Una llamada a urgencias:
— ¡¡Doctor, doctor, un amigo se ha tragado el sacacorchos cuando estábamos a punto de cenar!!
— ¿Y que han hecho?
— Pues abrimos la botella con un tenedor.
Autor: Un experto en vinos.
La desgracia de Juan
— ¿Te has enterado ya de la desgracia de Juan?
— No, ¿qué le ha pasó?
— Se fugó con mi esposa…
Autor: La esposa.
La huida
Están dos locos en un manicomio y uno le dice al otro:
— ¡Tenemos que escaparnos!
Y el otro pregunta:
— Okey, ¿pero cómo?
— Mira, si la valla es muy alta escarbaremos por debajo, y si es muy baja saltaremos por encima.
Va a mirar la valla y cuando vuelve le dice al otro:
— No nos podemos escapar, ¡no hay valla!
Autor: Build a wall.
El gallego y el reloj
Un gallego le muestra a un amigo el reloj que le regalaron:
— ¡Mira esto!… Mira qué reloj me mandó mi primo: da la hora, los minutos, los segundos, la fecha. Tiene alarma, cronómetro, tiene linterna y radio…
— ¡Excelente, Manolo, cuántas cosas!
— Sí, y mi primo me dijo que me podía bañar con él, pero no encuentro el botón para que tire agua…
Autor: Antonio.
La estrategia de un robo
Entra un borracho en una comandancia de la policía:
— ¿Podría ver al hombre que robó ayer en mi casa?
— ¿Y para qué lo quiere ver?
— Para saber cómo entró sin despertar a mi mujer.
Autor: Un policía.
Indicación médica
Esto es un hombre mayor que va a su médico, pero va acompañado de dos preciosas mujeres morenas, de cuerpos voluptuosos y sonrisas radiantes. El doctor, sorprendido le pregunta:
— Pero Ramiro, ¡¿cómo está usted?!
— ¡Bien, doctor, he seguido sus indicaciones y mano de santo, oiga!
— Le dije que necesitaba dos muletas, ¡no dos mulatas!
Autor: Un paciente feliz.
Vaya pregunta
— A ver, Luisito, vas a definir ante toda la clase la palabra “descanso”.
— Pero profesor, es que no sé lo que es.
— Una pista: ¿Qué hace tu papá después de trabajar?
— ¡Eso es lo que mi mamá quisiera saber!
Autor: Pepito.
Desmemoriado
Un hombre nota que está perdiendo la memoria y su mujer le dice:
— No te preocupes, pregúntale al vecino del primero. Le ocurría lo mismo, y fue a un médico muy bueno que le resolvió el problema.
El hombre va a verlo y le pregunta; el vecino le contesta que es cierto. El hombre le dice:
— Y… ¿cómo se llama ese médico?
— El médico… sí, hombre… lo tengo en la punta de la lengua… El médico… Eh… ¿Cómo se llama esa virgen que está en Francia que hace milagros?
— ¿Lourdes?
— ¡Eso! ¡Lourdees…! Cariño, ¿cómo se llama el médico ese de la memoria?
Autor: El médico de la memoria.
Tres yernos
Una suegra salió a pasear con uno de sus tres yernos. Mientras pasaban por el parque, la señora se resbala, cae en el lago y se empieza a ahogar. Sin dudarlo un momento, el yerno se tira al agua y la rescata.
Al día siguiente, el yerno sale y encuentra un coche último modelo con una nota pegada en el parabrisas: “Gracias de parte de tu suegra, que te quiere”.
Una semana después, la suegra sale a pasear con su segundo yerno. Al pasar por el mismo lago, la señora se vuelve a resbalar y cae al agua. De inmediato su segundo yerno se mete al lago y la salva.
Al día siguiente, el segundo yerno encuentra frente a su casa un coche último modelo y una nota que dice: “Gracias de parte de tu suegra, que te quiere”.
Una semana más tarde, la suegra sale a pasear con su tercer yerno. La historia se repite, y la señora se cae al lago.
Sólo que esta vez el yerno se sienta en el suelo y se ríe mientras ve a la señora ahogarse y hundirse en el agua.
Al día siguiente, el tercer yerno sale y encuentra un coche último modelo con una nota en el parabrisas: “Gracias de parte de tu suegro, que te quiere”.
Autor: El suegro.
Visita a la abuela
Una abuela estaba indicando su dirección a su nieto, que la iba a ir a visitar con su mujer.
— Cuando llegues al edificio, en la puerta de la entrada hay un gran panel del portero electrónico. Yo vivo en el apartamento 301. Aprieta el botón del 301 con el codo y yo te abro la puerta. Entras, el elevador está a la derecha, pasas y oprimes el botón del tercer piso con el codo. Cuando salgas del ascensor, mi apartamento estará a la izquierda. Con el codo tocas el timbre.
— Muy bien abuela, todo me parece muy sencillo… ¿pero por qué tengo que apretar todos los botones con el codo?
— ¡Óyeme! ¿Acaso piensas venir con las manos vacías?
Autor: El nieto sin dinero.