Oficiales de investigación en Baja California cuestionaron los presuntos gastos superfluos realizados por el jefe de la unidad de Narcomenudeo de la Fiscalía General del Estado (FGE), Juan Carlos Pelayo Heredia, en la conocida zona del Valle de Guadalupe en Ensenada.
Los señalamientos se presentan en un contexto en que el municipio porteño enfrenta una crisis de inseguridad generada por el control de la droga al menudeo y mayoreo en distintos puntos, sobre todo en la llamada Ruta del Vino.
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Febrero ha sido el más violento de los últimos doce meses, con un total de 24 homicidios perpetrados, de acuerdo a una denuncia ciudadana donde presentaron facturas, contratos e imágenes por parte de elementos de la corporación en Mexicali, quienes señalan que Pelayo adquirió hace un año y medio, un terreno en la zona de El Porvenir, en el corazón de la región vinícola.
Unos meses después, comenzó la construcción de una casa en la cual él o sus socios han invertido casi 10 millones de pesos. El sueldo mensual bruto del fiscal especializado en Narcomenudeo es de 55 mil 900 pesos.
En un recorrido de ZETA por El Porvenir, en la parcela donde se encuentra la casa fue posible constatar que la propiedad, aún sin terminar, está ubicada en una zona privilegiada del Valle de Guadalupe, rodeada de importantes vinícolas y hoteles boutique.
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La parcela donde se ubica la casa está a unos 45 minutos de la cabecera municipal de Ensenada y para llegar a ese lugar es necesario entrar por la calle Principal, donde se encuentra la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Una vez dentro, es necesario atravesar el Panteón Municipal y varias parcelas que conectan con un camino de laberinto, aunque la mayor parte de la calle se encuentra pavimentada.
A diferencia del resto de las construcciones, acordes a la vocación del área, la propiedad del presunto amigo del funcionario es de una sola planta en color gris, con una fachada moderna. Alrededor de la propiedad, sobresalen varias cámaras de seguridad.
Este Semanario cuestionó al funcionario sobre la propiedad, y aunque en un inicio negó tener algún vínculo, finalmente, en una entrevista sostenida en las oficinas de la fiscalía, reconoció ser parte de un tipo de sociedad donde el verdadero dueño es un amigo de la familia de nombre Mario.
La casa se encuentra en medio de viñedos y está totalmente bardeada con dos albercas semifijas, cochera, paneles solares, sistema de seguridad con circuito cerrado, jardines y asadores.
De acuerdo con un contrato de compraventa, el funcionario firmó con la empresa Bestpool, la compra de dos piscinas Mykonos color blanca de la línea griega modelo Curacao, así como el equipo para el funcionamiento por 29 mil 235 dólares o alrededor de 505 mil pesos.
En el documento, el vendedor aclara que al momento de estar instalando la piscina pueden surgir variaciones, por lo tanto, el precio sería mayor.
En el contrato señalan que el comprador, es decir, Juan Carlos Pelayo, tiene como domicilio la parcela 38 Z-P del Ejido El Porvenir, en San Antonio de las Minas.
Como parte del acuerdo con la empresa que vendió las piscinas, le advierten que el costo puede ser mayor al pactado:
“Juan Carlos tiene conocimiento que para la correcta instalación de la piscina, pueden agregar cobros extras, mencionado de manera ejemplificativa, por concepto de relleno de terreno con arena, renta de martillo hidráulico, compresores, retiro de escombro, compactación del terreno, relación de acabados de instalación de accesorios, renta de grúas mayor a 18 metros, reubicación e instalación de sistemas hidráulicos para drenaje, agua potable o suministros de energía eléctrica, edificación e instalación de otros equipos”.
Asimismo, hay un segundo contrato por poco más de 6 mil 500 dólares con la empresa THRive Energía Solar, con ubicación en Tijuana. En la factura emitida a nombre del servidor público, se pone como referencia una dirección en el fraccionamiento Rincón del Mar.
Uno de las contratistas manifestó que ha tenido atrasos en los pagos que realiza el funcionario, por eso, desde hace algunos meses dejó de laborar en la obra. Dio a conocer que los pagos han sido en efectivo.
ACLARA PELAYO QUE PROPIEDAD ES DE UN AMIGO
Ante los señalamientos, Juan Carlos Pelayo respondió que él no es propietario de ninguna vivienda en El Porvenir, pero que sí tiene familiares que poseen predios en San Antonio de las Minas.
Para tratar de explicar la situación legal del bien, presentó a su amigo y socio, de nombre Mario, residente de Tijuana, quien, por cuestiones de seguridad, se abstuvo de presentar copia del contrato de compraventa del predio en mención.
“A lo que yo vengo, es a dar apoyo por la intención que él -Juan Carlos Pelayo- me comentó, yo soy arquitecto y por eso se me facilita la construcción, porque tengo todo a bajo costo. No estoy en una posición cómoda porque la situación es que tengo que aclarar cosas que no estoy acostumbrado”, indicó.
Explicó que como constructor tuvo un problema económico y, debido a la amistad que tiene con la familia de Pelayo, se dio la inversión.
Sobre las facturas a nombre del funcionario, Juan Carlos reconoció que hizo una “pequeña inversión en paneles solares que todavía estoy pagando, de igual manera, unas albercas prefabricadas que son pequeñas a tema de inversión para recuperación económica posterior”.
— ¿Cómo será esa recuperación económica?, cuestionó ZETA.
“No sabemos exactamente, esa propiedad es de un tercero que va a ser utilizada para Airbnb en un futuro, la intención es en recuperación o que él -familiar/socio-, una vez que tenga más poder adquisitivo, devolverme la inversión con un porcentaje a ganar o que fueran seriados por la renta, que es obviamente un porcentaje pequeño y aparte eventualmente me podía prestar el lugar”.
— ¿Habrá inversiones? ¿Qué propiedades tiene registradas en la declaración patrimonial?
“Sólo tengo registrada una propiedad en Valle Dorado que se está pagando, inversiones, sólo mientras haya fluidez se podrá hacer más inversión, no estoy cerrado a esa posibilidad”.
Finalmente, Pelayo afirmó que ese tipo de información no la puede controlar y viene de personas que “no tienen otra cosa qué hacer y quieren desestabilizar el trabajo que vengo haciendo, y no es que esté acostumbrado a esto, pero al ser tan recurrente, ya sabes más o menos la tendencia de dónde es”.
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