— Pepito, ¿qué signo es tu madre?
“Pues debe ser de exclamación, ¡porque pasa todo el día gritándome!”.
*
— ¡Profe, profe! ¡Usted me recuerda al mar!
“Ay, Pepito, ¡qué cosa dices! ¿Por qué?”.
— ¡Porque me marea!
*
— Pepito, ¿sabes lo que es el estudio?
“Sí, mamá; el alimento de la mente”.
— ¡Exacto!
“Pero hoy estoy a dieta…”.
*
— Pepito, ¿de dónde se extrae el azúcar?
“¡Del azucarero, maestra!”.
Autor: Jaimito.
Pecas
Era un niño pecoso, tan pecoso, que un día al confesarse el cura pregunta:
— ¿Pecas, hijo?
“Sí, Padre. ¡Hasta en la planta de los pies!”.
*
¿Qué le dice un pecoso a otro pecoso?
Te gano por puntos.
Autor: Un niño cara pálida.
Máquina misteriosa
El jefe tiene un paquete de papeles frente a la nueva trituradora de documentos. Se le ve desconcertado. Observa por un lado y por el otro. En eso pasa el empleado más trucha de la empresa y, muy amablemente, le ofrece ayuda, toma el paquete de papeles, los coloca en la ranura y ¡TRRRRRRRRR! Se oye el sonido de los papeles cuando se hacen trizas.
El empleado dice al jefe:
“¿Ve qué fácil es? No tiene más chiste, jefe”.
No muy convencido, el jefe observa la máquina por todos los lados y pregunta:
“¿Y por dónde salen las fotocopias?”.
Autor: Ex empleado.
Consejo médico
Un anciano va al médico:
— Doctor, ¿puede recetarme algo para tener actividad nocturna todos los días? Que no sean esas pastillitas azules, porque tengo problemas de corazón.
“Pues no, no puedo recetarle nada”.
— Es que tengo un amigo que tiene 90 años como yo y tampoco puede tomar nada de esos medicamentos, pero dice que está muy activo todas las noches.
“¡Pues dígalo usted también!”.
Autor: Uno de 95.
25 años de casados
Una mujer en el 25 Aniversario de su matrimonio, con mucha ilusión esa noche, se viste de lencería fina, con medias, ligueros y tacones de aguja incluidos, se pinta radiante y se pone de ese perfume intenso; entra insinuante en la habitación y se planta frente a su marido, que está tumbado frente al televisor, leyendo el periódico:
“Cariño, ¿recuerdas cuando nos casamos un día como hoy, hace 25 años? Aquella noche de bodas me dijiste: Te voy a besar hasta que te llenes de arrugas. Te voy a acariciar las nalgas hasta que todo se te caiga. Te voy a amar hasta que te vuelvas loca. ¿No tienes nada que decirme hoy, 25 años después?”.
Pensativo, él la mira de arriba a abajo y le dice:
“Misión cumplida”.
Autor: Ex marido.
Pruebas a un borracho
Un borracho va en el auto dando bandazos de lado a lado, por lo que una patrulla lo detiene. Al salir del carro, el agente le informa que hará un control de alcoholemia. El borracho dice:
“No puedo, ya que tengo un asma muy grave y esto puede desencadenar un ataque”.
El policía le replica:
— Entonces le tendremos que hacer un análisis de sangre.
“Eso no va a poder ser, ya que soy hemofílico y, si una herida está abierta, puede ser que muera desangrado”.
— Entonces me tendrá que dar una muestra de orina.
“No, ya que tengo diabetes, eso podría subirme el azúcar y causarme la muerte”.
— Entonces salga del vehículo y camine en línea recta para realizarle el test de equilibrio.
“Imposible. Eso no se va a poder”.
— ¿Y por qué no?
“¡Pues porque estoy borracho!”.
Autor: Un ebrio.
Elefantes
— ¿Sabes por qué los elefantes se pintan los pies de amarillo?
“Para esconderse dentro de los frascos de mostaza”.
— ¿Has visto alguna vez un elefante en un tarro de mostaza?
“No…”.
— ¿Ves cómo funciona?
Autor: Mejor así lo dejamos.
Concurso de aves
En un concurso de aves participan un francés, un inglés y un español.
El francés lleva un halcón, le quita la capuchita y lo suelta a volar. A los pocos segundos el halcón está considerablemente alto, saca una pajita del bolsillo y la tira al aire, baja en picada alcanzando una velocidad de 120 kilómetros y logra recoger la pajita antes de que esta caiga al suelo. Le dan 8 puntos.
Ahora toca el turno al inglés, quien lleva un águila real, le quita la capucha, la suelta a volar y cuando está muy alto, saca una pajita, la parte en dos y la tira al aire; el águila baja en picada a velocidad de 160 kilómetros y recoge los dos pedazos de pajita antes de que toquen el suelo. Le otorgan 9 puntos.
Toca el turno al español, quien lleva un lorito de su casa y se le escucha gritar:
“¡Quítame ya esta porquería de la cabeza, que no veo nada!”.
Cuando lo hace, el loro se escapa a volar, cuando va muy alto, el amo saca una pajita, la parte en tres y la tira al aire; el loro baja en picada y alcanza la vertiginosa velocidad de 240 kilómetros. Cuando se va acercando al suelo, le grita al dueño español:
“¡Tira más paja, tira más paja, desgraciado, me voy a matar!”.
Autor: Un especialista en aves exóticas.