovechamiento de sus miembros con fines lucrativos”, refirió Claudia Gastelo.
El proyecto de iniciativa presentado por la diputada Michel Sánchez Allende, aún no se dictamina en el Poder Legislativo, pero busca encontrar un esquema para apoyar y subsanar las afectaciones que se generen a las personas víctimas de este tipo de grupos, delimitar las acciones que deben permitirse a los grupos de autoayuda, coaching, grupos religiosos y lo que puede considerarse como una secta.
El proyecto de 13 páginas se titula Ley de Asistencia a Víctimas de Coaching Coercitivo y Líderes Grupales o Unipersonales que Ejerzan Persuasión y Abusos en el Estado de Baja California, y pretende establecer un marco legal en el que tanto autoridades de la Secretaría de Inclusión, de la Comisión de Víctimas, de asistencia social como DIF y la Fiscalía General del Estado, puedan identificar las características de una víctima de estos grupos coercitivos para monitorear sus acciones, impedir la operación de grupos con conductas violentas y garantizar la atención en los entes de salud del Estado. En el planteamiento no se comprenden sanciones de carácter penal, salvo aquellas que puedan encuadrarse en temas de violencia.
Entre las obligaciones está el “Investigar y estudiar todos los aspectos de los casos o situaciones que se tomen conocimiento en el marco del mismo por actuaciones de oficio y/o denuncias; realizar campañas de información pública sobre las características de estos grupos o líderes unipersonales que ejercen actividades coercitivas, de modo que las personas puedan prevenirse contra las consecuencias negativas, así como facilitar el debate abierto en el seno de la sociedad y de la comunidad y velar para que las personas no sean privadas de su derecho de libre decisión”, entre otros elementos que pretenden brindar atención psicológica real a las víctimas de estos grupos, así como asesoría jurídica.