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jueves, noviembre 21, 2024
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Unos de Pepito

— Pepito, ¿qué signo es tu madre?

“Pues debe ser de exclamación, ¡porque pasa todo el día gritándome!”.

*

— ¡Profe, profe! ¡Usted me recuerda al mar!

“Ay, Pepito, ¡qué cosa dices! ¿Por qué?”.

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— ¡Porque me marea!

*

— Pepito, ¿sabes lo que es el estudio?

“Sí, mamá; el alimento de la mente”.

— ¡Exacto!

“Pero hoy estoy a dieta…”.

*

— Pepito, ¿de dónde se extrae el azúcar?

“¡Del azucarero, maestra!”.

Autor: Jaimito.

Pecas

Era un niño pecoso, tan pecoso, que un día al confesarse el cura pregunta:

¿Pecas, hijo?

“Sí, Padre. ¡Hasta en la planta de los pies!”.

*

¿Qué le dice un pecoso a otro pecoso?
Te gano por puntos.

Autor: Un niño cara pálida.

Máquina misteriosa

El jefe tiene un paquete de papeles frente a la nueva trituradora de documentos. Se le ve desconcertado. Observa por un lado y por el otro. En eso pasa el empleado más trucha de la empresa y, muy amablemente, le ofrece ayuda, toma el paquete de papeles, los coloca en la ranura y ¡TRRRRRRRRR! Se oye el sonido de los papeles cuando se hacen trizas.
El empleado dice al jefe:

“¿Ve qué fácil es? No tiene más chiste, jefe”.
No muy convencido, el jefe observa la máquina por todos los lados y pregunta:

“¿Y por dónde salen las fotocopias?”.

Autor: Ex empleado.

Consejo médico

Un anciano va al médico:

Doctor, ¿puede recetarme algo para tener actividad nocturna todos los días? Que no sean esas pastillitas azules, porque tengo problemas de corazón.

“Pues no, no puedo recetarle nada”.

Es que tengo un amigo que tiene 90 años como yo y tampoco puede tomar nada de esos medicamentos, pero dice que está muy activo todas las noches.

“¡Pues dígalo usted también!”.

Autor: Uno de 95.

25 años de casados

Una mujer en el 25 Aniversario de su matrimonio, con mucha ilusión esa noche, se viste de lencería fina, con medias, ligueros y tacones de aguja incluidos, se pinta radiante y se pone de ese perfume intenso; entra insinuante en la habitación y se planta frente a su marido, que está tumbado frente al televisor, leyendo el periódico:

“Cariño, ¿recuerdas cuando nos casamos un día como hoy, hace 25 años? Aquella noche de bodas me dijiste: Te voy a besar hasta que te llenes de arrugas. Te voy a acariciar las nalgas hasta que todo se te caiga. Te voy a amar hasta que te vuelvas loca. ¿No tienes nada que decirme hoy, 25 años después?”.

Pensativo, él la mira de arriba a abajo y le dice:

“Misión cumplida”.

Autor: Ex marido.

Pruebas a un borracho

Un borracho va en el auto dando bandazos de lado a lado, por lo que una patrulla lo detiene. Al salir del carro, el agente le informa que hará un control de alcoholemia. El borracho dice:

“No puedo, ya que tengo un asma muy grave y esto puede desencadenar un ataque”.
El policía le replica:

Entonces le tendremos que hacer un análisis de sangre.
“Eso no va a poder ser, ya que soy hemofílico y, si una herida está abierta, puede ser que muera desangrado”.

Entonces me tendrá que dar una muestra de orina.
“No, ya que tengo diabetes, eso podría subirme el azúcar y causarme la muerte”.

Entonces salga del vehículo y camine en línea recta para realizarle el test de equilibrio.

“Imposible. Eso no se va a poder”.

¿Y por qué no?

“¡Pues porque estoy borracho!”.

Autor: Un ebrio.

Elefantes

¿Sabes por qué los elefantes se pintan los pies de amarillo?
“Para esconderse dentro de los frascos de mostaza”.

¿Has visto alguna vez un elefante en un tarro de mostaza?

“No…”.

¿Ves cómo funciona?

Autor: Mejor así lo dejamos.

Concurso de aves

En un concurso de aves participan un francés, un inglés y un español.

El francés lleva un halcón, le quita la capuchita y lo suelta a volar. A los pocos segundos el halcón está considerablemente alto, saca una pajita del bolsillo y la tira al aire, baja en picada alcanzando una velocidad de 120 kilómetros y logra recoger la pajita antes de que esta caiga al suelo. Le dan 8 puntos.
Ahora toca el turno al inglés, quien lleva un águila real, le quita la capucha, la suelta a volar y cuando está muy alto, saca una pajita, la parte en dos y la tira al aire; el águila baja en picada a velocidad de 160 kilómetros y recoge los dos pedazos de pajita antes de que toquen el suelo. Le otorgan 9 puntos.

Toca el turno al español, quien lleva un lorito de su casa y se le escucha gritar:

“¡Quítame ya esta porquería de la cabeza, que no veo nada!”.
Cuando lo hace, el loro se escapa a volar, cuando va muy alto, el amo saca una pajita, la parte en tres y la tira al aire; el loro baja en picada y alcanza la vertiginosa velocidad de 240 kilómetros. Cuando se va acercando al suelo, le grita al dueño español:

“¡Tira más paja, tira más paja, desgraciado, me voy a matar!”.

Autor: Un especialista en aves exóticas.

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Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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